Peak TV o cómo las series han creado la última burbuja en contenido
Varias cosas quedan tras la gala de los últimos premios de los Globos de Oro, que se acaban de entregar en Estados Unidos y que son uno de los momentos que sirven de arranque para la temporada de grandes premios del audiovisual (y de influyentes premios del audiovisual…). Sin duda, el gran titular de la noche ha sido el hecho de que la mayoría de los asistentes se vistiesen de negro, en una campaña por concienciar sobre el acoso sexual en la era post-escándalo en la industria del cine, acompañado por los discursos que las actrices y otras mujeres de la industria han realizado sobre el escenario.
Pero los Globos de Oro traían también otro gran tema para analizar antes de que estallara el escándalo y es el tema de las series. Las series nominadas llegaban desde cada vez más entornos y sobre todo desde más entornos que no son únicamente los que tradicionalmente las producían. A eso se suma que cada año los contenidos (y el equipo de las mismas) son de mayor calidad y de más alto nivel. Se suele decir que los grandes estrenos están ahora en la pantalla de la televisión. La influencia cultural de las series (no hay más que ver como en el último año El cuento de la criada, la novela de Margaret Atwood convertida en serie de televisión por Hulu, se ha convertido en un elemento en todas las conversaciones) es cada vez mayor y el peso que estas tienen en cada vez más elevado.
Y, al mismo tiempo y a medida que esto ocurre, se están produciendo más y más series. Todo el mundo parece estar haciendo una serie y todo el mundo parece estar trabajando en ellas. De hecho, el hablar de la burbuja de las series no es exactamente algo nuevo, sino una de esas cuestiones que se lleva mencionando ya algún tiempo.
Entre 2002, cuando en EEUU se producían 182 series al año, y 2016, cuando se lanzaron 455, las series tuvieron un boom masivo. En los cinco años previos al final de esa estadística, el número de estrenos de series había subido en un 71% y en una década lo había hecho en un 137%. Los analistas empezaron a hablar de ‘peak TV’ y no han parado de hacerlo desde entonces.
Las nuevas cifras de la burbuja de las series
De hecho, en 2017, las cosas no se han calmado y el número de series ha seguido creciendo. Según datos de un estudio de FX Networks, el número de series que se estrenaron (sobre datos de EEUU) en 2017 creció, de forma general en todas las plataformas, en un 7%. Si se limita el análisis a las plataformas de VoD, como Netflix, Hulu o Amazon Prime, el salto es todavía mayor. Crecieron en un 30% en 2017. En total, se lanzaron 487 series, un 69% más de las que se estrenaban en 2012.
Las plataformas de VoD están además apostando fuerte por todo esto para así conseguir tener contenidos propios y exclusivos. Por ello, estas plataformas son uno de los grandes motores de las series. De los 487 programas del año pasado, 117 llegaron de estas plataformas.
Y las cifras no pararán de crecer y las plataformas de VoD no dejarán de intentar posicionarse en este entorno. Al menos eso es lo que podemos determinar viendo los últimos movimientos que los gigantes de este entorno han hecho en este terreno. Amazon, por ejemplo, acaba de cerrar un acuerdo millonario para convertir en serie varios libros de Tolkien. Facebook y YouTube están también intentando entrar en el mercado de los contenidos longform y no quedarse en el terreno de los vídeos cortos. La burbuja de los contenidos es una de las grandes previsiones para el mercado de vídeo en 2018.
Todos estos datos tendrán un efecto directo sobre la industria del contenido y cambiarán la situación y las reglas del juego para televisiones y competidores de nuevo cuño, como las plataformas de streaming. Pero estos no serán los único afectados. Esta avalancha de contenidos hará que por un lado los consumidores sean mucho más exigentes (si se está compitiendo con contenidos de calidad no pasarán ya ningún fallo) y por otro que tengan mucho menos tiempo para ver otras cosas. Las marcas tendrán que competir en un mercado cada vez más saturado y en el que los consumidores tendrán cada vez más cosas que ver y, por tanto, menos tiempo para sus mensajes de marca.