'Un pliegue en el tiempo' es una tontería bienintencionada que además agota por sus excesos visuales
Disney lleva años dominando el mundo del cine, y lo hace principalmente por la fuerza de franquicias como Marvel y Star Wars o por el gran tirón de sus producciones animadas o las de Pixar. Cada vez es más inhabitual que den luz verde a cualquier producción fuera de ahí que no sea ya una secuela de otro título de éxito. Todo lo que se salga de ahí lo tiene difícil para salir adelante, de ahí que ‘Un pliegue en el tiempo’ (‘A Wrinkle in Time’) pueda verse como un movimiento arriesgado por su parte.
Es verdad que ‘Un pliegue en el tiempo’ parte de una popular novela que acabó siendo el inicio de Madeleine L’Engle que acabó constando de cinco entregas. Tengo claro que Disney seguirá adelante con la secuela si la primera goza del éxito esperado, pero por mi parte tengo poco interés en que eso suceda. No puedo decir que estemos ante una pérdida de tiempo, pero sí hablar de una tontería bienintencionada donde lo visual se acaba comiendo a todo lo demás.
Cuando las buenas intenciones no son suficientes
En la proyección de la película a la que he tenido la oportunidad de asistir se ha incluido un mensaje previo de Ava DuVernay en el que quería dejarnos claro que se había hecho enfocándola por completo a los niños de 12 años y que esperaba que pudiéramos encontrar el que estaba en nuestro interior para poder conectar con la película. Es cierto que ‘Un pliegue en el tiempo’ está enfocada al público infantil, pero eso no debería ser excusa para aceptar cualquier cosa.
Por decirlo más claramente, ‘Un pliegue en el tiempo’ sabe lo que quiere pero no cómo hacerlo de una forma acertada cuando llega el momento en el que la magia del universo gane presencia y vaya yendo paulatinamente a más hasta llegar a un final descafeinado que incluye todos los elementos que uno esperaría de una cinta -incluyendo esa mitología presentada previamente de forma bastante fallida en el guion de Jennifer Lee y Jeff Stockwell– así pero presentados de una forma muy poco estimulante.
El problema en casos así es que lo indiscutible de su mensaje, centrado en la fuerza del amor con una buena dosis de empoderamiento femenino, no debería servir para ocultar un guion con una clara tendencia a lo esquemático que confía demasiado en que la efectividad de determinadas escenas sea suficiente para que por el mero hecho de unirlas ya va a cuadrar todo de maravilla.
En realidad sucede lo contrario, acaba neutralizando la fuerza que pudieran tener esas escenas y en ciertos momentos se roza el ridículo. Este último punto era algo a lo que tenía cierto miedo desde la aparición de los primeros avances. Si todo encajaba en su lugar esa apuesta visual, donde hay espacio para algunos diseños que no terminan de entrar bien por los ojos, no tendría que ser obstáculo alguno, pero DuVernay se deja comer por el mensaje que quiere transmitir y los efectos visuales.
‘Un pliegue en el tiempo’ no merece la pena
Ya en ‘Selma’ el mensaje de la película tenía una gran importancia, pero se notaba que había detrás un cuidado trabajo de puesta en escena y una inteligente utilización de su reparto. Aquí eso desaparece casi por completo, optando por una dirección funcional durante su primer acto para luego no terminar de saber muy bien qué hacer con los ingredientes que tiene a su disposición. Da la sensación de verse superada en ese punto.
Todo eso lleva a una exigencia a tener que dejarte llevar en todo momento por lo bonitas que son las imágenes -o que creen ser- y por la fuerza del viaje físico y emocional de su protagonista. Al respecto merece la pena destacar la eficaz interpretación de la joven Storm Reid, la mejor de un reparto que en líneas generales acaba pecando por exceso a la hora de abordar sus personajes.
Más allá de eso nos queda un relato muy colorido que probablemente conecte con los más pequeños de la casa, al menos con aquellos que aún conserven la capacidad para dejarse hipnotizar por lo que propone visualmente la película y se limiten a dejarse engatusar por lo que cuenta la película sin fijarse en cómo lo hace. Pero es que hay que hacer demasiadas concesiones para poder disfrutar con ella.
En definitiva, ‘Un pliegue en el tiempo’ es una película que tiene un objetivo claro pero no sabe cómo ejecutarlo. Confía demasiado en lo buenos que puedan ser determinados momentos en lugar de mimar los detalles para que todo funcione y acaba perdiendo a un espectador que llega agotado a un tramo final que carece de esa garra emocional que tanto ansía. Al menos no es especialmente aburrida y no sientes que has desperdiciado algo menos de dos horas, pero eso es un triste consuelo.
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‘Un pliegue en el tiempo’ es una tontería bienintencionada que además agota por sus excesos visuales
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Mikel Zorrilla
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