Titán y las posibilidades de albergar vida: la luna más grande de Saturno sigue siendo la esperanza de los científicos
Si Júpiter sigue siendo un gran desconocido pese a las veces que nos hemos acercado a él, Saturno tampoco se queda corto. Es cierto que con Cassini le hemos dado un buen repaso, pero las que aún esconden también bastantes interrogantes son sus satélites, y los científicos siguen con la idea de que en Titán puede haber vida.
De momento no hemos podido acceder a la superficie del planeta, pero sí la de la que es su mayor luna, pero lo poco que se va sabiendo de ella ha dado para que los científicos la consideren una candidata a albergar algún tipo de proceso biológico, pese a que haya datos que lo pongan bastante difícil. De hecho, hace poco la NASA aprobaba una misión en la que se enviará una especie de dron para estudiar este satélite, concretamente en busca de señales de vida.
El gas común entre Titán y el aparato digestivo de las vacas
Empecemos con las presentaciones. Titán es la más grande de las más de 60 lunas que se le conocen a Saturno, quedándose con la plata en el ranking de satélites de nuestro sistema solar por detrás de la joviana Ganímedes. Es tan grande que supera a Mercurio y Plutón en tamaño, como explican en la NASA.
La ESA también nos cuenta sobre este gigantesco satélite de 5.150 kilómetros de diámetro, cuya masa es 1/45 de la de la Tierra, y que tiene esa particularidad que ha atraído a los astrónomos y demás científicos: es el único satélite que se conoce con atmósfera. Una esfera gaseosa con una presión un 60% mayor que la de la Tierra que añade 400 kilómetros a ese diámetro y que se compone principalmente de metano, etano, nitrógeno, argón e ion amonio.
El hecho de tener metano es uno de los factores que ha avivado la hipótesis de que haya (o haya habido) vida en este lejano satélite, dado que en la Tierra una importante fuente de emisión es el metabolismo de algunos seres vivos (como las vacas). Pero estando a 1.427.000.000 kilómetros del Sol (9,54 unidades astronómicas), la superficie del satélite se encuentra a unos -180 grados centígrados y aunque hay bacterias capaces de sobrevivir a muy bajas temperaturas no son condiciones muy propicia para la vida tal cual la conocemos.
Pese a esto, la presencia de los componentes orgánicos (que aparecen tras la descomposición del metano por la luz solar) y el que exista algo similar al ciclo del agua en la Tierra con el metano mantienen a Titán en la selecta lista de posible hábitat. Características que conocemos gracias a misiones como la Voyager I, Cassini y Huygens.
- Voyager 1: la sonda descubrió tres satélites de Saturno que no se conocían: Prometeo, Pandora y Atlas, y fue la que permitió saber que Titán tiene una densa atmósfera compuesta principalmente de nitrógeno. Hace poco hablamos de ella al activarse sus propulsores de nuevo y al ser el primer objeto fabricado por el ser humano que llegaba al espacio interestelar.
- Huygens: esta sonda recibe el nombre del astrónomo que descubrió el satélite (Christiaan Huygens, en el siglo XVII). Formando parte de la misión Cassini-Hyugens, la sonda aterrizó en Titán en enero de 2005, cerca de la región de Xanadú, recogiendo datos, imágenes e incluso sonidos de Titán. Gracias a ella se supo de los ríos y océanos de metano líquido, así como de ese ciclo parejo al del agua, y que el metano erosiona el paisaje para luego filtrarse. También que la superficie de Titán es naranja, esponjosa y rocosa, que hay actividad geológica interna y que la superficie está a -180 grados centígrados.
- Cassini: sobre ella hemos hablado repetidas veces, por las imágenes que nos ha regalado y por lo que nos iba descubriendo de Saturno. Pero no sólo se centró en el planeta con anillos más famoso, sino que nos mostró la transición entre estaciones en Titán, las gigantescas dunas de hielo (llegando a los 100 metros de altura), detectó propileno y ácido cianhídrico en la atmósfera así como agua y amoniaco bajo la superficie.
Lo próximo: enviar drones en busca de esa vida
El pasado día 20 de diciembre la NASA anunciaba que había seleccionado dos finalistas para lanzar una misión en 2020, siendo uno de ellos una especie de dron dirigido a explorar posibles sitios de aterrizaje en Titán. Ambas misiones recibirán fondos a partir del año que viene, estando dentro del programa New Frontiers.
En concreto, Dragonfly será un aerogiro al estilo de un dron entre cuyos propósitos está el estudiar a química prebiótica y la habitabilidad de una docena de regiones del enorme satélite. Para ello irá provisto de los instrumentos necesarios para detectar estos componentes químicos, así como de cámaras con las que se pretende obtener imágenes de alta resolución.
¿Por qué un dron y no un rover u otro vehículo más habitual en las misiones espaciales? Cuenta el equipo de Dragonfly en The Atlantic que la densa y calmada atmósfera de Titán, junto con su baja gravedad, hacen que sea más propicio un desplazamiento por el aire, y que con este tipo de vehículo se cubre más superficie que con los rovers.
Tendremos que esperar para que esta misión acabe de armarse y llegar a la superficie de Titán. No está nada claro que puedan encontrar vida, o indicios de la misma, aunque tras descubrir que muchas de las lunas de Saturno son «jóvenes» Titán vuelve en cierto modo a ser la candidata favorita de entre ellas, tras haberlo sido Encélado.
Imagen | NASA/JPL-Caltech/SSI
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Anna Martí
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