Stranger in Paradise
De entre el compendio de experimentos, obras inéditas, ensayos humanos, testigos socioculturales, y demás maravillas que encontramos en el Atlántida Film Fest 2017, esta edición brilla con especial candor y parte desde ya como una de las favoritas, Un extraño en el paraíso (Stranger in Paradise. Guido Hendrikx, 2016). Una producción holandesa no distribuida en nuestro país, y que ahora podrá catarse en Filmin, dentro de la interesante oferta de títulos que nos brinda al amparo europeo del festival.
Y es que un festival que gira en torno a Europa, no podía dejar de contener en su programación un título como este. Y menos, en su nueva sección bautizada como Muros y Fronteras. Un ensayo cercano sobre las fronteras y el cierre de la Europa donde se vive bien ante la desesperada avalancha migrante. Stranger in Paradise es pura política, pero también pura didáctica. Cine del necesario para todos aquellos cuya ignorancia sólo les deja ver una cara de este poliedro enorme.
Supone el debut en el largometraje para su director y guionista Guido Hendrikx, si bien no era ningún diletante por los lares del cine documental. Su primer trabajo es Day is Done* (2010), un corto sobre la agorafobia que narra la experiencia de un señor que no sale de su casa en dos años. Le siguieron el poético Studyfactory (2013) y Escort (2013), que ya trataba el tema de la inmigración en una escalofriante historia sobre una patrulla de “deportadores”. Su último trabajo en formato corto fue Onder Ons (2014), interesantísimo ensayo sobre la pedofilia en 24 minutos para la televisión holandesa, y ahora nos llega Un extraño en el paraíso (Stranger in Paradise. Guido Hendrikx, 2016) su primer largo… y no sabría yo decirles bien si documental o no.
Ambientada en una hipotética clase para inmigrantes que solicitan el permiso de residencia en Holanda, Stranger in Paradise reflexiona, a caballo entre el documental puro y duro y la más naturalista de las ficciones, sobre las relaciones de poder entre los europeos acomodados en un “Estado de bienestar” que les ha explotado en la cara, y los refugiados anhelantes de asilo que escapar de un llamado “Tercer Mundo” explotado ya hace décadas por el europeo vil.
En el interior de los inquebrantables muros imaginarios, trazados tan sólo por una escuadra y un cartabón en un mapa, los inmigrantes recién llegados son tutelados por este extraño personaje llamado directamente Europa, e interpretado a las mil maravillas por Valentijn Dhaenens con la mayor de las precisiones y una verdad incontestable. Cerrados a cal y canto, pupitre y pizarrón de por medio, viajeros precarios procedentes de un sinfín de naciones recorren el mismísimo camino de la amargura hacia la absoluta incertidumbre, pasando pruebas, interrogatorios y meras cribas, entre discusiones sobre colonización y religión, solicitudes de asilo al borde de la ética, complejos de culpa varios y negruzcas esperanzas. Todo esto en un relato repleto de material extraído directamente de la vida misma, que no sólo juega con la fina línea entre realidad y ficción, sino también con las distintas líneas temporales de los aconteceres. Lo verdaderamente importante –lo único, de hecho– no es la diégesis, sino el debate. El mano a mano, principalmente entre Europa y África, donde puede oírse y, he aquí la novedad, ver escuchar a todo el mundo. Observar, desde el punto de vista del azaroso refugiado, cómo reacciona antes los distintos mecanismos que el “Primer Mundo” tiene para derrumbar sus esperanzas.
Bazuqueando los humores narrativos para no abandonar nunca la mayonesa entre la ficción y el documental, este excelente trabajo de Hendrikx nos presenta personajes como cualquier película que vemos todos los días, al tiempo que abraza el vocabulario de reportaje ensayístico sin pudibundeces. Y así, el relato arranca con una breve secuencia de montaje que ilustra la voz en off de narrador omnisciente de toda la vida, a modo de introducción, para ponernos al corriente de la historia reciente del mundo moderno. Una inmensa Torre de Babel donde se hablan idiomas para llenar varias plazas de toros. Tras este certero, conciso y detallado exordio, podemos leer el rotulo, sobreimpresionado en la imagen: “ACTO I. En el que él les cuenta cómo es”.
Si Lars Von Trier hiciera un documental sobre la actual crisis migratoria en Europa, sería como Stranger in Paradise.
Filmin
Distintos hits musicales, cuya letra hace perogrullesca referencia a lo que se trata –éxitos del nivel de Expecting to fly de Buffalo Springfield, Fell in love with an alien de aquellos rubios de The Kelly Family que servidor jamás supo si eran en realidad familia, o la emblemática The Stranger Song del máster Leonard Cohen–sirven de cortinilla de transición entre capítulos, o “actos”, donde los pobres migrantes pasan por un sinfín de pruebas en una acto de lotería absoluta e interrogatorios adornados de entrevista desenfadada donde a alguno le hacen hasta cantar. Eso sí, no piensen que aquí no hay score ninguno, que para eso está la partitura de Juho Nurmela y Ella van der Woude, no vaya a ser.
Por supuesto, no les contaré más. Sólo apuntar que todo este entramado estructural da a tocar en un último acto, donde se realiza el acto más desesperadamente arriesgado y experimental de la cinta, en un juego de absoluta metaficción que hiela la sangre del white trash europeo sin acrobáticas moralinas del tres al cuarto.
Puro Cine Documental Político, del de verdad, del necesario. De ese que quizá sólo sea una Fata Morgana, como apunta el cabrón de Europa en el filme; pero que por lo menos cumple en su ínfula, futilidades del cine -así en general- aparte. Y cine al que puede acceder, a buena calidad, pinchando aquí. Porque, triste es, pero no por ello menos cierto, títulos como los de Atlántida Film Fest no llegarán a ver la luz en sala alguna en nuestro país. De ninguna manera podrán escapar al influjo hipnótico de la aplastante realidad, de las miradas limpias del inocente, del diálogo veraz. Esta es una de las mejores oportunidades para recibir, de mano de este bipolarizado profesor de ficción, una imprescindible lección sobre las muchas caras de nuestra querida Europa, la implacable Europa del Estado de Bienestar; la vieja Europa.
En nuestro medio seguiremos atados a la proa, oteando las estanterías virtuales del Atlántida Film Fest 2017 y reseñando para usted las cintas que más ruido hagan o más peculiaridades contengan, que todo no se puede. Aprovechen que viven en el “Primer Mundo” y véanme cine.