Las madres del cine que merece la pena descubrir y reivindicar
Madre no hay más que una, pero hay tantas madres como hijos. Construidas sobre nuestro propio universo de relaciones personales y únicas, las variaciones son infinitas, y así lo son también los retratos cinematográficos que, no importa si desde oriente u occidente, reflexionan sobre uno de los mayores pilares de nuestras sociedades, desde que el mundo es mundo.
En el Día de la Madre, queremos recordar a algunas de esas grandes mujeres que en la ficción crearon un microcosmos propio en torno a su figura y a las que debemos muchas de las mejores películas de la Historia del cine. Hoy queremos sacar a la luz a algunas de las madres más desconocidas porque merecen ser rescatadas, el primer domingo de mayo o cualquier día del año.
La madre como núcleo familiar
Más allá de la oda a la maternidad del director vietnamita Tran Anh Hung en su última película, ‘Éternité’ -donde la figura de la madre estructura la vida familiar y el paso de una generación tras otra de la mano de las mujeres, que se erigen en representación matriarcal como motor de la evolución de la Humanidad-, muchas otras miradas cinematográficas han situado hasta la fecha la figura de la madre en el centro de sus narraciones, el núcleo de sus microcosmos sin cuyo pilar toda esa firme estructura se tambalea.
También desde Asia, el japonés Hirokazu Kore-Eda hace desde hace más de dos décadas un estudio exhaustivo de la familia japonesa, donde el tradicionalismo y la modernidad entran a menudo en conflicto en una sociedad donde el papel de la madre es al mismo tiempo sagrado y en muchas ocasiones denostado. En este contexto, la mujer japonesa en cuanto que madre, motiva algunos de los mejores personajes maternos de la cinematografía moderna, encarnados por un grupo de actrices fetiche del director, capaces de representar todos los ángulos de la óptica materna.
Es el caso de Kirin Kiki, una maravillosa abuela en ‘After the Storm’, -también en ‘Our Little Sister’– que pone contra las cuerdas la relación paterna de su propio hijo con su nieto, con un personaje algo extravagante, pero al mismo tiempo lúcido, que cataliza de nuevo la estructura familiar. Otra madre fuerte y frágil al mismo tiempo, como la mayoría de los relatos del realizador, aparece también bajo el papel de la joven Yoko Maki en ‘Like Father Like Son’ –y al mismo tiempo en ‘After the Storm’-, donde dos parejas deben enfrentar una dura revelación: sus hijos fueron cambiados por error al nacer. Un exhaustivo trabajo de exploración de la maternidad y la paternidad desde esta personal y reconocible óptica nipona.
También muchos realizadores europeos han centrado su mirada en la madre como núcleo familiar y centro de nuestra cultura. Esto, si cabe, queda acentuado en las cinematografías mediterráneas, como la griega o la italiana, donde la madre desarrolla un papel fundamental en la sociedad, basada en lazos familiares. Es el caso del más reciente film de Nanni Moretti, ‘Mia Madre’, donde una cineasta italiana, madre e hija, de gran éxito profesional, ve tambalear los cimientos sobre los que ha construido toda su vida al aceptar que su madre -origen y desencadenante del que hoy es su mundo, es decir, su familia-, se apaga poco a poco y sin remedio.
En esta línea, y también sin abandonar Italia, el documentalista Manu Gerosa retrata en un acto de amor filial la fortaleza de su madre al asumir su rol de súper-mujer en ‘Between Sisters’. En una exploración del paso del tiempo y los lazos familiares, esta madre sobrelleva su separación sin opción para rehacer su vida, al tiempo que cuida de su hermana demente y dependiente, las 24 horas de los 7 días de la semana. Un retrato de dos mujeres fuertes -la una decidió ser madre, la otra no-, donde las dudas sobre la maternidad y la familia motivan la reflexión de esta súper-madre, que trata de entender qué ocurrió con sus propios padres, un tema tabú sobre el que su hermana mantiene la lucidez, en pos de preservar el secreto con el que proteger el núcleo familiar.
Madres frente a la adversidad
Julieta y todas las madres de Almodóvar forman una constante en la cinematografía del director castellano manchego, construida sobre la base de una mujer empoderada y dispuesta a vencer la adversidad, a su manera no convencional. La maternidad almodovariana, además, como todas sus películas, se concibe como algo coral, culminando en la figura desdoblada de su último personaje materno, Julieta, para el cual la filigrana lleva incluso a un desdoblamiento físico, encarnado doblemente por Emma Suárez y Adriana Ugarte.
Madre no hay más que una, pero la figura materna se despliega en todas esas mujeres que contribuyen a conformar la personalidad de todos esos personajes peculiares de su universo. Así travestis, prostitutas, abuelas, hermanas y tías son madres al mismo tiempo, aportando sus propias visiones chillonas y contradictorias que enriquecen a las criaturas.
En esta línea, es imprescindible destacar una de las madres más fuertes y contradictorias de los últimos años, causa y consecuencia de la vorágine que ella misma provoca y trata de evitar. ‘Mommy’, del canadiense Xavier Dolan, es un retrato explosivo de una relación materno-filial poco habitual y que raya el complejo de Edipo. Como contrapunto, una segunda figura materna, incapaz moralmente de sobrellevar su propia familia y a la vez, paradójicamente, causa de sosiego, paz y estabilidad dentro de la tormentosa y desequilibrada relación de madre e hijo protagonistas.
Madres que no entienden a sus hijos, por mucho que lo intenten, son casi todas las retratadas por la cineasta flamenca Fien Troch. Si en su última y celebrada película, ‘Home’, un grupo muy diverso de madres trataba de descifrar los mensajes codificados de sus hijos adolescentes, que parecen expresarse con lenguaje propio y exclusivo, su obra anterior, ‘Kid’, exploraba a fondo las reacciones de unos niños pequeños ante la opresión que sufre su madre a manos de su padre. De nuevo, una magnífica reflexión sobre la relación materno-filial y la dificultad de sobrepasar la brecha generacional entre padres e hijos, conducida por la incomunicación y el desconcierto, en este caso desde la mirada infantil.
La cinematografía flamenca también nos deja otra de las madres más interesantes y complejas de la ficción reciente en ‘Le Ciel Flamand’ de Peter Monsaert. Abuela y madre a cargo de un burdel -de mismo nombre- en la frontera franco-flamenca, tratan de proteger a la pequeña Eline de la profesión en la que han basado su vida. Convenciéndola de que su trabajo consiste en ayudar a la gente que necesita un abrazo, Eline mantiene la norma de nunca jamás traspasar los muros de neones rojos donde ambas trabajan.
Pero la curiosidad infantil, atrapada en esas brillantes luces carmesí, conduce a la pequeña Eline al acontecimiento que cambiará su vida, así como su relación con esta vibrante madre, dispuesta a traspasar todos los límites en su cruzada por restaurar la infancia de su hija. Sara Vertongen y Esra Vandenbussche, madre e hija reales, avivan también en la ficción este mágico vínculo maternal.
De cómo suplir su ausencia
La ausencia de madre es un tema recurrente en la cinematografía occidental desde las primeras películas de animación infantil. Basta con mencionar clásicos como Bambi, Dumbo y Piecito en su búsqueda del Valle Encantado, como representación retórica de la búsqueda de la figura materna.
Es el caso también del magnífico documental ‘Waiting for August’ de la rumana emigrada a Bélgica Teodora Ana Mihai, basado íntegramente en el personaje ausente de una madre que no se materializa de forma física en los 90 minutos de metraje, pero que actúa como protagonista indiscutible. Una historia de las muchas que obligan a una madre a permanecer separada de sus hijos en busca de sustento para su familia. Emigrada a Italia, esta cabeza de familia envía la mayor parte de su sueldo y regalos a sus numerosos hijos, todavía en Rumanía y bajo la supervisión de la quinceañera hija mayor, abocada a sacrificar su infancia por el bien de la de sus hermanos.
De nuevo, un ejemplo de maternidad desdoblada, en este caso para suplir una ausencia. En este terreno, el cine está lleno de referencias de hijas que devienen madres y abuelas que asumen un segundo rol ante la impotencia materna.
En el primer caso, cabe destacar otro documental rumano, ‘Toto and his sisters’, en el que el director Alexander Nanau introduce su óptica en una comunidad romaní asolada por el tráfico de drogas y la adicción. En este contexto y a riesgo de la exclusión social total, crece Toto, un niño cuya madre ha sido sentenciada a siete años de prisión por tráfico de drogas y cuyas hermanas, rodeadas de miseria y jeringuillas, tratan de protegerse a sí mismas y a Toto.
Conscientes de su recientemente adquirida función materna respecto al pequeño Toto, ambas afrontan su nuevo estatus de la mejor manera que pueden: la una retomando el negocio maldito de su madre, jugando al borde del precipicio entre el sustento económico y su propia caída; la otra, desde la protección afectiva que la propia comunidad les ha negado desde el comienzo de sus vidas.
Desde las antípodas cinematográficas, la ficción belgo-mexicana ‘Lucifer’ del laureado Gust Van den Berghe, retrata con actores no profesionales la llegada del ángel caído a una comunidad cerrada del México profundo. Encerrada en un círculo y rodada parcialmente con la técnica del tondoscopio -desarrollada para la ocasión y en la que un juego de espejos encierra un punto concéntrico rodeado de una imagen esférica que cubre los 365 grados-, el cineasta cierra así su trilogía de la vida, en esta ocasión reflexionando sobre la maternidad, fundamentada en términos opuestos de salvación y muerte.
La maternidad, en este caso encarnada por una anciana abuela y al mismo tiempo por una joven nieta, aparece como elemento de redención y al mismo tiempo propicia la caída de los cimientos de esta estructura familiar frágilmente sustentada en patrones no convencionales. Una interesantísima exploración de los lazos familiares en una comunidad que, en su explicación del pequeño universo que la conforma, está dominada por los símbolos religiosos.