Los trucos y trampas pueden acabar siendo un lastre generalizado en la estrategia en redes sociales
Es casi una de esas respuestas naturales. Cuando una de las redes sociales cambia las reglas del juego y reajusta su algoritmo, alguien lanza en algún momento el método o ‘truco’ específico que permitirá engañarla y que logrará que la cuenta se siga posicionando como antes simplemente haciendo creer que las cosas son las que el algoritmo premia. No hay más que pensar, por ejemplo, en cómo cuando Facebook empezó a valorar el engagement vía reacciones por encima de todas las cosas las páginas comenzaron también a pedir que se votase con ellas. Los posts lograban entonces llegar al feed y alcanzar audiencias mucho mayores, porque el algoritmo pensaba que estaban despertando un elevado interés entre quienes los habían recibido.
Es casi la aplicación en el terreno del marketing en redes sociales del popular dicho de hecha la ley hecha la trampa, pero – como ocurre muchas veces también en ese caso – la trampa acaba explotando en la cara a quien se ha lanzado a aplicarla. Quienes han probado con trucos y más trucos en redes sociales en los últimos años bien lo saben: llega un momento en el que el truco en cuestión deja de ser efectivo.
Y no solo eso: el truco puede acabar siendo un lastre generalizado en la estrategia en redes sociales. Facebook sigue siendo el mejor ejemplo para comprenderlo. ¿Qué hizo Facebook cuando descubrió cómo los responsables de página estaban engañando a su algoritmo para que pensasen que algo tenía engagement cuando en realidad lo estaban forzando? Simplemente empezó a penalizar esas prácticas y acabó haciendo que la situación fuese todavía más difícil para los responsables de páginas.
Se podría decir que lo de hecha la ley hecha la trampa no es la mejor de las opciones cuando se habla de estrategia de social media marketing o incluso de estrategia general en marketing digital. Al fin y al cabo, lo que está ocurriendo ahora con los algoritmos de las redes sociales se lleva también años viendo con los buscadores.
Cada vez que una actualización de Google cambiaba las reglas del juego, siempre había también quienes se apresuraban a encontrar una manera de engañar al algoritmo para que pensase que estaba haciendo lo que pedían en lugar de realmente hacerlo. No hay más que pensar cuando el algoritmo premiaba los enlaces porque se consideraba que un contenido muy enlazado era relevante. Rápidamente se empezó a apostar por modelos que hacían que entrasen muchos enlaces aunque en realidad estos no significasen nada.
Por qué se debería olvidar las trampas o trucos milagro
Más allá de la ética de la cuestión o de cómo lo que se hace impacta en el mercado en general y en las decisiones que tomarán las redes sociales para todos, el usar estas vías rápidas no soluciona nada e hipoteca la presencia de la marca o empresa en el entorno social.
Como recuerdan en un análisis en MarketingLand, lanzarse a encontrar estos «truquillos» que logren que se sobrepasen las limitaciones y las restricciones que imponen los algoritmos de las redes sociales, especialmente los que implican llegar o no más al feed, no es la mejor opción. Puede parecer una reacción casi lógica e intuitiva, pero en realidad es una suerte de parche en el que se siente que se están aferrando a los viejos días de gloria en lugar de pensar en términos de nuevas condiciones de juego. Y es que por muy irracionales que parezcan las reglas del juego que pueden imponer Facebook y compañía y por mucho que molesten que cambien las cosas en el último momento, intentar mantener el statu quo engañando al algoritmo no soluciona realmente nada.
Al final, el engagement bait o el comprar engagement no aportan nada de valor, como tampoco el hacer que las cuentas de seguidores crezcan y crezcan con trampas o dudosas técnicas, por poner un par de ejemplos. No solo están parcheando de forma efímera los problemas que los cambios en el algoritmo suponen, sino que además no están aportando nada de valor a la compañía que los usa.
Por qué es una hipoteca y un lastre
¿Por qué son malos estos trucos o trampas para engañar al algoritmo y hacerle creer lo que se quiere que crea? La cuestión está muy ligada a lo que hacen y cómo lo hacen. Sí, el truco funciona, pero lo hace solo en un momento concreto y para una cosa exacta.
Y, además, usarlos es simplemente una manera de ganar un par de centímetros de territorio sin asegurarse que se está ganando la guerra. Como recuerdan en MarketingLand recordando lo que ocurrió con el SEO y con los «trucos» o métodos para lograr «engañar» a los buscadores, al final todo esto acabará desmoronándose y todo lo logrado con muchas de esas técnicas se acabará perdiendo. La propia red social de Facebook ya lo ha demostrado también con su última actualización. En algún momento, harán que lo que funcione con cualquier «truco» deje de hacerlo.
Pero, aunque ambos puntos son interesantes e importantes, no son los más determinantes. Lo que importa, lo que realmente debería hacer que los responsables de marketing olvidasen de una vez por todas los trucos de ‘engañar al algoritmo’, es que estos no aportan nada a la estrategia. En lugar de centrarse en lo que realmente se está haciendo y en vez de definir una estrategia que realmente conecte con las audiencias comprendiendo lo que está ocurriendo en los canales que se están empleando, se está perdiendo el tiempo intentando encontrar cómo mantener todo como estaba.
Es por tanto una pérdida de tiempo y esfuerzo, que se podrían dedicar de una forma mucho más eficiente y efectiva a trabajar en lo que realmente importa, el desarrollo de una estrategia que sea sólida y que tenga unos objetivos firmes y valiosos, no simplemente los de engañar a un algoritmo.