Lilith de Antoine D’Agata
Una habitación oscura; la cama, con sábanas rojas arrugadas, todavía está caliente del último encuentro. En un rincón hay una mesa desordenada con restos de comida, pajitas, trozos de papel de aluminio y un mechero; toda la estancia iluminada tenuemente por una pequeña lámpara. Un ventilador de techo y otro de suelo remueven el aire nauseabundo envuelto de humedad. Hace calor, siempre hace calor en Nom Pen. Lilith pasea su cuerpo extremo y desnudo por la habitación; fuma cristal repetidamente. La tele de fondo, reproduce imágenes banales de chicas jóvenes bailando una pegadiza canción veraniega.
Es de noche y Lilith le rapa la cabeza a Antoine mientras le sonríe; suena el teléfono, es un cliente y otra chica lo atiende. Lilith también va rapada al cero, tanto ella como Antoine parecen la síntesis de un cuerpo humano, simples trozos de carne. El aire es irrespirable en esa habitación, pero los cuerpos deambulan ensimismados. Antoine mira la tele y Lilith se prepara para salir…
Lilith realmente se hace llamar Lee y es una Taxi girl, una prostituta de Nom Pen, Camboya. Normalmente usa peluca y bajo su ojo derecho tiene una marca, como un cardenal oscuro, de algo que parece un puñetazo crónico. Se maquilla y se viste con un ceñido traje blanco con adornos de flores dibujados y sale a trabajar…
Lilith es un libro de Antoine D’Agata (Marsella 1961), que forma parte de la nueva colección de fotoensayo editado por La Fábrica y que lleva por nombre 64p. Un breve pero intenso ensayo contenido en 64 páginas en el que Antoine retrata su sórdida relación con Lilith, una joven de Camboya que se dedica a la prostitución desde los 12 años.
Antoine relata tres encuentros: en enero de 2008, junio de 2008 y enero de 2016 como si fueran los estados que provoca cierto consumo de drogas, “(…) El flujo permanente de cristal sostiene la intensidad de las sensaciones, la excitación sexual, la depresión y la paranoia por ciclos. Es imposible escapar a las tres fases sintomáticas de la metanfetamina: subida, estancamiento, hundimiento (…)”
Lilith es un trabajo documental donde Antoine reflexiona en primera persona en torno a los límites de las relaciones humanas, “no puedo fotografiar si no soy el actor total de las situaciones en las que estoy interfiriendo o que he causado. La fotografía hace posible el desarrollo simultáneo de una visión del mundo y la experimentación“, esa forma vital de entender la fotografía que es característico del trabajo de Antoine D’Agata, consigue que las imágenes parezcan brutalmente sinceras. En Lilith, Antoine retrata su relación de pareja, mostrando una forma extrema y miserable de amor.
El primer estado es inevitablemente de inconsciencia, al que puedo llegar de varias maneras: drogas, alcohol, estupidez. Cualquier cosa que me permita ir más lejos sin interferir con cuestiones morales. Después, también antes, hay deseo. Deseo que existe, que está presente, que todos llevamos con nosotros y es lo que nos permite…sin deseo, no puedo ir a ninguna parte. Hay sentimientos diferentes, el miedo, un sentimiento complejo que nos permite acercarnos a los demás. Pero, en primer lugar viene el deseo. (…) Deseo de otro, para escapar de esta humanidad claustrofóbica. Es lo que me aprisiona y me oprime y es a través de otro ser que encuentro una salida. Soy mi propio infierno; mi única salida, mi única esperanza es a través de otro ser.
Antoine D’Agata
Lilith remite al mito hebreo de una primera Eva que, por no querer ser sometida sexualmente por Adán, se rebela y abandona el Edén para convertirse en una diablesa. Pero la Lilith que retrata Antoine es una anti-heroína, no hay rebelión, ni nada por lo que enorgullecerse; sólo sobrevive, únicamente es resistencia. “¿Estás jodido?”, demasiado pero no lo suficiente” le dice Lilith mientras fuman cristal.
Las imágenes que aparecen en el libro son turbias, muchas de ellas movidas, que acentúan el gesto y refuerzan el movimiento; tan expresivas y dramáticas como las pinturas de Kokoschka, del que además se decía que pintaba retratos premonitorios; pero también de Caravaggio, Goya o Schiele. Como dato curioso, Antoine es ciego del ojo izquierdo y bastante miope del ojo derecho; se podría decir que sus imágenes son un fiel reflejo de su capacidad visual.
El libro muestra unas relaciones sexuales sórdidas y enfermizas; imágenes borrosas de dos cuerpos, que a veces se confunden, retorcidos entre el placer y el dolor. Una lucha de tensiones, de fuerzas que basculan de un lado a otro, fuerzas oscuras que parten del vacío, de la no vida. Lilith lleva años muerta, sólo es un cuerpo a merced de impulsos, a veces violentos, que agreden, atacan o se defienden, pero desde una única inercia, la de mantenerse viva. “(…) De cuerpo liso, nacida del abismo, Lilith camina entre sus muertos y la aquejan apetitos para siempre insatisfechos. En sus pupilas transparentes se refleja el éxtasis de aquellos cuya carne desflora y cuya simiente recoge. Borrachos por haber respirado junto a ella fríos vapores venenosos, creen someterla mientras ella se impone y, a horcajadas, extrae con codicia el placer. Con el vientre duro y los músculos retorcidos por la tensión, Lilith escupe, lame, agota la conciencia (…).”
In the mood for love, en ese falso deseo de normalidad, una artificiosa relación donde la exploración vital está siempre a merced de las drogas que consumen. Antoine, con una presencia más cercana al vampiro, muestra retratos del rostro de Lilith dormida, con la cabeza manchada de fluidos corporales y una serenidad más propia de una muerta. Una paz momentánea, la calma que antecede a la tormenta y la vorágine del sexo comienza de nuevo su danza, hasta la extenuación. “Si te doy humo, te quemas, así estás de jodido” le susurra Lilith.
Herida, soledad, placer, enfermedad, vacío, más nausea; asco, amor miserable, sudor y fluidos; metanfetamina, el sexo como droga, lo adictivo del deseo… Lilith de Antoine D’Agata es un libro tan breve como indigesto y aun así, se presenta como una profunda exploración de lo más extremo de la intimidad, en el lado más oscuro del ser humano.
Nota: Las citas utilizadas para esta crónica han sido extraídas, por un lado, del texto que aparece en el libro de Lilith, escrito por Antoine D’Agata y, por otro lado, de las reflexiones que realiza el propio Antoine y que aparecen en el film The Cambodian room situations de Tommaso Lucena y Giuseppe Schillac.