¿Y si lo de NO alimentar al troll es en realidad una mala idea y peor estrategia?
En la gestión de los comentarios de los trolls y a la hora de frenar su impacto y las conversaciones negativas que generan, hay una especie de regla de oro. La norma, que se repite de forma recurrente y que se ha quedado como una de las pocas cosas que tenemos en claro sobre los trolls y sobre lo que se debe hacer con ellos, es que no se puede alimentarlos. Pase lo que pase y hagas lo que hagas, no alimentes al troll, lo que muchas veces implica simplemente hacer el vacío a lo que dicen y no responder bajo ningún concepto a sus comentarios.
Pero ¿es esta la mejor de las ideas? ¿Realmente hay que mantener silencio y dejar que el fuego del troll se extinga solo? ¿O estamos haciendo con ese movimiento en realidad un flaco favor a las conversaciones y a la reputación que el troll está intentando amenazar?
En realidad, la relación con los trolls y lo de no alimentarlos es bastante más complicado que eso. Ni una posición es 100% eficiente ni la otra lo es tampoco. Como explica a Mashable, Lauren Hoffman, de la Universidad de Columbia, desde el punto de vista de la psicología el no alimentar al troll tiene sentido, pero el análisis del fenómeno y de la respuesta es más complicado que eso. No responder al troll pude hacer que simplemente escalen las cosas.
«Las investigaciones muestran que el troll típico de internet publica contenidos para provocar a los demás, impulsar conflicto y llamar la atención», señala la experta. El troll se siente recompensado cuando sus acciones tienen efectos, lo que hace que no abandone sus posiciones y continúe ‘trolleando’. Esta situación es la que hace que, de base, la idea de no hacer caso a los trolls tenga poder. Si no se responde, no triunfa y cae por su propio peso.
El silencio puede hacer que simplemente trolleen más
Pero el comportamiento de los trolls no es tan sencillo: en ocasiones, el silencio simplemente hace que los contenidos escalen siendo mucho más agresivos, mucho más tóxicos y simplemente peores en general.
El troll decide subir las apuestas para así intentar forzar las cosas. Quiere ser tan desagradable que sea inevitable que le respondan, lo que crea una nueva situación todavía más compleja (y hace en general que el clima en la red sea mucho más tóxico). En ese caso, el no alimentar al troll está haciendo que simplemente se alimente él solo.
Para quien está del otro lado de los mensajes del troll, desde una marca a un creador de contenidos online pasando por simplemente cualquier internauta, la situación se convierte en cada vez más desagradable. Hasta que el tema muere, el troll y su escalada se convierten en un lastre.
Se ha desplazado el foco hacia la víctima
Y quizás, como apuntan los expertos con los que ha hablado Mashable, la cuestión no está tanto en si hay que responder o no a los trolls como en las dinámicas de comportamiento que se han instaurado online en relación con ellos. El problema no está tanto en lo que hay que hacer o no sino en dónde se han puesto los focos y los elementos principales.
La cultura online ha desplazado el foco del problema del troll a su víctima: es la víctima de los trolls en quien se pone la presión de las consecuencias que tendrá ese comportamiento (cuando el efecto de la acción de los trolls es ya muy negativo en su salud mental y hasta física).
La solución al problema parece complicada, aunque quizás habría que dejar de hablar de no alimentar a los trolls, como apuntan los expertos en salud mental – y como se podría extrapolar a muchos más ámbitos, y no solo al del efecto de los trolls en personas individuales -, centrándose en otros elementos. Quizás la solución está en que la propia red y los propios usuarios sean capaces de actuar de forma conjunta para neutralizar los mensajes de los trolls.