Paul Graham – ‘Republican Coloured Kerbstones, Crumlin Road, Belfast’
Para hablar de una fotografía realizada en 1984, por uno de los fotógrafos contemporáneos más influyentes, el inglés Paul Graham (1956), voy a retrotraerme más aún, concretamente a 1855, cuando la fotografía daba sus primeros pasos, y no había cumplido ni siquiera la mayoría de edad desde su nacimiento oficial. Y es que, en ese año, Roger Fenton (1819-1869), tomaba su célebre fotografía “El valle de la sombra de la muerte”. Y lo que vemos en ella es el desolador paisaje dejado tras una batalla durante la Guerra de Crimea (1853-1856).
No hay muertos, no se ven heridos, pero la fotografía es tan brutalmente sugerente que todavía hoy te sigue golpeando con la misma intensidad que pueden hacerlo las fotografías actuales de guerra. Y la forma que tuvo Fenton de fotografiar aquella guerra fue fruto de las limitaciones que le impusieron los que le financiaron el trabajo. Nada de imágenes de muertos, ni de heridos, para no herir la susceptibilidad de una opinión pública no muy partidaria de aquella remota guerra, lejos del Reino Unido. A pesar de que se trataba de la primera guerra fotografiada, y de la juventud del medio fotográfico, es evidente que el poder, en este caso simbolizado en los mecenas de Fenton, era consciente del potencial de la imagen fija para sacudir la conciencia de la sociedad. Pero, gracias a esta censura, el fotógrafo inglés consiguió una fotografía que, curiosamente, se ha convertido en un símbolo del aterrador silencio y de la brutal destrucción que es capaz de provocar una guerra.
Y con esta introducción, podemos referirnos a este hecho rememorando esa frase de “lo clásico se vuelve moderno con el paso del tiempo”. Porque hay que señalar que esa fotografía, que tiene más de 150 años, se ha convertido en un antecedente de lo que se ha llamado “nuevo documentalismo”, y que, como corriente ecléctica y dispersa, ha dominado gran parte de la fotografía moderna de los últimos lustros. Un movimiento donde se buscan nuevas formas, más sutiles y personales, menos directas formalmente hablando, de documentar visualmente un hecho. Y, dentro de ese “nuevo documentalismo” podemos englobar la imagen seleccionada hoy, firmada por Paul Graham. Los ejemplos serían innumerables a lo largo de estos años, pero hay que señalar que el autor británico fue uno de los autores contemporáneos que abrió esa vía. Y lo inició con sus tres series primigenias: A1-The Great North Road (1981-1982), Beyond Caring (1984-1985) y Troubled Land (1984-1986). Esta obra en concreto pertenece al trabajo Troubled Land.
En 1984 Graham comenzó un proyecto sobre el conflicto entre católicos y protestantes en Irlanda del Norte. Un enfrentamiento del que todos tenemos alguna imagen icónica en la mente, y que ha sido retratado por los más grandes del fotoperiodismo documental. Y lo que hizo Graham, de una manera maravillosa, fue alejarse del documentalismo tradicional. Huir del mantra de “si la fotografía no es buena, es porque no estabas suficientemente cerca”, e incluso también del momento decisivo de Cartier-Bresson.
No fue a buscar los conocidos murales que decoran las fachadas de uno y otro bando, no buscó retratar las víctimas humanas del conflicto, no pretendió atrapar ese instante donde ocurre el hecho y la tensión se desata. Buscó el conflicto soterrado, los detalles que simbolizan la constante tensión en el entorno, y los momentos anteriores o posteriores al hecho que origina la noticia y acapara las portadas. Más usando lo que podríamos englobar dentro de la fotografía de paisaje, que de una tradicional imagen de conflicto y guerra.
Así, en las fotografías de Troubled Land podemos encontrar detalles tan tenues, que muchas veces escapan a una rápida observación, pero siempre justificando la imagen por algún motivo: una patrulla del ejército británico haciendo un control de carreteras, un helicóptero militar que sobrevuela el paisaje, un aviso de “Beware” escrito en el suelo, una bandera británica sobre la carretera… Pero todo muy sutil, ocupando sólo una pequeña parte del encuadre, como queriendo recalcar la normalidad en el lugar de esa continua anormalidad, de esa convivencia rutinaria con el conflicto y la zozobra. Una tensión que estallaba en los atentados, en las marchas orangistas o en las manifestaciones. Pero de retratar todo eso ya se ocupaban otros muchos fotógrafos. A Graham le interesaba el día a día, lo que se encontraba una persona cuando iba todos los días en su coche al trabajo o se dirigía al supermercado para hacer la compra.
En la imagen que podemos contemplar observamos el detalle de los colores de la bandera republicana irlandesa pintados en el bordillo de esa pequeña isleta. Además, la fotografía está tomada en Crumlin Road (Belfast), donde se ubicaba una antigua prisión en la que esperaban juicio los detenidos por terrorismo y actividades paramilitares. Por lo tanto, como le gusta hacer a Graham, las capas de significado se acumulan en la obra. Y, ahora, alrededor de esa isleta proirlandesa, encontramos un paisaje periférico y desolado, como el de tantas otras ciudades, pero aquí cubierto de un concepto del que no podemos evadirnos al mirar la fotografía y analizar con esa carga semiótica cualquier detalle que se nos muestra ante nosotros. De esta manera, Paul Graham trazó el diseño de un género documental dotado de infinitas posibilidades, capaz de crear imágenes con una profundidad que van más allá del impacto inmediato de la fotografía tradicional de conflicto.
Paul Graham podría haber repetido ese mismo modelo para multitud de situaciones diferentes, y hubiera seguido funcionando, pero rechazó las ofertas que recibió en ese sentido. Al contrario, ha sido capaz de reinventar su fórmula documental en cada trabajo posterior que ha realizado, buscando nuevas maneras de narrar y contar historias mediante la fotografía. Así lo atestiguan sus trabajos posteriores, como New Europe (1986-1992) o A Shimmer of Possibility (2004-2006), verdaderos ejemplos para abrir los ojos a los que se aferran a patrones repetidos hasta la saciedad.
Incluso fue capaz de volver a Irlanda del Norte, con motivo del alto el fuego del IRA en 1994, y cambiar radicalmente el estilo de Troubled Land, creando Cease Fire. Un grupo de fotografías de cielos norirlandeses, sin más referencia contextual que el lugar donde fueron tomadas las imágenes, y realizadas en el espacio de dos días. Espacios sin fronteras, con luces, pero con amenazantes sombras, producto también de ese momento histórico. Con igual consistencia se nos presenta siempre el trabajo de Paul Graham, nunca fácil de desentrañar, pero tremendamente actual, poliédrico y sorprendente.