Lightstream (III) – Exprimiendo el verdadero potencial de la luz reflejada
En el presente artículo nos centraremos en la elección de los reflectores que conforman una parte esencial del sistema de iluminación Lightstream mediante luz reflejada.
Elección de los reflectores
La alta eficiencia de esta clase particular de reflectores –diseñados específicamente para su uso en las configuraciones Lightstream Drama y Lightstream TV, que ya explicamos en nuestra anterior entrega– deriva de sus valores de reflectividad. Dependiendo del número del reflector, podemos reflejar entre el 95 y el 98% de la luz de forma efectiva.
En el momento de escribir estas líneas, Dedolight ofrece cuatro clases de reflectores distintos. Cada uno de ellos cuenta con una superficie reflexiva diferente.
Reflector #1
Es el que más se acerca a las características propias de un reflector muy duro, pero no es un espejo. Un espejo completamente funcional –por regla general– no daría buen resultado con esta clase de sistemas de iluminación, porque no sería capaz de redirigir el haz de la luz que le llegara con la suficiente homogeneidad.
El propósito del reflector #1 es el de redirigir la luz, sin modificar ni el tamaño del haz ni su carácter. La intención en este caso, es la de producir la menor luz parásita posible y minimizar su difusión. La estructura de la superficie proporciona una reflexión con un ángulo de salida de alrededor de 4º.
Las medidas que adjuntamos se han realizado empleando una fuente de HMI DL400D con su adaptador de haces paralelos correspondiente. Se ha combinado con los reflectores en sus versiones de 15 x 15 cm.
Como se puede ver, cuando se mide en el centro de la luz reflejada, el reflector #1 presenta la mayor intensidad de reflexión. En el primer artículo de esta serie ya explicamos el concepto defuente de iluminación virtual. En la gráfica anterior se muestra que la luz empleada en este ejemplo –con el reflector #1– proporcionará una fuente de iluminación virtual detrás de dicho reflector. La distancia desde la luminaria real hasta el reflector es de un metro. La fuente de iluminación virtual detrás del reflector estaría a 150 cm.
Reflector #2
Muestra menos intensidad luminosa sobre el objeto iluminado, a pesar de que la cantidad total de luz reflejada sigue siendo casi idéntica –entre un 95 y un 98%–.
No obstante, el ángulo de salida más amplio –de alrededor de 12º– lo convierte en una opción más adecuada cuando queremos que llegue la siguiente reflexión –desde el reflector secundario– con una superficie mayor.
Aquí podemos apreciar que la fuente de iluminación virtual está ahora mucho más próxima al reflector. En este ejemplo, deberíamos asumir que dicha fuente de iluminación virtual está tan sólo a una distancia de 47 cm.
Reflector #3
En apariencia, el haz de luz es mucho más suave, a pesar de que –una vez más– estamos reflejando la misma cantidad de luz.
En este caso, redistribuida sobre un ángulo de salida de 50°.
Reflector #4
Produce la que parece ser la reflexión más suave y amable de todas. Cubre un ángulo de 95º y –en consecuencia– los valores de luz que alcanzan al objeto iluminado son más bajos. En este ejemplo la fuente de iluminación virtual se acerca mucho a la superficie del reflector, situándose a apenas 4 cm por detrás del mismo.
Cuando se compara el reflector #4 del sistema Lightstream con el clásico reflector de estirofoam, se obtienen valores comparables de luz alcanzando al objeto. Por lo tanto, es lógico asumir que la teoría y la función práctica de la fuente de iluminación virtual –tal y como la genera el reflector #1–, es capaz de alterar de manera drástica la influencia de la ley de la inversa del cuadrado, minimizando las diferencias entre valores de exposición cuando los actores se desplazan en la escena.
Este efecto no es tan pronunciado cuando utilizamos los reflectores #3 y #4, o un estirofoam. En estos supuestos, a efectos prácticos, la superficie del reflector se convierte –en sí misma– en una fuente de iluminación. Por lo tanto, cualquier consideración respecto al efecto de la ley de la inversa del cuadrado, debe hacerse identificando dicha superficie como luminaria.
Luz dura y suave – Directa o reflejada
El verdadero tamaño del reflector –en relación con la distancia hasta el objeto iluminado– determina la percepción de la luz como dura o suave, así como las transiciones entre luces y sombras. Para entenderlo, tenemos que abordar dos aspectos distintos.
Por un lado, las características de las diferentes superficies de los reflectores juegan un papel importante. Es obvio que tal diferencia es más notable entre el ángulo de salida estrecho y “duro” del reflector #1 –al que podemos referirnos como “el que redirige la luz”– y los ángulos de salida más amplios de los #2, #3 y #4 –que podemos denominar con más propiedad como “reflectores”–.
El efecto de la luz reflejada a partir del reflector #1 es duro y selectivo. No modifica el carácter del haz de luz que le alcanza. Meramente lo redirige. Como ya hemos dicho, es posible confundirlo con los reflectores de espejo –sobradamente conocidos en la industria–. Pero el demonio está en los detalles y aquí se trata de detalles de extrema importancia. Los reflectores de espejo nunca pueden igualar las características del reflector #1. Producen una luz demasiado puntual y nada uniforme, mientras que el reflector #1 redirige la luz tal cual le llega, sin cambiar ni su naturaleza ni el ángulo de su haz.
En el otro extremo del sistema, –a pesar de que la luz reflejada del reflector #4 presenta un ángulo de salida muy amplio, cubre un área enorme y no resulta llamativa– contamos con una herramienta ideal como luz de base o luz ambiental.
Una vez más, debemos insistir en señalar el frecuente malentendido que se produce cuando consideramos a los reflectores con un ángulo de salida estrecho –como el #1– como reflectores duros; porque nuestros ojos y la cámara interpretan que se está reflejando mucha luz, mientras que vemos a los reflectores con un ángulo de salida grande –y que cubren un área mayor– como reflectores que reflejan menos luz –percibiéndolos como más suaves y amables, cuando podrían producir una transición idéntica entre luces y sombras. En realidad, todos estos reflectores tienen en común un grado de reflectividad muy elevado –por encima del 95%–. Sencillamente, aquellos que parecen más suaves y amables extienden la luz sobre un área mayor.
Por otro lado, no podemos dejar de señalar y de tomar en consideración otro hecho esencial. El área real de la superficie de un reflector que aprovecha la luz entrante, define la modificación de su carácter entre luz dura y luz suave. Aún eligiendo un reflector con un ángulo amplio de salida –como el #3 con un ángulo de salida de 50º–, si sólo iluminamos una pequeña parte de su superficie tendrá la apariencia final de una luz dura y los bordes de las sombras estarán bastante marcados.
Si iluminamos la superficie completa de un reflector de mayor tamaño, el efecto resultante será más parecido al de una luz suave. En ocasiones resulta difícil de entender que el reflector que parece ser más suave –y que, como el #4, produce el ángulo de salida más grande– sólo lo aparenta porque el ojo del espectador percibe menor cantidad de luz reflejada. Sin embargo, las características que definen una luz suave dependen exclusivamente del tamaño del área de la emisión de luz en relación con la distancia del objeto. Si contamos con una superficie grande –reflejando la luz– y un objeto cercano, en la práctica obtendremos una luz sin sombra.
En el caso de que hubiera alguna sombra visible, la transición entre luz y sombra sería fluida y transparente. Si contamos con una superficie idéntica –emitiendo luz a mayor distancia– nuestra impresión será la de una luz más dura y producirá bordes más marcados en las sombras.