Luces y sombras de los empleados muy activos en redes sociales
Cuando aparecieron las redes sociales y sobre todo cuando empezaron a hacerse cada vez más populares, fueron de un modo bastante rápido también incluidas en las listas negras de todas aquellas cosas que no se podían ver en la red desde el puesto de trabajo. Aquellas compañías que tenían sistemas para bloquear el acceso a páginas que consideraban que no estaban relacionadas con el trabajo (y eran bastantes quienes tenían este sistema y eran bastante ridículos a veces los límites que imponían) se apresuraron a incluir en el sistema a las redes sociales. Facebook estaba prohibido, o Twitter, porque se consideraba solo una pérdida de tiempo y una especie de elemento que canibalizaba los tiempos de trabajo.
Y esta decisión no solo tenía bastante de cuestionable porque el paralelo y creciente boom de los smartphones hacía que los trabajadores solo tuviesen que sacar su móvil para poder acceder a los contenidos prohibidos, sino también porque las redes sociales se habían convertido en un activo poderoso para el propio día a día laboral.
A muchas empresas les costó comprenderlo, pero acabaron haciéndolo. Las redes sociales no eran solo un elemento para ‘perder el tiempo’ sino también una herramienta que permitía alcanzar a nuevos consumidores, asentar mejor la marca y sus productos o incluso generar unos vínculos mayores con los propios empleados. Las redes sociales se convirtieron progresivamente en una herramienta valorada.
Conectados con otros trabajadores
Y, de hecho, las redes sociales se ven ya como una poderosa herramienta en terrenos tan diversos como la colaboración, el trabajo vinculado a la solución de problemas o la potenciación de la creatividad. Como recuerdan en un análisis en Harvard Business Review, los propios trabajadores están cada vez más convencidos de que esto es así. Un 82% de los trabajadores está convencido de que las redes sociales son positivas y mejoran las relaciones en el trabajo y un 60% cree que las redes sociales les ayudan a tomar decisiones.
A pesar de lo que las compañías pensaban en un primer momento, cuando se temía que las redes sociales fuesen simplemente un elemento que ‘chupase’ el tiempo de los trabajadores y que los posicionase de un modo mucho menos efectivo, dedicando sus horas a hablar con su prima y dando me gusta a las fotos de aquel amigo, en realidad las redes sociales crean vínculos laborales. Los trabajadores están conectados con otros trabajadores en sus perfiles sociales.
Pero las redes sociales, o al menos su uso en el entorno laboral, no son completamente perfectas y tienen también ciertos efectos negativos. Las empresas tienen que ser capaces de comprender – por tanto – las sombras y las luces de las redes sociales y el trabajo.
Luces y sombras
Eso es lo que demuestra el estudio que recoge el análisis de la revista. En general, se podría decir que las redes sociales tienen un efecto positivo en la motivación de los trabajadores, al menos si estos las emplean en su conexión con otros trabajadores. Pero, aun así, las redes sociales también pueden ser una suerte de caballo de Troya que lleve a los trabajadores a buscar otros terrenos y otras posiciones.
Según los datos del estudio, los trabajadores que usan las redes sociales y están conectados en ellas con sus compañeros de trabajo muestran mejores resultados. Si hablan de su trabajo en el entorno social, suelen mostrar una mayor motivación laboral. A eso se suma que también suelen ser mucho más innovadores. El problema está cuando las redes sociales son un páramo en relación con la empresa. Si el trabajador las emplea para hablar con gente ajena a ella, suele acabar estando menos motivado y mostrando menos iniciativa en el día a día.
Esta no es la única cuestión en la que las redes sociales impactan. También lo hacen en la fidelidad de los consumidores a la compañía. Los trabajadores muy activos en las redes sociales suelen ser más proclives a conectar e interactuar con otras empresas. Dado que estas son potenciales nuevos empleadores, también son más proclives a cambiar de trabajo y a dejar la empresa.
En conclusión, las redes sociales son un poderoso activo para las empresas, uno que no se puede prohibir ya que su uso da muy buenos réditos a la hora de crear una situación laboral cómoda y positiva. Si a eso se suma lo que han ido señalando otros estudios, sobre cómo los consumidores siguen a los propios trabajadores en redes sociales y cómo valoran sus opiniones sobre productos y servicios de las empresas, se puede tener una foto mucho más completa.
Lo que sí es importante es que las empresas no tengan una visión demasiado de color de rosa de las redes sociales, ya que el uso activo por parte de sus empleados también tiene riesgos.