Sam Loyd, el genio de los juegos de ingenio
Si eres un fanático de los acertijos matemáticos y juegos de ingenio, el nombre Samuel Loyd (o Sam Loyd, como se lo conoce popularmente) te resulte familiar. Nacido en 1841, Loyd es considerado uno de los inventores de pasatiempos de este tipo más popular del mundo, aunque también se destacó como jugador de ajedrez a nivel mundial. Loyd afirmaba haber sido el creador del famoso “rompecabezas de 15”, pero recientemente se ha sostenido que esto no es del todo cierto. Como sea, ha dejado un legado compuesto por más de 5 mil juegos de ingenio que siguen apasionando a millones de personas.
Samuel Loyd (1841-1911), más conocido como Sam Loyd, fue un razonablemente buen jugador de ajedrez -llegó a estar en el puesto numero 15 a nivel mundial- que se hizo famoso por sus juegos de ingenio y acertijos matemáticos. De nacionalidad estadounidense, vivió casi toda su vida en Nueva York, aunque había nacido en Filadelfia. Tal era su pasión por estos pasatiempos matemáticos, que muchos especialistas creen que no alcanzó un mejor desempeño en la práctica del ajedrez por su afan de convertir cada partida en una serie de combinaciones vistosas o intrigantes en lugar de concentrarse en ganar la partida. Como sea, el mundo lo recuerda por los más 5 mil problemas matemáticos que publicó a lo largo de su vida que por sus cualidades como ajedrecista.
Como es de esperar, muchos de los problemas que publicó Sam Loyd se relacionan con el ajedrez, aunque este no fue -ni mucho menos- el campo más prolífico de su producción. Era un apasionado del antiguo rompecabezas conocido como “Tangram”, e incluso publicó un libro que recoge más de 700 diseños creados por el mismo y una historia fantástica sobre su origen. Uno de los pocos aspectos controversiales sobre la vida de Loyd se relaciona con un pasatiempo muy conocido denominado “rompecabezas de quince”. Sam sostuvo siempre que el había sido el creador de este juego, pero recientemente se ha demostrado que solamente se limitó a modificar un rompecabezas existente. Como sea, esto no opaca ni mucho menos el trabajo de este hombre, que nos ha dejado como legado un libro (que todo aficionado a los juegos de ingenio debería tener en su biblioteca) llamado “Cyclopedia de 5000 rompecabezas“, publicado por su hijo tres años después de su muerte.
Es muy difícil determinar cual es el pasatiempo más famoso que creó Loyd, pero hay algunos que son más populares que otros. En ese grupo seguramente se puede incluir uno llamado “Regresando de Klondike”, creado expresamente para impedir que sera resuelto por el “método Euler”. Según el propio Loyd, el gran matemático Euler descubrió una regla para resolver toda clase de laberintos, que básicamente consiste en resolverlos desde el final hacia el principio. El acertijo “Regresando de Klondike” fue concebido especialmente para evitar ser resuelto mediante la regla de Euler y, teniendo en cuenta la imagen siguiente, propone:
“Empiece desde el centro. Avance tres pasos en cualquiera de las ocho direcciones, norte, sur, este, oeste, o al sesgo noreste, noroeste, sureste o suroeste. Cuando haya avanzado tres pasos en línea recta llegará a un cuadrado numerado, que señala el segundo día de viaje, y que será de tantos pasos en línea recta eh cualquiera de las ocho direcciones como indique el número. Desde este nuevo punto, vuelva a avanzar según la indicación del número, y prosiga de esta manera hasta que llegue a un cuadrado cuyo número le haga dar un paso, sólo uno, más allá del borde. Entones habrá salido del bosque y podrá gritar todo lo que se le antoje, pues habrá resuelto el acertijo!” A pesar de su apariencia sencilla, se necesita de una buena dosis de paciencia para poder resolverlo. Muchos de sus acertijos se basaban en imágenes, y eran realmente difíciles de resolver. Por ejemplo: ¿Como cortarías la figura siguiente en dos partes de igual forma?
Los dibujos que ilustran sus acertijos son inconfundibles. Muchos de los problemas que Loyd planteaba -como el “Regresando de Klondike”- no podrían existir sin el dibujo correspondiente. Otros, como el que ves a continuación, pueden ser enunciados sin necesidad de la ilustración, pero la existencia de la misma ayuda a comprender mejor el problema.
Sam Loyd fue contemporáneo de Henry Ernest Dudeney, un matemático inglés autor de juegos y puzzles matemáticos que a lo largo de su vida varios libros recopilando sus trabajos aparecidos en periódicos y revistas. Mucho se ha discutido cual de los dos fue mejor en este campo, sin que se haya llegado a una conclusión satisfactoria. Como sea, personas como Loyd ayudaron a millones de personas a descubrir el atractivo de resolver un problema, aunque no fuesen demasiado fanáticos de las matemáticas.
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