Los investigadores que transformaron un gato vivo en un teléfono
Todo ocurrió en 1929. Estados Unidos se desmoronaba, España celebraba la primera jornada de la primavera liga de fútbol de su historia y, en un laboratorio de Princeton, dos psicólogos transformaron un gato vivo en un teléfono.
Hoy, que la experimentación animal está reduciéndose a pasos agigantados, abrir el cráneo de un gato y engancharlo a un cable telefónico puede parecernos una salvajada. Lo es. Pero menos de una década antes, y a ciento cincuenta kilómetros de allí, otros dos psicólogos se dedicaron a asustar a un niño de pocos meses por la ciencia. Cómo hemos cambiado.
Miau
Ernest Glen Wever y su ayudante Charles William Bray querían averiguar cómo funcionaba el nervio auditivo de los animales. Sedaron al gato y le abrieron el cráneo para acceder al nervio auditivo conectaron un extremo del cable telefónico al nervio y el otro extremo a un altavoz.
Sedaron al gato, le abrieron el cráneo y lo conectaron a un altavoz: el oído funcionó perfectamente como micrófono
Fue entonces cuando Bray empezó a hablar y Wever, a varios metros de distancia y dentro de una habitación insonorizada, comenzó a escuchar las palabras de Bray.
Cuando conectaron el cable a otros tejidos, el altavoz se mantuvo en silencio. Cuando restringieron la circulación sanguínea en el cerebro del gato, la señal fue desapareciendo progresivamente. Cuando el gato murió, el sonido desapareció.
Descubrieron que la respuesta del nervio auditivo estaba relacionada con la frecuencia del sonido y no con su intensidad como se pensaba. Se publicó en 1930 en el Journal of Experimental Psychology y eso les valió la primera medalla de honor que la Sociedad de Psicología Experimental había dado nunca.
La ética de la experimentación animal
El trabajo de Wever y Bray no solo sentó las bases de nuestra comprensión del oído humano (y animal), sino que fue esencial en el desarrollo de tecnologías como el implante coclear, el transductor que convierte señales acústicas en estímulos eléctricos y que se usa en casos de sordera profunda.
Siempre que hablamos de este tipo de experimentos acabo reflexionando sobre la experimentación animal. Aún recuerdo el escepticismo generalizado cuando los primeros grupos comenzaron a discutir este tipo de tests y experimentos. Pero a la vista de los cambios que está viviendo la ciencia experimental, están convenciendo al mundo.
«Podría llevarnos algún tiempo darnos cuenta de que los padres del movimiento no son seres estrafalarios, que incluso, han pensado profundamente sus temas y son serios sobre sus cuestiones», decía Bruce Sterling en 2002 reflexionando sobre los nuevo movimientos éticos y políticos. No le faltaba razón.
Imágenes | cbowns
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La noticia
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Xataka
por
Javier Jiménez
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