Toma de contacto de la Panasonic Lumix G9 y el Leica DG Elmarit 200 mm f/2,8
Cascais – En un escenario natural inmejorable, hemos podido probar gran parte de la imponente ficha técnica de la nueva Panasonic Lumix G9. Hereda de la GH5 algunos aciertos y mejora exponencialmente su rendimiento fotográfico para competir fuertemente dentro del reducido elenco de cámaras sin espejo profesional. Con un excelente visor electrónico, ráfagas a 20 fps y 20 Mpx en AF-C y hasta 80 Mpx de resolución en modo multidisparo parece que motivos no le faltan. Veamos de lo que es capaz sobre el terreno.
Físicamente, este nuevo modelo crece ligeramente en grosor sobre la base de diseño de la anterior Panasonic Lumix GH5, siendo la empuñadura y la parte superior las partes con mayores cambios respecto a ésta.
Como podemos observar en las imágenes, esta empuñadura adquiere mayor envergadura y mejor agarre, lo que lógicamente redunda en una ergonomía más certera –sin ser la GH5 una cámara incómoda en su manejo–. La botonería principal y el propio disparador se ubican mejor en la mano derecha y la sensación general de solidez es notable. Deja, además, por delante dos botones personalizables y por detrás el libre acceso al pulgar a todos los diales superiores y botonería trasera.
El único “pero” que le podemos poner al respecto por el momento –y en esta unidad de preproducción– es que el botón de disparo era terriblemente sensible, accionándose por error en muchas ocasiones. Tenemos más de 12 descartes de la sesión realizada producto de esta “hipersensibilidad”, algo que seguramente ya hayan tenido en cuenta y corregido en las unidades finales.
Más allá del cuerpo de aleación de magnesio y su resistencia a la intemperie y la congelación –ambas cuestiones ya exigibles para toda cámara fotográfica de acción de gama alta– percibimos un mejor reparto de los diales y mayor comodidad en su uso. No obstante aquí todo dependerá con qué esquema la comparemos, pues dentro de la gama Lumix nos parece uno de los mejores equipos en su relación de tamaño, diseño y ergonomía.
Otra de las características que históricamente nos ubican dentro del territorio profesional es la presencia de la pantalla LCD de apoyo para revisar los datos de exposición y ajustes principales. Panel que, como es costumbre, se puede iluminar con la característica luz amarillenta en situaciones de poca luz. En esta Panasonic Lumix G9 ocupa un porcentaje importante de la parte superior del cuerpo y es como siempre una herramienta útil para todo fotógrafo, pese a que su uso sea ya mucho menor que en el pasado.
Siguiendo con las herramientas de visualización, la pantalla LCD táctil posterior de 1,04 millones de puntos y ángulo libre de 3″ nos ha resultado muy operativa, sin destacar dentro de lo previsible pero sin alojar ninguna queja en su uso. Pantalla con buen contraste y resolución, sobre la que pudimos operar incluso en situaciones de máximo brillo. Como curiosidad, si activamos el “modo nocturno” toda la pantalla se teñirá con una clara –y fotográfica– dominante roja, similar a la luz de seguridad del laboratorio fotoquímico, para no alterar las exposiciones de las tomas de obturaciones más largas con su brillo.
Ya presente en la GH5, la palanca de mandos a modo joystick se ha modificado ligeramente, tanto en calidad de material como en capacidad de movimiento. Será cuestión de gustos que nos sintamos más cómodos con una o con otra, dado que ambas son operativas, a nosotros personalmente nos ha convencido más esta última versión y ha sido el elemento que más hemos usado para cambiar las zonas de enfoque en todas las muestras presentes en esta prueba.
En otro orden de parámetros y también a la estela del modelo anterior, GH5 y G9 comparten la misma batería, pero esta última cambia su cargador reduciéndolo en tamaño, mejorando además notablemente su tiempo de carga.
No podemos dar por terminada esta parte física del análisis del cuerpo de la cámara sin comentar uno de los aspectos más certeros: el magnífico visor EVF. Cuenta con una resolución de 3,68 millones de puntos y un factor de ampliación de nada menos que 0,83x. Asimismo, la calidad óptica de sus lentes es especialmente buena, lo que admite perfectamente trabajar de manera cómoda con las gafas puestas. La imagen se compone perfectamente gracias a la importante mejora del factor de ampliación y su altísima resolución, además de su elevada frecuencia de refresco. Sin duda, uno de los mejores EVF que han pasado por nuestras manos hasta la fecha.
Al montar el teleobjetivo Leica DG Elmarit 200 mm f/2,8 Power OIS, presentado en paralelo junto a la Lumix G9, el set de trabajo aumenta considerablemente su peso y ante todo su tamaño. Representa –a nuestro juicio– en parte la madurez del sistema sin espejo, que pasó de cámaras compactas de sistema a equipos tan solventes e imponentes en funciones y tamaño como muchas otras referencias profesionales. Obviamente, no por ser más grande o pesada una óptica es mejor, pero desde luego este 200 mm f/2,8 –400 mm equivalentes para paso universal– es digno de su categoría, siendo además comparativamente mucho menor que sus homólogos en calidad para “formato completo” (24×36 mm).
Acompañando a su impresionante tabla MTF –de las más altas en rendimientos dentro del sistema Micro Cuatro Tercios–, pocas pegas le podemos poner a este objetivo a nivel físico. Seguramente se proyecte más allá de las actuales exigencias o límites de las cámaras del sistema y podremos ver elevar su rendimiento con cada cambio generacional de cámara/captor/procesador, como hemos podido ya confirmar con otras ópticas de alto nivel.
En su parte lateral encontramos conmutadores de planos de enfoque, limitando su acción para distancias comprendidas entre 3 metros hasta infinito o pleno recorrido– así como un interesante y útil sistema de memoria de planos de enfoque que podemos fijar y liberar mediante la acción combinada de un botón y conmutador inferior.
No perdamos tampoco de vista sus teleconvertidores a juego, 1,4x y 2x, transformando su focal equivalente en un –aproximadamente– 560 mm f/4 y 800 mm f/5,6, respectivamente. Sobre todo cuando el primero de ellos –1,4x– se entrega de incluido de serie al comprar la óptica, sin gasto adicional.
Muestras
Todas las imágenes han sido realizadas con un modelo Panasonic Lumix G9 de preproducción y son JPEG directos de cámara. Si bien es cierto que era una unidad cercana a la versión final, debemos juzgar la calidad de todas las muestras adjuntas en esta prueba dentro de los límites y márgenes de mejora que esta condición impone.
Como en toda prueba, las imágenes están realizadas en búsqueda de explicar o exprimir al máximo el rendimiento de la cámara. Con todas las particularidades que tengamos que tener presentes en cada ocasión para el esquema de cámara y óptica que tengamos en nuestras manos.
En esta ocasión –y desde los comunicados oficiales– se insiste por parte de Panasonic en las ventajas y mejoras a nivel de captor y procesador frente a la GH5. Mejoras que se concentran en un menor sobreprocesado, mayor nitidez general y un sistema totalmente nuevo para paliar los defectos generados por los reflejos internos de luz, caídas de contraste y demás artefactos “fantasma” propios de las luces parásitas. Algo que hasta el momento se corregía exclusivamente a nivel óptico mediante diferentes tipos de revestimientos en las lentes y aplicaciones manuales de pintura negra mate en su bordes e interior del barril óptico.
Por todo ello, hemos orientado al extremo nuestra mirada hacia los contraluces y situaciones de imposible telemetría con altos contrastes en aras de “sacar” todas las aberraciones cromáticas y destellos internos posibles… un desafío que el set Lumix G9 y Leica DG Elmarit 200 mm f/2,8 ha sabido superar con nota, ofreciendo unos excelentes resultados generales.
Incluso cuando la luz era totalmente rasante y ocultaba a nuestros ojos el color o el contraste de las formas, hemos obtenido imágenes de alta calidad. Consiguiendo la textura y fuerza típica de ese tipo de luz, pero sin renunciar a ciertos matices y detalles cromáticos.
Por supuesto, tras pasar estos “castigos” toda situación más favorable ha sido superada sin dificultad, mostrando el excelente recorrido cromático y nitidez que puede ofrecernos tanto cámara como óptica.
No obstante, en determinadas distancias de trabajo y a diafragmas entre uno y dos puntos más cerrados respecto a su máxima abertura –f/2,8– hemos detectado algo de astigmatismo o suciedad en el desenfoque. Algo que podríamos llamar “bokeh demasiado duro”. Este comportamiento es común en algunos superteleobjetivos, allí donde se priorizan otros criterios –velocidad AF, resistencia a las aberraciones cromáticas, etc.– frente a un suave y transicional bokeh.
También tenemos que tener presente la dificultad del sujeto fotografiado, con múltiples zonas de detalle en áreas de desenfoque lo que representa en la práctica todo un problema para el procesador que trata de discriminar lo mejor posible las áreas de enfoque sobre las áreas con detalle para aplicar con mejor o peor resultado los filtros pertinentes.
De todas maneras, no podremos emitir un juicio más certero hasta poder analizar los archivos RAW –por el momento indescifrables para los reveladores comerciales– y contar con una unidad de cámara final.
A plena abertura el bokeh es mucho más suave por una cuestión tan simple como casi siempre inadvertida, a plena abertura no hay diafragma mediante que tenga con sus palas redondeadas que conformar forma circular alguna… la luz atraviesa el esquema óptico a través del círculo más perfecto, el propio orificio determinado como “plena abertura” y por ende la suavidad de los desenfoques, aún en planos a máxima abertura y mínima distancia de enfoque, es óptima.
Sin datos cuantificados propios ni pruebas técnicas de nuestro laboratorio, todo apunta que el diafragma de máximo rendimiento para este Leica DG Elmarit 200 mm f/2,8 pudiera estar ubicado entre f/5,6 y f/8, otorgando a las imágenes un contraste y nitidez muy alto, algo que ha podido exprimir de mejor manera el captor y procesador de esta nueva Lumix G9. Aún con algún atisbo de sobreprocesado, podemos confirmar la enorme mejora en el tratamiento de sus archivos JPEG, a la espera de poder ver lo que den de sí sus archivos RAW cuando sea operativo “revelarlos”.
Micro Cuatro Tercios a 80 Mpx
Dentro de nuestras pruebas más creativas, recordamos con especial cariño la que hicimos en 2015 con el primer modo de alta resolución de Olympus, RAW de 64 Mpx en ORF frente a los archivos de veteranas de la altura de la Nikon D800 o incluso la referencia por entonces en formato medio Hasselblad H4D-40.
Idéntico o muy similar sistema encontramos ahora en esta solución de alta resolución en la Panasonic G9, ofreciendo un archivo JPEG o RAW de 80 Mpx a través de una multicaptura de ocho disparos.
Por cada uno de estos disparos el captor se desplaza ligeramente –gracias al uso del mismo sistema de estabilización se cuenta con ese margen de movimiento– para capturar una parte de lo que será la imagen final, suma en combinación de esas ocho imágenes disparadas ráfaga a través del modo “alta resolución” del menú de cámara.
Los resultados obtenidos en este primer encuentro con el equipo han sido muy positivos, más incluso que las experiencias pasadas con Olympus donde pudimos ver hasta que punto la suma de las imágenes no siempre se realizaba con éxito o como el método era exigente con las condiciones lumínicas. Ciertamente, teníamos a nuestro favor tres de las piezas claves para que este puzle salga bien: entorno estático para una multicaptura coherente, luz constante y sin problemas de frecuencias y una óptica a altura de las circunstancias para poder exprimir hasta el último detalle sin hacer cuellos de botella.
Queda por ver cómo se tratará el archivo RAW resultante de este proceso con los reveladores comerciales al uso, hasta el momento el talón de Aquiles de este proceso en su competencia, ofreciendo una alternativa vía plugin que no nos acaba de convencer ni en uso ni en resultados.
Rápida y precisa
Somos conscientes de la complejidad logística que impone un evento de estas características, mover a toda la prensa europea dentro de unas fechas marcadas no tiene que ser sencillo, de la misma manera que no lo es prever con exactitud todos los escenarios de trabajo para que se puedan exprimir todas las características del nuevo modelo de cámara y óptica.
En este punto tenemos que destacar el buen hacer de Panasonic que, junto con Olympus, viene haciendo de manera tradicional los mejores “sets” de prueba de equipo; lástima que siendo esta cámara especialmente rápida –tanto en AF como en modo ráfagas– las escenografías planteadas no supusieran un reto verdadero para su verdadero potencial. Por ello, desviamos nuestra mirada hacia otros entornos más abstractos que nos ofrecieran al menos un adelanto sobre lo que podremos evaluar más adelante en futuras pruebas comparativas.
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El sistema de AF de cámara y óptica fue muy eficaz y preciso en todo momento, anunciada como una de las cámaras sin espejo más rápidas –a la espera de comparar con el rendimiento de su directa competidora Olympus O-MD E-M1 Mark II, todo apunta que pueda ser así–. Bajo un sistema de respuesta en AF de tan solo 0,04 s, quedará probar más tranquilamente este aspecto frente a otros modelos.
Vía menú interno de la cámara –siempre y cuando tengamos la opción de autoenfoque con seguimiento, el AF-C– encontraremos cuatro modos diferentes de actuar, dependiendo de la naturaleza y dirección del sujeto o sujetos a los que vayamos a enfocar. Un menú al estilo de lo que otras marcas ofrecen en sus parámetros avanzados de AF.
Como no podría ser de otra manera, los modos de vídeo y extracción de imágenes en 6K –inaugurado con la GH5– o 4K siguen estando presentes en esta G9. A tenor de la resolución de vídeo elegida la cadencia podrá alcanzar los 60 fps –modo 4K Photo– o 30 fps si pasamos a modo 6K Photo, con capacidad de elegir imágenes independientes de esas secuencias a 8 o 18 Mpx de resolución, respectivamente.
Aunque solo fue un encuentro fugaz, ni el tiempo ni las fuerzas en estas circunstancias se pueden estirar mucho más, el teleconvertidor DMW-TC14 1,4x incluido por omisión con el Leica DG Elmarit 200 mm f/2,8 nos ha gustado bastante, perdiendo solo un punto de diafragma conseguimos alcanzar los 560 mm equivalentes sin sumar mayor peso o volumen al conjunto, tan solo unos escasos centímetros y gramos.
Conclusiones
Ante esta breve pero intensa toma de contacto con este prometedor equipo, podemos acertar sin equivocarnos que Panasonic se ha orientado acertadamente con esta nueva Lumix G9. Mejorando todos los aspectos necesarios sobre la base de la GH5 para convertirse en una apuesta sólida dentro del panorama fotográfico –el videográfico lo tiene más que cubierto con su familia GH–. Los resultados obtenidos en nuestras muestras han sido más que satisfactorios, con imágenes de calidad y mayor respeto en su procesamiento, el punto más flaco de toda la gama Lumix desde sus orígenes.
El visor EVF alcanza en esta G9 una nueva cota de calidad para el sistema Micro Cuatro Tercios, de la misma manera el cuerpo de cámara nos parece lógico, cómodo y más fotográfico en su diseño.
Sobre la óptica Leica DG Elmarit 200 mm f/2,8 solo queda ahorrar esos 3.000 € que cuesta –recordemos ese teleconvertidor 1,4x incluido por omisión– para todos aquellos interesados en las focales más largas. A la espera de poder analizar mejor su efecto “bokeh duro” estamos ante un objetivo sin tachas, está claro que su rendimiento y precio son propios del terreno profesional al que pertenece.