Prueba de campo del Sony FE 24-105 mm f/4 G OSS – Un zoom versátil
El Sony FE 24-105 mm f/4 G OSS es el último integrante en formar parte del cada vez más completo catálogo de ópticas de la firma japonesa. Anunciado hace un mes, ya pudimos realizar una primera toma de contacto en condiciones controladas con este zoom estándar diseñado para cámaras mirrorless de “formato completo” (24×36 mm), al que hemos enfrentado ahora a situaciones más cotidianas.
Como ya mencionamos en nuestro primer análisis, se trata del primer zoom de la serie G de la compañía destinado al usuario prosumer, con una apertura máxima constante de f/4 en todo su recorrido, alternativa al ya veterano Zeiss Vario-Tessar FE 24-70 mm f/4 ZA OSS.
Con este nuevo objetivo, Sony da respuesta a aquellos usuarios en busca de un zoom estándar de corte profesional pero con dimensiones comedidas, que pueda mantener un equilibrio con el cuerpo de sus Sony A7 o Sony A9.
En efecto, dichos usuarios solo podían optar, hasta ahora, por un sencillo zoom de apertura variable y menor recorrido focal, el Sony FE 28-70 mm f/3,5-5,6 OSS, o bien por el más caro y bastante más imponente Sony FE 24-70 mm f/2,8 GM de la serie G Master.
Diseño
Con un –razonable– peso de 633 g, el Sony FE 24-105 mm f/4 G OSS mide 11,3 cm –recogido– y, tal como destacó la compañía, se trata del zoom más ligero de su clase.
Si bien no dispone de los mismos acabados de primera clase que los objetivos de la serie G Master, su construcción es de muy buen nivel, tal como se podía esperar de una óptica que supera sobradamente la barrera de los mil euros. Entre otros pequeño detalles, observamos un preciso apantallamiento rectangular –coincidente con las proporciones del sensor– en la parte posterior del objetivo para minimizar la entrada de luces parásitas.
A pesar de que Sony no especifica una resistencia completa a las salpicaduras y al polvo, si encontramos las pertinentes juntas de sellado que le aseguran cierta estanqueidad.
Su diafragma de tipo circular conformado por 9 palas permite obtener un bello bokeh, tal como veremos más adelante en nuestras imágenes de prueba.
Manejo
Junto con la Sony A7R II utilizada para esta prueba de campo, el nuevo zoom de Sony mantiene un reparto de masas bastante satisfactorio. No obstante, teniendo en cuenta las reducidas dimensiones del cuerpo, tenemos la sensación de que el objetivo podría ser aún un poco más pequeño, pero entendemos que mantener un f/4 constante para un recorrido 24-105 mm sobre un captor de 24×36 mm no debe ser tarea baladí.
Como ya dijimos más arriba, la construcción es de muy buen nivel, y no hemos encontrado problemas en este aspecto, a excepción del siempre –demasiado– suave tacto del anillo de enfoque que por otro lado, seguramente no sea demasiado usado por la mayoría de los potenciales compradores de esta óptica.
En cuanto al anillo de zoom, su firmeza nos parece adecuada y permite trabajar de forma cómoda y segura con ambas manos, sin desplazamientos accidentales.
Con el zoom extendido a su posición más “tele”, se pierde algo del susodicho equilibrio, pues el reparto de pesos ya no es tan favorable y tiende a cabecear, aunque no de forma exagerada.
Calidad de imagen
A continuación, mostramos unas cuantas tomas realizadas a resolución nativa con el Sony FE 24-105 mm f/4 G OSS montado sobre una Sony A7R II. Se trata de imágenes JPEG resultado de la conversión directa de los archivos RAW con los ajustes por defecto de la última versión de Adobe Lightroom –a no ser que se indique lo contrario–.
A su focal más corta –24 mm– apreciamos una notable distorsión de barrilete en las tomas JPEG obtenidas a partir de los archivos RAW, tal como ya apreciamos durante nuestra toma de contacto. Si comparamos la misma muestra con el JPEG directo de cámara, veremos que el procesador ha corregido por completa esta distorsión.
Se trata de una práctica cada vez más común entre los fabricantes de ópticas, que permite reducir el nivel de exigencia de los componentes ópticos y dejar al software que corrija dichos defectos ópticos, de modo a poder ofrecer un producto menos oneroso y más compacto.
No obstante, es un importante elemento a tener en cuenta si se trabaja directamente con los archivos RAW, pues los resultados pueden depender del revelador escogido y de la aplicación –o no– de los correspondientes perfiles de la óptica.
Algo similar ocurre con los esquinas de las imágenes a esta focal extrema de 24 mm, en las que parece apreciarse un significante viñeteo mecánico –por sombras proyectadas contra la propia montura– en las tomas RAW, sombras que desaparecen en los JPEG directos de cámara al aplicar los correspondientes ajustes para corregir la distorsión geométrica.
Esto es aún más evidente si abrimos el archivo RAW con una plataforma no comercial, menos interpretativa de nuestros archivos “brutos”. Ya hablamos de la poca pureza de los archivos RAW actuales en su momento y su importante procesado por omisión, dependiente del revelador comercial usado. Recurrimos siempre a este test para poder analizar y comparar las diferentes versiones de archivo, sus trazas ópticas originales y todas las posibles correcciones digitales que se hayan realizado en cada fase.
En este caso, se trata de un problema más serio, pues indica un punto débil en el diseño de la propia óptica debido a la estrechez de la “boca” de la montura y su corta distancia de registro –características al sistema de montura E (FE) de Sony–, pues se impide que la luz llegue a las esquinas, lo que proyecta estas sombras observadas.
El inconveniente a la hora de aplicar las posteriores correcciones para eliminar estas deficiencias es un aumento no despreciable de la distancia focal efectiva que se obtiene después de que el procesador de la cámara aplique los correspondiente recortes y estiramientos.
El flare, sin embargo, parece estar bastante controlado, al igual que las aberraciones cromáticas, incluso en aquellas situaciones donde es más probable encontrarlas.
En sus posiciones intermedias, el zoom muestra una corrección geométrica bastante razonable, y desaparecen, como era de esperar, los problemas de viñeteo.
En su posición más larga –105 mm–, obtenemos por lo general un buen contraste y nitidez general, desde el centro del fotograma hacia las esquinas, con la compresión de perspectiva típica de este rango focal.
Incluso forzando situaciones de alto contraste, las imágenes soportan bastante bien la aberración cromática en los contornos más complejos, aquellos que se ubican en contraluz y cerca de la sobreexposición.
Imagen tomada con Sony A7R II y Sony FE 24-105 mm f/4 G OSS a 105 mm – 1/160 s – f/8 – ISO 100 © Albedo MediaEl bokeh es suave y gradual a f/4 si bien por otro lado esto no es demasiado complejo si entendemos que aquí no opera diafragma alguno, dado que se trabaja a plena –y completamente circular– abertura.
Si combinamos su distancia mínima de enfoque de tan solo 38 cm con la focal más extrema, podemos acercarnos razonablemente al objeto fotografiado y obtener un factor de ampliación de aproximadamente 0,3x.
Comparado con…
No existen, a día de hoy, competidores directos al nuevo zoom de Sony para ser usados en sus cámaras sin espejo de “formato completo” (24×36 mm), ni dentro del propio catálogo de la compañía –a excepción del Zeiss mencionado al principio– ni fuera de él.
Existen algunos zoom de precio y características similares, como el Sigma Art 24-70 mm f/2,8 DG OS HSM, que desde hace poco pueden ser usados con el recién actualizado adaptador MC-11, aunque aún deberemos esperar para que la compañía se decida a ofrecer versiones nativas para montura Sony E de sus ópticas de la serie Art.
En cuanto a equipos similares de otros sistemas, debemos buscar en los fabricantes de cámaras réflex digitales de “formato completo”, como el Canon EF 24-105mm f/4L IS II, con el que comparte recorrido focal y luminosidad, pero que es un 25% más pesado que el zoom de Sony.
Conclusiones
El Sony FE 24-105 mm f/4 G OSS en un zoom compacto –el más ligero en su clase, tal como nos recuerda la compañía– y bien construido, que permite obtener una combinación equilibrada con las Sony A7 o Sony A9 a las cuales va destinado.
Su notable recorrido focal –para un zoom estándar de apertura máxima constante– permite incluso abarcar sin problemas la fotografía de retrato –algo más difícil con los comunes 24-70 mm–, lo que combinado con su corta distancia focal, ofrece a este objetivo una gran versatilidad.
El precio a pagar por esa compacidad es, por una parte, su –comedida– luminosidad máxima de f/4 –pero que podrá ser compensada la mayor de las veces por el buen rendimiento de los sensores de las cámaras de Sony– y, por otra parte, la aceptación de importantes defectos ópticos del propio diseño que deben ser corregidos a nivel de software, algo muy común en las ópticas más asequibles, pero menos justificado en un zoom con un precio de salida de 1.500 €.