Telegram quiere que piratees música
La última actualización de la aplicación trae a colación el eterno dilema sobre las facilidades que se le han de proporcionar al usuario para realizar determinadas acciones.
Las aplicaciones de mensajería son algo tan común en la actualidad como lo es ir a comprar el pan todas las mañanas. La llegada de internet en general y la popularización de los teléfonos móviles en particular han hecho que estas se expandan como la pólvora entre la población y hayan calado muy hondo en todos los segmentos de la misma.
Si bien es cierto que el éxito varía de unas a otras, todos somos capaces de identificar al menos tres plataformas de mensajería instantánea que nos permiten comunicarnos con nuestros contactos de manera más o menos similar. Una de ellas es Telegram, la app rusa que apareció como respuesta a la hegemonía de WhatsApp y que, si bien está lejos de suponer una amenaza real para esta segunda, cuenta con una base que supera los 100 millones de usuarios y que no deja de aumentar día tras día.
Para triunfar, eso sí, es necesario diferenciarse de la competencia. Esto es algo que tuvieron muy presente en Telegram desde el primer momento, ofreciendo características como los stickers, la posibilidad de enviar gifs haciendo uso directamente del buscador interno de la aplicación o el contactar con otra persona mediante su nombre de usuario en lugar de tener que hacer uso del número de teléfono. En el camino también llegaron implementaciones tan útiles como los bots o los grupos de difusión, convirtiendo a la app en un centro de información y no sólo de entretenimiento.
Forzando los límites
Con el último añadido, liberado durante el día de ayer, aún no está claro si están comenzando a excederse en esa actitud de “proveedores de todo”, una dinámica con la que les va muy bien pero que no siempre tiene que ser acertada. En esta actualización, además de otras novedades, se implementa un reproductor multimedia que no solo mejora al anterior en términos estéticos, sino que lo hace útil a nivel general. Si antes se podían reproducir canciones, ahora se puede navegar entre ellas de una manera muy sencilla a través de un reproductor que, efectivamente, parece más propio de una app de música que de mensajería.
Para poder demostrar la utilidad esta nueva función Telegram ha habilitado un canal (@cctracks) en el que se pueden descargar varias canciones sin copyright. El problema, como siempre, viene con las libertades añadidas que cada uno se puede tomar gracias a esto. Hace tiempo ya que en Telegram existen numerosos canales de distribución de música y bots que permiten buscar las canciones que se quieran en base a su título o autor. Así pues, nada impide descargarse las propias o incluso crear listas de canciones mediante diferentes chats. Hasta ayer era fácil escuchar música de manera pirata en Telegram. Ahora sigue siéndolo y las razones para ello han aumentado.
El “todo vale” le está saliendo muy bien, por el momento, a Telegram. Pero ¿hasta qué punto es ético, moral o es correcto incentivar este tipo de conductas dentro de un servicio con millones de usuarios detrás?