Todo lo que se está haciendo para que haya más mujeres en la ciencia y que todavía no está funcionando
Desde el viernes pasado hay en España un telescopio con nombre de mujer. El telescopio didáctico del Centro de Observación del Universo del Montsec, en Lleida, se llamará a partir de ahora Assumpció Català, en honor de la primera profesora universitaria de astronomía de España.
Según el CIS, las profesiones relacionadas con la ciencia (médicos y profesores universitarios) son las mejor valoradas por la sociedad. Por eso, aprovechando que es el Día de la Mujer nos hemos preguntado ¿cuál es la situación de la mujer en el mundo científico? ¿Qué estamos haciendo para mejorarla y por qué no está funcionando?
¿Hay menos mujeres que hombres en ciencia?
Sí, fundamentalmente en las disciplinas STEM (Ciencias básicas, Tecnología, Ingenierías y Matemáticas). En Estados Unidos y centrándonos en física, solo una quinta parte de los doctorandos y solo un 14% de los profesores son mujeres. En España, la gráfica nos muestra una dinámica parecida en nuestra Universidad, pese a que el número de estudiantes y graduados está igualado (o incluso hay más mujeres en algunos casos), la brecha de género aumenta a medida que vamos subiendo en el escalafón profesional.
Según comentaban fuentes del ERC (el Consejo Europeo de Investigación) a Materia, «en la Unión Europea la proporción de mujeres en los puestos de grado A [el escalafón más alto a nivel de investigación] es del 20% y solo del 11% en las ingenierías». Si miramos en fases tempranas de la carrera investigadora las cifras son un poco mejores: «el 33% de los que consiguen una Starting Grant y el 28% de los que logran una Consolidator Grant son mujeres». Mejores, sí; y en la buena dirección pero aún muy lejos de la presencia igualitaria.
No sólo eso, las mujeres por norma general sufren una menor alfabetización científica. Los datos de la Encuesta de Percepción Social de la Ciencia que elabora la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología vienen arrojando los mismos resultados desde hace años: como podemos ver en la gráfica, el colectivo que tiene peores conocimientos científicos son las mujeres mayores y pobres. Y no es casualidad. En septiembre del año pasado, una encuesta a nivel europeo señalaba que el 63% de los españoles creían que las mujeres no valían como científicas de alto nivel. Una buena parte de los encuestados pensaban que a las mujeres les falta «interés por la ciencia, perseverancia, espíritu racional, sentido práctico o espíritu analítico».
¿Por qué esto es un problema?
Está claro que estas divisiones vienen de lejos. Entre 1872 y 1882, 28 de las 32 mujeres que se matricularon en la universidad española lo hicieron en medicina. La ausencia de mujeres en disciplinas ‘técnicas’ (y su abundancia en disciplinas ‘asistenciales’ y educativas) pudiera parecer una cuestión de preferencias. ¿Por qué, en una sociedad libre y democrática, tendríamos que promover que haya más mujeres en ciencia si ellas no quieren?
La falta de diversidad en ciencia es un problema muy serio como indican numerosos estudios científicos.
María Blasco, directora del CNIO, decía que “no es justo atribuirlo solo a una decisión personal de la mujer. Si todo en la sociedad está montado para que sea más difícil para las mujeres, será más difícil”. Más allá de esta reflexión, a la que volveremos en el futuro, podríamos encontrar argumentos a favor de la diversidad en la filosofía de la ciencia o en la teoría política.
Pero, aún más allá, la falta de diversidad en ciencia es un problema muy serio como indican numerosos estudios científicos. Es un hecho bien establecido que la diversidad (sobre todo la diversidad de puntos de vista y experiencias) promueve la creatividad, el descubrimiento y la resolución de problemas, temas centrales de la actividad científica. Pero no sólo eso, la falta de diversidad (ideológica, racial, social o de género), producto de una mezcla de auto-selección, clima hostil y discriminación, supone un riesgo para la ciencia en sí misma (2015).
¿Qué estamos haciendo para solucionarlo?
Fui consciente por primera vez de las diferencias de percepción y reconocimiento hacia el trabajo de las mujeres científicas en el año 2005, cuando me convertí en Miembro de la Royal Society y sólo éramos 3 mujeres y 40 hombres. Ése fue el momento que me cambió
Así reflexionaba la doctora Uta Frith, psicóloga evolutiva y directora del Comité de Diversidad de la Royal Society, una de las instituciones científicas más importantes del mundo. «Lo importante es que no se trata sólo de decir palabras bonitas sobre la igualdad y la justicia, se trata de hacer cosas”, dice Frith. ¿Qué es lo que estamos haciendo?
«No se trata sólo de decir palabras bonitas sobre la igualdad y la justicia, se trata de hacer cosas»
Desde el lado legislativo, la Ley de la Ciencia, la Tecnología y la Innovación de 2011 incorporaba una serie de medidas como: la composición igualitaria de los órganos, consejos y comités así como de los órganos de evaluación y selección; la incorporación de la perspectiva de género como una categoría transversal
en la investigación y la tecnología, y la promoción de los estudios de género; dar visibilidad a las brechas de género que existan; la eliminación de sesgos en los los procesos de asignación de recursos; y la creación de planes de igualdad.
A nivel social, han surgido iniciativas interesantes como el día de Ada Lovelace (el segundo martes de octubre), el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia (el 11 de febrero), programas educativos como Hipatia o premios como Por la Mujer en la Ciencia que tratan de visualizar y prestigiar el papel de la mujer en el ámbito científico. A nivel académico-divulgativo, quizá la iniciativa más interesante es ‘Mujeres con Ciencia‘ una iniciativa de la Cátedra de Cultura Científica de la Universidad del País Vasco dirigida por Marta Macho.
En este sentido, los medios de comunicación tienen un papel fundamental. Beatriz Sevilla lleva un par de años reflexionando sobre este tema (y 2) en el evento de divulgación científica más importante del país, Naukas. Aunque seguramente, la herramienta más interesante que ha surgido desde los medios de comunicación ha sido Órbita Laika, el programa de divulgación científica por excelencia de los últimos años. Órbita Laika dirigido por Jose A. Pérez presentaba una nómina de colaboradores equilibrada consagrando a periodistas y divulgadoras como América Valenzuela y Clara Grima como referencias de la comunicación científica en todo el país.
«Vamos hacia una mejora progresiva»
Los datos, como decíamos, apuntan a que vamos hacia una mejora progresiva. Capitolina Díaz, presidenta de la Asociación de Mujeres Investigadoras y Tecnólogas decía en El País que esto “indicaría que no solo el pool de partida de mujeres es cada vez más potente, sino que las medidas de igualdad empiezan a tener algún efecto y hay, por tanto, que sostenerlas y reforzarlas”.
Aunque, como avanzábamos en el título, no hemos conseguido atajar el problema, poco a poco vamos encontrando mejores medidas, políticas e iniciativas. Si queremos conseguir una ciencia y una sociedad mejor debemos asegurarnos de que el futuro no dependa de la suerte sino de la creatividad, el mérito y la justicia. Por suerte, estamos trabajando en ello.
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La noticia
Todo lo que se está haciendo para que haya más mujeres en la ciencia y que todavía no está funcionando
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Xataka
por
Javier Jiménez
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