Sony A9 – Prueba de campo
Aunque ya tuvimos ocasión de usar durante unas horas la nueva Sony A9 durante la presentación en Italia de los nuevos zoom angulares de este fabricante, nos dejó tan buen sabor de boca que teníamos ganas de exprimirla a fondo. En esta ocasión, hemos podido pasar unos cuantos días con ella para utilizarla en todo tipo de situaciones reales. ¿Qué tal se ha comportado?
Sony presentó la A9 el pasado mes de abril, no como una sustituta de su popular A7, sino dando un paso por delante de ésta para competir con los modelos réflex de alta gama que más se ven en los terrenos profesionales, principalmente la Canon EOS 1DX y la Nikon D5. Por este motivo, la compañía ha puesto especial énfasis en la velocidad, tanto de disparo como de enfoque; aunque estos avances no llegan solos.
Ergonomía y manejo
Cuando se toma entre las manos, resulta inevitable compararla con la A7. Parece evidente que éste ha sido el punto de partida y por ello encontramos parecidos más que razonables. Un cuerpo algo más pesado –unos 75 g más– y unas medidas prácticamente idénticas; tan sólo 3 mm más de grosor, que sirven para mejorar el agarre.
Si muchos se quejaban de que la A7 “no era tan pequeña para ser sin espejo”, no se puede decir lo mismo de esta A9 si se compara con las cámaras a las que pretende batir. Durante la presente prueba de campo hemos llevado todo el día la cámara a cuestas acompañada del peculiar –y no especialmente ligero– Sony FE 100 mm f/2,8 STF G Master y en ningún momento nuestro hombro se ha resentido por el peso.
Del mismo modo hay que reconocer que, a pesar de no tratarse del objetivo más versátil para esta cámara, el conjunto se ha portado como un buen compañero de trabajo durante estos días pudiendo resolver sesiones de retrato, espectáculos, deporte e incluso naturaleza.
La empuñadura ofrece un magnífico agarre, no sólo con este 100 mm que usamos para la presente prueba sino también con el 16-35 mm y con el 12-42 mm que probamos hace unas semanas. En todos los casos se mantiene el equilibrio cuerpo/objetivo y la muñeca no sufre por el cabeceo.
A nivel ergonómico, disponemos de nuevos controles que mejoran el manejo, como el práctico joystick en la posición del pulgar derecho para elegir el punto de enfoque; un elemento, por suerte, cada vez más común en las cámaras de alta gama orientadas a un uso profesional y que agiliza mucho el trabajo.
Del mismo modo, encontramos un dial doble en la parte superior para elegir el arrastre –anillo interior– y el modo de autoenfoque –anillo exterior–, ambos con pulsador de seguridad para evitar cambios indeseados.
En una cámara con orientación deportiva no podía faltar tampoco un botón específico para AF-ON, lo que obliga a la reubicación con respecto a la A7 de otros botones multifunción. Cambia también el botón de grabación de vídeo, colocándose ahora en un lugar más protegido de accionamientos involuntarios. Se añade también un botón especialmente destinado al bloqueo de exposición. No obstante, tanto esta función como las de todos los demás botones puede reasignarse a gusto del usuario.
Tampoco podía faltar en una cámara con estas aspiraciones la doble ranura para tarjetas, una de ellas capaz de leer UHS-II. Además, para evitar aperturas indeseadas, la portezuela que da acceso a la ubicación de éstas tiene un seguro de bloqueo.
Se mantiene el tamaño de la pantalla y su basculación, pero la resolución aumenta ligeramente hasta los 1,44 millones de puntos, y además permite el enfoque táctil; una función cada vez más frecuente en las nuevas cámaras que aparecen en el mercado, muy práctica cuando se trabaja con la pantalla y de dudosa utilidad cuando se utiliza el visor.
Ya que mencionamos el visor, aquí encontramos otra importante novedad pues se ha dotado a la Sony A9 con un True Finder de tecnología OLED Quad-VGA de 3,69 millones de puntos de resolución. Puesto que no todo el mérito de un visor corresponde a la parte electrónica, el sistema óptico incluye una lente aesférica de doble cara con multirrevestimiento Zeiss T*.
Las imágenes se muestran con un aumento del 78 % y un tiempo de refresco de 120 fps, por lo que se consigue una experiencia de visión muy similar a la de un visor óptico. No se percibe en absoluto el blackout, ni siquiera disparando en ráfaga a máxima velocidad. Recordemos que, en condiciones similares, en una cámara réflex se percibiría el movimiento del espejo.
La Sony A9 ofrece un aspecto general de robustez y resistencia. A ello contribuye un cuerpo rígido fabricado en aleación de magnesio protegido contra la humedad y el polvo, con juntas de sellado en los puntos críticos. A pesar de esta construcción de buena factura, Sony se cubre las espaldas y no se atreve a garantizar una protección total; algo que sucede, no sólo en este equipo, sino en otros del mismo fabricante.
Sensor
Como ya hemos comentado más arriba, la velocidad es una de las características protagonistas de esta cámara. Para empezar, la velocidad de grabación de datos en el sensor, sin la cual el resto de esfuerzos resultaría inútil. La A9 está dotada con un sensor CMOS de 24×36 mm y 24,2 Mpx de resolución efectivos, que se distingue de otros por integrar una capa de memoria apilada –stacked–, con lo que se consigue aumentar enormemente la velocidad de lectura.
Su captor con tecnología retroiluminada permite a la A9 alcanzar un elevado valor de sensibilidad de hasta ISO 204.800. Los comentarios al respecto de estos valores coinciden con los expuestos en casos similares con otras cámaras: límites tan altos permiten resultados aceptables a valores intermedios, insospechados hace no tanto. Con una iluminación adecuada, incluso a la mitad de este tope podemos tolerar el ruido y la distorsión cromática. También, como hemos observado otras veces, nos gusta más el ruido “natural” del archivo RAW que el procesado JPEG realizado por la cámara.
Buena parte del mérito corresponde al procesador BIONZ X, que se ha optimizado para poder gestionar la alta velocidad de las capturas de la A9 y eliminar el ruido de las imágenes tomadas con valores ISO elevados. Recordamos en este punto que la A9 permite realizar ráfagas de hasta 20 fps… casi una grabación de vídeo, ráfaga que mostramos a continuación, reproducida en formato de vídeo para facilitar su lectura/comprensión.
Una velocidad tan elevada que, en muchos casos, optamos por la ráfaga media –10 fps– o incluso la lenta –5 fps– para no saturar nuestra tarjeta con imágenes prácticamente idénticas –salvo que sea estrictamente necesario–. Ciertamente, a poco que nos descuidemos, disparando en ráfaga no resulta extraño volver a casa con cerca de mil fotografías realizadas en una sola sesión. Si en estas circunstancias no se encuentra “el momento preciso”, es que no se produjo…
Durante nuestras prueba de campo, configuramos la cámara para guardar los archivos en RAW+JPEG de alta calidad. En ningún momento, durante todo el tiempo que trabajamos con la Sony A9, esto supuso un problema para la memoria interna de la cámara ni para la velocidad de procesamiento, aunque hay que decir también que utilizamos una tarjeta SD XC II de clase 10, capaz de escribir a casi 300 MB/s. Algo casi imprescindible para lograr el máximo aprovechamiento de una cámara de estas características.
Enfoque
Esto nos lleva a otra de las cuestiones clave en la A9: de poco serviría una ráfaga tan rápida si el foco no mantuviese el “tipo”. Casi toda la pantalla –93 %– está cubierta por un total de 693 puntos de AF con detección de fase. El algoritmo que sigue el enfoque continuo realiza hasta 60 cálculos por segundo de tal manera que resulta difícil perder el movimiento del sujeto. La sensibilidad de seguimiento se puede configurar en función del tipo de desplazamiento realizado por el motivo.
En la práctica, hemos comprobado que funciona francamente bien, incluso en situaciones de luz muy escasa. En ninguna de las situaciones a las que nos enfrentamos para probar el seguimiento de enfoque, éste falló, logrando secuencias con todas las fotos en foco. Si el enfoque continuo funciona bien, se da por supuesto que el enfoque simple no podía ser menos, y así es: rapidez y precisión en todas las circunstancias probadas.
Ayuda mucho al trabajo el ya comentado joystick que permite agilizar la elección del punto deseado. El enfoque táctil a través resulta muy práctico cuando se trabaja con la pantalla o durante la grabación de vídeos. Asimismo, también se ha mejorado la detección de rostros y de ojos, para facilitar el enfoque durante los retratos.
Que el enfoque supone uno de los puntos donde más atención se ha puesto en el desarrollo de la A9 lo apreciamos no sólo en los aspectos más importantes ya reseñados sino en variadas funciones, aparentemente menores, pero que mejorarán la vida diaria del fotógrafo. Un ejemplo de ello es la posibilidad de registrar áreas de enfoque utilizadas con frecuencia y recuperarlas cuando sea preciso.
Obturador electrónico
En la velocidad de ráfaga alcanzada tiene mucho que ver el trabajo del obturador electrónico. Éste permite que el avance de los sujetos se perciba en el visor sin interrupciones, como si estuviésemos grabando vídeo.
Este mismo obturador permite una captura silenciosa, muy útil en naturaleza o fotografía de espectáculo, y tiempos de obturación de hasta 1/32.000 s. Estas altas velocidades suelen provocar el efecto de distorsión del sujeto en movimiento conocido como rolling shutter. Para evitarlo, la A9 dispone de un sistema de desplazamiento de la cortina que elimina esta deformación.
Estabilizador
Sony anuncia una estabilización de 5 ejes en el cuerpo, pero –como ya hemos visto en otros modelos del mismo fabricante– se trata en realidad de un 3+2. Es decir, 3 ejes de estabilización en el cuerpo complementados con dos más de las ópticas compatibles.
Sea como fuere, en la práctica hemos comprobado un excelente resultado del sistema pues, incluso con el objetivo de 100 mm que hemos usado para la prueba, hemos logrado imágenes sin trepidación con tiempos de obturación bastante lentos, aunque en este campo hay que recalcar que otros fabricantes consiguen también resultados sobresalientes.
Conectividad
Actualmente, es cada vez más difícil encontrar una cámara que no lleve los logotipos de Wi-Fi, Bluetooth o incluso NFC. Por supuesto, los encontramos también en la Sony A9. En este caso, además, la conexión Bluetooth permite geoetiquetar las fotos a través del teléfono móvil con la aplicación Play Memories Mobile instalada.
Sin embargo, para recordarnos que tenemos delante una cámara profesional, a estas conexiones ya habituales, se incorpora un puerto Ethernet LAN para transferencia de archivos (FTP). De esta manera se agiliza la transmisión de archivos cuando el tiempo y el tamaño de los archivos manda. Estas imágenes, además, se pueden cifrar con el protocolo SSL/TLS para aumentar la seguridad en la transferencia.
Seguimos disponiendo, no obstante, de la cada vez más longeva conexión USB 2.0. Esto, si bien penaliza la velocidad de transmisión, beneficia la compatibilidad, evitando tener que cargar con varios cables. Este puerto sirve, además, como entrada de energía para cargar la batería dentro de la propia cámara.
Una batería, por cierto, completamente nueva. Bajo la referencia NP-FZ100, dispone de una capacidad anunciada máxima de 650 disparos, que durante nuestra prueba de campo se ha prolongado bastante más, pues nos ha permitido terminar cada jornada de trabajo sin necesidad de reponer ni cargar la batería a pesar de que algunos días hemos disparado bastante más del límite indicado.
Lo que nos lleva a la siguiente pregunta que muchos lectores se estarán formulando en vista de los comentarios aparecidos en algunos foros durante las últimas semanas: ¿Sufre la Sony A9 sobrecalentamiento? Como indicábamos al principio de la prueba, hemos utilizado la cámara durante varios en días en situaciones muy diversas y sólo hemos notado que la empuñadura se calentaba por encima de lo normal durante una sesión en un circuito de karts a las dos de la tarde de uno de los días más calurosos del año 2017…
Aunque ni siquiera en este momento la cámara llegó a apagarse, ni aparecer señal de aviso de sobrecalentamiento, no podemos garantizar que con otro tipo de uso o en otro tipo de circunstancias la cámara se caliente por encima de lo normal. Quizá el problema que originó dicho “revuelo” ha quedado solucionado con la actualización de firmware, aunque quizá no hemos llegado a poner la cámara al límite que ocasionaba el problema.
En aras de esta profesionalización, hemos echado en falta la posibilidad de escritura de metadatos en los archivos. No podemos ni valorar la fotografía mediante estrellas ni, escribir ningún otro tipo de dato de toma.
Entre las pantallas del menú se ha incluido una nueva completamente que permite incluir en ella las opciones preferidas por el usuario para acceder rápidamente a las configuraciones más frecuentes. Del mismo modo, se pueden memorizar diversos ajustes comunes –diafragma, velocidad, punto de enfoque…– y asignar a alguno de los botones multifunción para recuperarlos de manera inmediata.
Vídeo
Un fabricante tan vinculado a la imagen en movimiento como Sony no ha querido dejar a su buque insignia sin los últimos avances en este campo. No podía faltar la grabación en 4K con un sobremuestreo equivalente al que se realizaría para la toma en 6K.
En el dial de arrastre figura un modo denominado “S&Q” que permite variar el ritmo de la grabación para incluir cámara rápida y lenta con tasas desde 1 fps hasta 120 fps, con una velocidad de hasta 60x.
Compatible con el sistema de grabación XAV-S, admite tasas de transferencia de hasta 100 Mbps para la grabación 4K a 30p/24p y de 50 Mbps para la grabación Full HD a 30p/60p. Puesto que un buen número de profesionales del vídeo se encontrarán entre los usuarios de esta A9, se incluyen múltiples funciones para agilizar y mejorar el trabajo.
Conclusiones
Cuesta encontrar aspectos negativos en esta Sony A9. Ni siquiera el recurrente precio pues los 5.300 € que hay que desembolsar para hacerse con una, son similares a los que tenemos que pagar por poseer una Canon 1DX o una Nikon D5, sus principales competidoras.
Los detractores argumentarán, con razón, el miedo al cambio de sistema o el desembolso añadido por dar el salto, “cambiar las reglas del juego”, según reza el eslogan de Sony. No se trata de cambiar de chaqueta y, si no me gusta, vuelvo a la antigua. No. Al desembolso del cuerpo hay que sumar una larga lista de necesidades para poder trabajar en igualdad de condiciones que antes del cambio con el consiguiente paso por caja.
A favor, destacan una ráfaga muy veloz con suficiente capacidad de procesamiento y un enfoque rápido y preciso en cámara que cumple casi todos los requisitos necesarios para desempeñar el trabajo sin impedimentos y… sin impedimenta; o sea, con muchos menos gramos al hombro lo que, a lo largo de una jornada laboral, que se agradece enormemente. No olvidemos la discreción: aunque llevemos colgados del hombro más de 6.000 € –con objetivo– sólo los entendidos lo notarán; y ya sabemos la importancia que tiene en esta profesión no llamar la atención…
Si merece la pena arriesgarse al cambio tendrá que valorarlo cada usuario. No se trata de una decisión sencilla pues en ella influyen múltiples factores, no sólo la calidad de la cámara probada. Desde aquí sólo podemos decir que la Sony A9 dispone de argumentos suficientes como para que la pregunta se plantee muy en serio.