Tamron 100-400 mm f/4,5-6,3 Di VC USD – Prueba de campo
Ahora que ya está disponible en los escaparates el último zoom tele de Tamron presentado hace unos meses, disponemos de una unidad definitiva para realizar una prueba de campo con este potente objetivo para cámaras réflex de “formato completo” (24×36 mm) de Canon y Nikon.
El rango de focales que ofrece lo convierte en un objetivo ideal para deporte y naturaleza. A ello contribuye su reducido peso –1.150 g– y su buen rendimiento, más aún si tenemos en cuenta el ajustado precio por el que se pone a la venta –en torno a 800 €–.
Diseño y manejo
Su aspecto exterior no sorprende pues sigue la línea estética de los últimos modelos lanzados por el fabricante japonés: acabado mate y líneas sobrias con suaves curvas que sugieren calidad. Todos los mandos están muy integrados y destacan los generosos aros de goma para controlar el enfoque y la distancia focal.
Sí sorprende la mencionada ligereza. De hecho, este zoom pasa a ocupar el puesto de más ligero de su categoría gracias a que en su construcción se utiliza una aleación de magnesio. Algo que agradecerán los fotógrafos a quienes va destinada esta óptica, acostumbrados a cargar con el lastre de los potentes teleobjetivos para cámaras DSLR.
No podemos decir lo mismo del considerable, aunque lógico, tamaño –unos 20 cm de longitud– que aumenta más aún al aplicar la máxima longitud focal y añadir el parasol –cerca de 33 cm–. Imposible pasar inadvertido con semejante objetivo e imposible dejar de escuchar la consabida frase de “con semejante aparato ya saldrán buenas fotos…”.
Gracias a su liviano peso y a pesar de su longitud, presenta un reparto de pesos equilibrado sobre la Canon EOS 5DS R utilizada para la presente prueba de campo. No supone una carga extra para la muñeca o el codo ya que no cabecea. Al montar en trípode, sin embargo, dado que no contamos con el apoyo extra de la mano izquierda, se agradecería la montura que se ofrece como opción para adelantar el centro de gravedad, repartir mejor los pesos y evitar posibles trepidaciones producidas por el desequilibrio.
En la parte frontal incorpora un grueso anillo de goma pensado para absorber los golpes que, presumiblemente, puede recibir con facilidad en las sesiones para las que está pensado. En la trasera, la junta de goma nos recuerda que este Tamron está sellado y protegido contra las inclemencias climáticas.
Para ello, además de la aludida junta, todos los puntos críticos –uniones y botones– llevan un sellado especial que previene la entrada de polvo y humedad. Además, la lente delantera lleva un recubrimiento de flúor que repele agua y grasa y facilita la limpieza. No obstante, la lente trasera se desplaza cuando accionamos el zoom dejando al descubierto el interior del objetivo, lo que facilita el bombeo de polvo al interior.
Los aros de enfoque y zoom, de generoso tamaño, presentan un tacto suave gracias al anillo de goma dentada. Un giro progresivo y preciso facilita la elección exacta del punto deseado. El de enfoque, más próximo a la cámara y ligeramente más estrecho, gira sin fin y se puede utilizar para afinar el enfoque aunque hayamos utilizado el AF. Dispone, además, de una ventana con escala de distancias de enfoque.
Contamos con tres botones: uno de bloqueo de zoom para evitar el movimiento indeseado durante el transporte, el conmutador de estabilizador y el de foco. Este último dispone de tres posiciones: AF, MF y limitador.
En la serigrafía del barrilete no se especifican los recorridos del límite dado que éstos dependen de la distancia de enfoque que hubiera cuando selector se encontraba en la posición AF: si hubiéramos enfocado previamente a más de 7 m, limitaría las distancias desde aquí a infinito y, si a menos, desde la distancia mínima de enfoque –1,5 m– hasta 7 m. Esta medida de límite se puede cambiar a través del accesorio –no incluido de serie– TAP-in console compatible con todos los últimos objetivos de Tamron.
El conmutador del estabilizador ofrece también tres posibilidades: desactivado, modo 1 y modo 2, para cuando deseamos realizar barridos. Los ajustes del modo 1 también pueden ser personalizados con el TAP-in console.
Diseño interior y muestras
El esquema óptico está formado por 17 elementos distribuidos en 11 grupos que incluyen tres lentes de baja dispersión –LD– para ofrecer un alto índice de transmisión de luz y controlar, al tiempo, las aberraciones cromáticas, aunque no llegan a desaparecer por completo.
Como viene siendo habitual en los modelos más recientes de Tamron, las lentes llevan los recubrimientos eBAND –Extended Bandwidth & Angular-Dependency– y BBAR –Broad-Band Anti Reflection– que previenen los reflejos, destellos e imágenes fantasma al tiempo que aumentan la nitidez general de la imagen. Así, podemos verificar que durante nuestra prueba difícilmente aparecen, incluso cuando la fuente de luz llega directamente frontal al objetivo.
Del enfoque automático se encarga un motor que funciona con rapidez y precisión en todas las circunstancias a las que nos hemos enfrentado. Al menos en equipo con la EOS utilizada para realizar la prueba. A ello contribuye el microprocesador de alta velocidad (MPU) que, mediante una serie de algoritmos, aumenta la capacidad de reacción del foco y su precisión.
Enfoca a una distancia mínima de 1,5 m que, aunque pudiera parecer excesivo, está más o menos en concordancia con lo habitual en este tipo de ópticas. Esto supone un índice de magnificación de 1:3,6. Aunque no hemos sufrido ningún problema de dudas ni lentitud durante el proceso de AF, para agilizar el trabajo dispone, como hemos dicho, de un limitador de distancias de enfoque.
El mismo procesador que amplifica la señal digital para enfocar más rápido, sirve así mismo para aumentar la precisión del control de vibraciones. Un estabilizador que anuncia hasta cuatro pasos y que posibilita una de las bondades ofrecidas por este objetivo: poder trabajar con él en cualquier circunstancia sin necesidad de apoyo extra.
Sin duda, su buen funcionamiento ha quedado demostrado durante esta prueba, ya que hemos logrado resultados muy aceptables con tiempos de obturación totalmente desaconsejados para un teleobjetivo. Aunque hemos de reconocer que la fiabilidad con tiempos muy cortos –1/40 s, 1/50 o inferiores– no es del 100 %, lograr fotos sin trepidar con un teleobjetivo a esos valores ya supone todo un logro.
El diafragma formado por 9 palas muestra un desenfoque circular y progresivo. Dispone de control electromagnético también para las monturas Nikon de casi todos los modelos actuales. Abre hasta f/4,5 en la distancia focal más corta y hasta f/6,3 en la más larga; no podemos esperar otra cosa de un teleobjetivo zoom con estos rangos focales y este precio. Y, aunque esta escasa luminosidad supone, quizá, el principal punto negativo de esta óptica se compensa con las bondades del aludido estabilizador.
Cierra hasta f/32 y f/45 según la focal elegida, pero difícilmente encontraremos situaciones en las que utilizar esos valores sin subir ISO. Tampoco resultará necesario porque la difracción empieza a aparecer a partir de f/16 y, por tanto, desaconsejar el uso de esas aperturas. En realidad, la luz disponible en la mayoría de situaciones y la búsqueda del máximo rendimiento del objetivo nos llevarán a no sobrepasar dos o tres pasos la mayor abertura.
El viñeteo, que se muestra a máxima apertura, desaparece tan pronto cerramos dos diafragmas en cualquiera de los rangos focales. La distorsión se ha controlado mucho y apenas resulta visible, aunque se mantiene un ligero acerico durante todo el recorrido focal.
Conclusiones
Con frecuencia pensamos que no existe el objetivo perfecto si buscamos el equilibrio entre calidad-precio-peso-prestaciones. Tampoco a este nuevo zoom de Tamron podría aplicársele tal calificativo en términos absolutos, pero si pensamos lo que ofrece por lo que cuesta, no anda lejos porque, sin destacar en ningún apartado, tampoco penaliza en aspecto alguno y eso, no lo olvidemos, por poco más de 800 €.
Aunque pensado para cámaras con sensores de “formato completo” (24×36 mm), también resulta apto para captores APS-C por lo que su rango de focales –100-400mm– alcanzaría una equivalencia 150-600 mm. Como, además, resulta compatible con los teleconvertidores de Tamron 1,4x y 2x, los amantes de la fotografía de naturaleza tendrán muy fácil acercarse a su objeto sin llamar la atención y, recordemos, sin lastrar su mochila.
Si tenemos en cuenta que los objetivos propios de Canon y Nikon llevan varios años en los escaparates y tienen un precio bastante más elevado, nos queda pensar que su principal adversario en el mercado actual será el modelo de Sigma, aunque es más pesado, más caro y con una distancia mínima de enfoque un poco mayor.