"Somos los que escribimos de tecnología para 100 millones de no expertos en tecnología"
Si sumamos la audiencia que tienen las webs de sus medios, obtendríamos un alcance de casi 100 millones de personas en todo el mundo. Ellos son los que suelen romper la rutina de política, economía y fútbol en portada con noticias de gadgets, procesadores o hackeos. Son los que escriben de tecnología para varios de los medios generalistas más importantes en español, los traductores de lo que pasa en un mundo de smartphones, procesadores y redes sociales para personas que no entienden la mayoría de tecnicismos del gremio.
¿Cómo es ser un periodista especializado en tecnología para un público tan grande y no experto en tecnología? Hablamos con Rosa Jiménez Cano (El País), Javier López Tazón (El Mundo), Francesc Bracero (La Vanguardia), José Manuel Nieves (ABC), Ricardo Sametband (La Nación), Violeta Molina (Agencia Efe), José Manuel Sánchez Daze (ABC) y Pablo Romero (antes en El Mundo y El Español).
¿Por qué la tecnología?
Probablemente en la actualidad la tecnología es uno de los sectores más de moda en el periodismo. No hay más que echar un vistazo a la cantidad de web especializadas, blogs o canales de YouTube que se dedican a ello. Sin embargo, la mayoría de los periodistas con los que hemos hablado llevan más de diez años informando sobre tecnología en medios generalistas. Algunos, como José Manuel Nieves (ABC) o Javier López Tazón (El Mundo), más de 20 años. ¿Por qué se decantaron por tecnología en vez de algún otro tema más típico y tradicional?
Es curioso porque en las respuestas de todos ellos aparece un factor común: la casualidad. Entonces no había periodistas especializados en tecnología porque ni siquiera había secciones de tecnología como tal, así que la mayoría de ellos empezaron por una mezcla de «pasaba por aquí» y gusto personal. Ricardo Sametband (La Nación) resume muy bien este punto:
En mi casa había tecnología desde que yo era chico; la primera computadora, una Texas Instruments TI 99 4/A, llegó cuando tenía 9 años, y la disfrutaba mucho. Soy de la primera generación de chicos que tuvieron una computadora en el hogar. Cuando decidí ser periodista siempre pensé que sería periodista científico o cultural, pero con el cambio de siglo (y post Windows 95, digamos) había mucho interés por las computadoras, sobre todo por lo que entonces se llamaban computadoras multimedia (que tenían pantallas color y lectora de CD); era una oportunidad de hacer algo que me gustaba (escribir) sobre algo de lo que no era ni soy un experto (pero que me gustaba).
Y aquí Ricardo señala la clave:
Y no había mucha gente dispuesta a hacerlo. Así que lo aproveché. Implicaba ir por un camino lateral, poco transitado, pero en el que se valoraban más mi conocimientos (gente que pudiera escribir de fútbol o televisión había por miles). La primera nota que publiqué en La Nación era sobre las palmtops (1998) en su suplemento de informática, que había nacido poco antes (1996).
Claro, si ese puesto de periodista tecnológico fue surgiendo de manera más o menos espontánea, ¿había directrices editoriales? ¿Cómo se enfocaban los temas? Pablo Romero, con experiencia de 13 años en diferentes medios generalistas, explica el proceso en El Mundo:
En El Mundo no tenía directrices editoriales, la verdad. Para la dirección era invisible, aunque la sección tenía su público. Era una de las ventajas de trabajar más solo que la una. Me ‘autoimpuse’ unas sencillas reglas: el ‘cacharreo’ y los rumores, bien por agencias o máximo tres párrafos; lo que tuviese un interés social más allá de lo tecnológico -seguridad, ciberderechos, propiedad intelectual y patentes, batallas empresariales y libertades individuales, etc.-, más en profundidad.
Francesc Bracero de La Vanguardia y Rosa Jiménez Cano de El País suscriben esa falta de dirección editorial y, en su lugar, señalan que sus medios les dan libertad temática siempre y cuando se hagan con «honestidad y transparencia» y sin caer en la publicidad gratuita.
José Manuel Sánchez y José Manuel Nieves, ambos de ABC, hablan de una mezcla de información con contenidos más didácticos, y aquí Ricardo Sametband apunta un matiz muy interesante:
A quien le interesa activamente la tecnología va a tener otras fuentes de información que no seremos nosotros (irán a la fuente directa, a medios especializados, etcétera). Por eso ser didácticos es siempre lo que te piden desde arriba (¡que se lea más fácil!), mientras nosotros siempre buscamos poner dentro del texto algo un poco más técnico para que el lector un poco más avanzado tenga dónde morder, o una punta de la que tirar. Es un ir y venir: si hacés todo más y más básico llega un punto en el que no avanzás, estás explicando qué es un sitio Web cada vez. Cuando nació la sección de Tecnología era más técnica, y tenías la posibilidad de hacer notas sobre temas más laterales; hoy es muchísimo más blanda.
Caso aparte es el de la Agencia Efe, que es una empresa de servicio público y su misión es diferente porque acaba siendo el proveedor de información de muchos medios en español. Lo cuenta Violeta Molina:
La primera directriz es elaborar información veraz y clara, sin opinión. Somos proveedores de información para otros medios, por lo que nuestras informaciones tienen un estilo directo y se redactan con un enfoque generalista, con precisión, pero huyendo de tecnicismos. He de escribir teletipos sobre tecnología que cualquier lector pueda asimilar y comprender. Las informaciones siempre han proceder de una fuente fiable y ser contrastadas antes de publicarse. Por lo tanto, la Agencia Efe no da espacio a los rumores, pese a que sean tan frecuentes en el periodismo tecnológico.
Cuando la audiencia acaba sabiendo más de tecnología que tú, ¿o no?
Hay conocimiento que con el tiempo se vuelve una obviedad. No es lo mismo conectarse a Internet hoy en día que cuando teníamos que utilizar un módem de marcación telefónica, o instalar un programa o poner en marcha una lavadora. A medida que pasan los años, vamos teniendo la tecnología más integrada en nuestras vidas, y con el boom de Internet y de los smartphones ahora todo el mundo puede convertirse aprender y profundizar en una materia.
¿Son los lectores ahora más expertos en tecnología que hace 10 años? Todos los periodistas a los que hemos consultado están de acuerdo en que sí, y señalan los comentarios en sus artículos como referencia. Ahora son más exigentes, hacen correcciones y preguntas más técnicas que hace una década, «aunque a veces se pierden las formas», añade Rosa Jiménez Cano (El País). También los lectores se dirigen a ellos a través de las redes sociales y por mail, donde igualmente se aprecia un perfil más especializado.
No obstante, Ricardo Sametband matiza que no es lo mismo saber usar la tecnología que entenderla:
Diría que son más los que entienden de tecnología, y por lo tanto la masa de expertos crece… pero de la misma manera que hace 20 o 10 años los expertos en usar televisores, microondas o automóviles ya eran legión. Hay una diferencia entre los que saben usar la tecnología (y son «expertos en WhatsApp») y los que entienden de ella, desde la creación, desde lo conceptual, desde pensar en su impacto. Es la diferencia entre saber manejar un automóvil y entender qué es ese ruidito que hace en determinada circunstancia.
Pablo Romero argumenta en esta misma línea:
Curiosamente, en estos momentos parece más fácil colar bulos en los medios por la sobreabundancia de información y el limitado tiempo que se dedica tanto a informar como a informarse. Es una señal, en mi opinión, de que la milonga de los “nativos digitales” no es más que eso, una milonga; las nuevas generaciones se están educando con interfaces tan intuitivos y sencillos que hasta un bebé puede dominarlos. No es mérito del bebé, sino del diseñador de esa interfaz. Y el usuario sabe menos que nunca acerca de lo que hay detrás de todos esos ‘asombrosos’ avances. Sirva como ejemplo esta anécdota: mi primer coche fue un viejo Citroën al que una vez reparé el acelerador con un alambre enganchado directamente al carburador. Conseguí que rodase porque yo sabía cómo funcionaba el motor. Ahora ponte a reparar un Tesla, ya verás qué risas.
En definitiva, lo que observan Pablo y Ricardo es que, sí, la audiencia entiende más de tecnología ahora que hace unos años, pero más por necesidad e implementación cotidiana que por conocimiento. O como Sametband resume:
Los que entienden de tecnología siguen siendo un subgrupo, como lo eran hace unos años. Sí cambió la valoración que se hace de ellos, y la visibilidad que tienen estos expertos. Y las formas que tienen de demostrar lo que saben, marcar errores, sugerir correcciones. El lema siempre fue «hay un lector que sabe más que nosotros»; la diferencia es que ahora es más la gente que valora su conocimiento (aunque le resulte incomprensible) y que está dispuesta a prestarle atención.
Violeta Molina concluye sobre el asunto:
Resumiendo y según todos ellos: sabemos más de tecnología como lectores, pero no tanto como parece en la mayoría de ocasiones.
Retos de los «raros» de la sección de tecnología
Dado que la sección de tecnología es una de las más nuevas de los medios generalistas, los periodistas coinciden cuando señalan esa sensación de ser los «raros» del periódico.
Sin embargo, con el paso de los años esa sección de «frikis» ha ido impregnando a otras más tradicionales. Lo apunta José Manuel Sánchez (ABC):
La tecnología lo impregna todo, toca todos los sectores y, al final, es motivo para que, por ejemplo, las secciones de Cultura y Play hablen sobre plataformas de streaming tipo Netflix o Economía y Empresa introduzcan conceptos como Big Data.
Francesc Bracero (La Vanguardia) habla sobre esa implicación de ser los raros de la redacción en una cultura de medios tradicional en la que la tecnología se concebía como una especie de intrusa:
Cuando empecé a escribir sobre tecnología, a muchos compañeros les chocaba. Conseguir que toda una estructura informativa asuma cosas como dedicar espacio y tiempo a un teléfono o una app requería superar una «cultura» que no estaba acostumbrada a estas cosas.
Aparte de ese choque cultural que señala Bracero, hay más retos que los periodistas nos comentaron y que sintetizamos a continuación:
- Más competencia que nunca. «Hoy la competencia es cualquier persona que sepa escribir o hablar a cámara en forma mínimamente correcta. Antes de irse a la competencia un lector lo pensaba, porque había dinero de por medio (compro el periódico, la revista, un libro). Hoy todos los sitios del mundo están a un clic de distancia. Eso modifica también cómo se piensan algunas notas, y a qué competencia se le presta atención». (Ricardo Sametband).
- Opacidad empresarial. Las empresas que sirven como fuentes de información son opacas por diferentes motivos. «Es muchísimo más complicado explicar temas de tecnología EN PROFUNDIDAD dado que se trata de un mundo complejo y oscuro en el que la transparencia empresarial, institucional y científica brilla por su ausencia. Y los asuntos que se tratan son muy arduos. ¿Podemos explicar cómo funciona un algoritmo? No lo sé.» (Pablo Romero).
- Falta de temas propios. Ligado a lo anterior, es complicado crear temas propios o exclusivos. «La industria tecnológica es, en líneas generales, muy opaca. Las empresas suelen cotizar en bolsa y hay mucha competitividad, por lo que protegen su estrategia con uñas y dientes y controlan al máximo toda la información que nos dan a los periodistas. En las compañías tecnológicas, salvo algunas excepciones, los departamentos de relación con los medios están más orientados al marketing que a la comunicación. Es muy difícil cerrar entrevistas con altos ejecutivos de multinacionales extranjeras, contrastar informaciones desde España, sacar adelante temas incómodos. Salirse de la agenda establecida puede llegar a resultar un acto heroico. En más de una ocasión he llegado a tardar más nueve meses en publicar un reportaje porque las fuentes no querían responder» (Violeta Molina).
- La rapidez. «El hecho de salir pronto puede garantizarte un tráfico potente y, en muchas ocasiones, pecamos de lanzar informaciones a sabiendas que con un poco de tiempo se podrían mejorar. En Informacion tecnología se aprecia mucho esa tendencia, pero creo que los lectores son cada vez más conscientes de estas prácticas. Lo que suele suceder es que se suele cubrir con poco personal una sección que en otros sitios se dispone de más plantilla.» (José Manuel Sánchez).
- Rentabilidad. Aplicable también al resto de medios generalistas. «Cuando empezamos con ABC Informática, la publicidad no cabía en el suplemento, de tanta que había… Hubo veces que el suplemento de tecnología abultaba lo mismo o más que el propio periódico. Pero hoy las cosas ya no son así. La publicidad escasea por todas partes, y un periódico es una cosa muy cara de mantener a flote. Hoy el 90% de la información tecnológica ha pasado a la web.» (José Manuel Nieves).
- No ser medios estadounidenses. «El problema que tenemos es en España que somos un país periférico. No solemos estar en la primera oleada de lanzamientos y, por lo tanto, no accedemos a los productos a la vez que los medios estadounidenses. Sí sucede con determinadas marcas, pero es fundamental tener el producto (o servicio) para poder probarlo y contarlo de la manera más informada posible.» (Javier López Tazón).
- Desigualdad por ser mujer informando sobre tecnología. «En los comentarios son crueles, en los memes, en los tuits. En el mundo de los videojuegos es aún peor. La industria tiene un problema. Con los gadgets también sucede. Cuando te explican características notas cierto desdén. Además, tienden a considerar que tu compañero de sexo masculino es tu jefe. Se dirigen a él como tal…» (Rosa Jiménez Cano).
Presiones e historias para no recordar
Con los años de experiencia que acumulan estos periodistas, les preguntamos si alguna vez recibieron presiones para informar de una manera determinada. He aquí algunas anécdotas:
«Quién no ha recibido una llamada en plan «mira, te mando una nota de prensa para ver si la añades al top de gadgets que has elaborado» o «igual te gusta esto para añadirlo que estaría bien…». Algunas veces llaman desde las agencias o departamentos de comunicación para informar que lo que sale publicado no es exactamente así pero ahí se valora y si es cierto se tiene en cuenta». (José Manuel Sánchez, ABC)
«Casi nunca recibí presiones. Solamente una vez, desde el Ministerio de Justicia, porque redactaron mal un preámbulo de una ley sobre Sociedad de la Información (creo que fue la LISI), saqué un tema en el que lo contaba y llamaron enfurecidos diciendo que “era un simple borrador”. Eso era exactamente lo que yo decía. Al final, rectificaron ellos el preámbulo (risas). Aparte de eso, nunca. Toco madera». (Pablo Romero, ex El Español)
«En más de una ocasión una fuente se ha quejado por algún enfoque o por haber publicado información sobre aspectos negativos de su compañía. Cuando eso ha ocurrido, le he recordado que mi obligación como periodista es ofrecer una información veraz y que existe el derecho a réplica. A veces también pasa que ciertas empresas «castigan» a los periodistas más incómodos, no les dan tanta información o no los convocan a determinados eventos informativos». (Violeta Molina, Agencia Efe)
«No es un secreto que muchos redactores, especialmente de medios online, van con el encargo de conseguir anunciantes, más que de hacer informaciones independientes… Los resultados saltan a la vista, por lo menos para los que estamos en el sector. En mi caso nunca he recibido presiones. Los fabricantes me conocen desde hace mucho tiempo y saben que esas cosas conmigo no funcionan. Si te prestas una vez, eres «tierra conquistada» y se te pierde el respeto profesional, que es lo más importante que tiene un periodista…» (José Manuel Nieves, ABC)
«Recibí una carta muy desagradable de una marca por decir en la review que un teléfono suyo se calentaba demasiado. El siguiente modelo de la firma tuvo que ser retirado del mercado por estallar». (Rosa Jiménez Cano, El País)
¿Tiene futuro el periodismo tecnológico?
Si la tecnología se ha ido introduciendo cada vez más en nuestras vidas y en diferentes ámbitos, ¿tendrá sentido la figura del periodista tecnológico en el futuro? Probablemente es una pregunta con una respuesta obvia para periodistas tecnológicos, pero hay algunos matices en sus palabras que comentamos ahora.
Javier López Tazón cree que el futuro del periodismo tecnológico pasa por quedarse en un nicho: «Hace un par de décadas comenzaron a pasar muchas cosas en el terreno de la tecnología (entendida como electrónica de consumo, internet, Sociedad de la Información, Telecomunicaciones e, incluso el hogar) y hubo una inflación de información y suplementos tecnológicos. La crisis ha originado un descenso en las inversiones para crear nuevas tecnologías que revolucionen el sector. y, junto a esa crisis económica, la crisis estructural del sector de la comunicación ha barrido decenas de cabeceras y ha acabado con los suplementos tecnológicos en prácticamente todos los medios. Ha explotado esa burbuja.»
Ricardo Sametband dibuja una tendencia parecida: «Hace 20 años era más técnico. Hoy está incorporando elementos más reflexivos, que muchas veces vienen de quienes no son del rubro tecnológico. Toman la tecnología como una caja negra, no se interesan tanto por cómo funciona, sino por qué efecto tiene en los demás. Es lo opuesto de la década pasada, donde lo que primaba era el «mirá lo que puede hacer este dispositivo», sin preguntar si tiene sentido que lo haga, si vale la pena, si aporta algo. Para mí es un cambio positivo.»
Otros, como José Manuel Nieves o Violeta Molina, creen que tiene un futuro necesario para explicar todas las innovaciones e implicaciones que están por venir. Y Pablo Romero ve necesario que se formen grupos de periodistas especializados para trabajar en temas de una manera trasversal: «Creo que la información se puede ordenar mejor por temas o coberturas en las que se toquen todos los ángulos, con esos mismos periodistas formando grupos de trabajo dinámicos para realizar trabajos concretos».
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«Somos los que escribimos de tecnología para 100 millones de no expertos en tecnología»
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Xataka
por
Cesar Muela
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