La Perversa – Un espacio con (foto)química
A pocos minutos del barrio barcelonés de La Sagrera –donde algún día finalizarán, esperemos, las obras de la futura estación intermodal del AVE– se encuentra la Nau Bostik, una antigua fábrica de pegamento convertida en centro multicultural, un espacio muy conocido por sus vecinos –y no tan vecinos– que alberga diversos proyectos artísticos y de dinamización social que se rigen por los principios de diversidad y sostenibilidad, credos tan en boga hoy en día en boca de todo el mundo, pero aun así no tan frecuentes de ver llevados a la práctica.
Dèbora, Jacobo, Eva y Juanma me reciben en una de las naves de “la Bostik”. Son, desde hace poco, sus nuevos inquilinos. Son, junto a Carles y Esther –que no han podido venir– los miembros que componen una nueva “factoría de creación fotográfica”, cuyo nombre deja pistas de sus intenciones: La Perversa. Quién mejor que ellos para definirlo: “es un espacio activo con ganas de contaminarse de otras prácticas artísticas, colaborar con otros colectivos y de trabajar la fotografía desde diferentes frentes, entre lo teórico y lo práctico”.
De Espai Nag a La Perversa
Pero, ¿de dónde vienen? Para entender que es –y que no es– este nuevo espacio hay que trasladarse primero a Poble Sec. Fue donde, Dèbora, junto a otros socios –Duna, con la que fundó la antigua tienda online de material fotográfico argéntico Piensa en Rojo, y Miquel y Alex, trabajadores de la Casanova Foto–, crearon la asociación Espai Nag, conocida por la mayoría de los amantes de la fotografía analógica en Barcelona. Allí se impartieron todo tipo de talleres relacionados con la fotografía fotoquímica, y su laboratorio era frecuentado por estudiantes y fotógrafos que revelaban y positivaban sus películas. “Espai Nag ha sido una etapa previa, necesaria, que nos ha llevado aquí; pero eso ya es el pasado”, aclara Dèbora.
“Espai Nag ha sido una etapa previa, necesaria, que nos ha llevado aquí; pero eso ya es el pasado.”
“En La Perversa hemos querido empezar de cero, también a nivel conceptual, pues queremos distinguirnos claramente de Espai Nag.”
Un pasado del que es difícil desligarse, pues muchos de los que conocen la Perversa vienen de Espai Nag. La fotografía analógica y fotoquímica sigue siendo, de nuevo, uno de los ejes centrales de este nuevo espacio, pero de aquel primero, no es el más importante. Algo que prefieren dejar claro desde el principio: “En La Perversa hemos querido empezar de cero, también a nivel conceptual, pues queremos distinguirnos claramente de Espai Nag”. Un rápido vistazo a los talleres que se imparten en el nuevo espacio nos hace entender que la técnica fotográfica es solo uno de los aspectos tratados, y que aquí la narrativa y estética fotográfica juegan un papel mucho más importante.
“Sentía que [Espai Nag] era un proyecto que se había quedado estancado, y necesitaba evolucionar hacía otros proyectos, tanto personales como profesionales”, nos explica Dèbora, su impulsora. Incluso el espacio físico era una barrera para este nuevo proyecto. “Hacía tiempo que tenía la mente puesta en la Bostik”, nos confiesa. A diferencia de Espai Nag, que no compartía espacio con nadie más, aquí, en la Nau Bostik, La Perversa forma parte de un entramado de proyectos que se nutren los unos de los otros, y donde el componente sociocultural es una pieza clave de su funcionamiento. “El carácter integrador de la Bostik es algo que no se podía conseguir en el espacio de Poble Sec”. El hecho de pertenecer a este espacio global permite trabajar mucho más aspectos como la integración con diferentes colectivos sociales, donde la fotografía y su enseñanza son el canal que los une. “También podemos disponer del espacio de otras naves para impartir nuestros cursos y talleres, mientras acondicionamos nuestro espacio”, señala Dèbora.
No ha sido todo fácil, sin embargo. Llegaron aquí en diciembre, con todo por hacer. Han conseguido tirar adelante su proyecto común a través de una campaña de crowdfunding mediante la plataforma Verkami –se puede ver el vídeo promocional sobre estas líneas–, que finalizó el pasado febrero y con la que consiguieron su primera financiación para poder seguir adelante con esta “locura maravillosa”, explica apasionada Dèbora. Desde entonces, ha sido una carrera contrarreloj: “hemos trabajado muchas horas para poder preparar el local”, nos cuentan Jacobo y Juanma, “empezando por el laboratorio, que debía estar listo antes de que empezaran las clases”.
En efecto, al igual que ocurría con Espai Nag, estudiantes de algunas escuelas de fotografía utilizan las instalaciones de La Perversa para llevar a la práctica sus conocimientos. “Cada vez más escuelas prescinden de los laboratorios analógicos”, prosigue Jacobo, “pues ya no hay demanda para ello”. Es un hecho. Pues a pesar de que lo “retro” se haya vuelto a poner de moda, y que algunos vuelvan a interesarte por las cámaras que ahora llaman vintage, la fotografía analógica ha sido desplazada en detrimento de la fotografía digital, como si de dos mundos antagónicos se tratase. En La Perversa prefieren no entrar en esa –inocua– confrontación: en su espacio ambas técnicas tienen cabida, si bien el proceso de la fotografía analógica es, para ellos, imprescindible para su forma de entender la fotografía, “por el componente físico existente” en ella, recalca Dèbora. “Cuando la gente tiene el papel con la foto en la mano, le cambia la expresión de la cara”, añade Jacobo. Con la fotografía fotoquímica “intervienes en más partes del proceso”, prosigue Juanma. Para Eva, “el tiempo dedicado a trabajar esa imagen se transforma en emociones y sentimientos”, a lo que Dèbora añade: “a nivel emocional, el digital y el analógico trabajan de forma distinta; ambas son importantes y complementarias, sin embargo”.
“Cuando la gente tiene el papel con la foto en la mano, le cambia la expresión de la cara.”
Fotografía y perversidad
En La Perversa, pues, no se busca solo el aspecto técnico de la fotografía, sino el propio desarrollo y la madurez artística, incluso mediante disciplinas artísticas que van más allá de la fotografía. Dèbora entiende la fotografía como algo muy plástico, y que al mismo tiempo tiene un concepto perverso, que da nombre al nuevo espacio. Si bien el término “perverso” se aplica frecuentemente con connotaciones negativas, para Dèbora esa perversidad es intrínseca a la propia imagen, pues una fotografía “nunca establece una relación directa con la realidad, aunque lo parezca”. “La fotografía manipula, no físicamente, sino conceptualmente; es perversa”. Nos pone el ejemplo de cómo Susan Sontag –una de sus escritoras favoritas– lo explicaba a través del uso de las distintas ópticas utilizadas en la Guerra de Irak por periodistas de uno y otro bando –objetivos “tele” para que las plazas aparecieran más abarrotadas o, todo lo contrario, objetivos muy angulares para que parecieran desiertas–. “Todas las fotos son mentira”, sentencia Juanma, pues en toda imagen hay un poder –creativo– capaz de manipular. Todos están de acuerdo en que es necesario trabajar el concepto metafórico de la imagen, más allá de su significado literal; ser crítico con la imagen, no un mero consumidor.
“La fotografía manipula, no físicamente, sino conceptualmente; es perversa”
Formación y actividades
La oferta formativa de La Perversa está divida en talleres de corta duración y cursos, más completos, divididos en diversas sesiones y que pueden durar varias semanas. En ambos casos, disponen tanto de formaciones que sirven como introducción a la fotografía –como el “Taller exprés de iniciación al revelado y positivado” o el curso de “Iniciación a la toma y composición”– pero también de otras más avanzadas dirigidas a personas con más conocimiento o con ganas de profundizar en aspectos concretos –cianotipia, positivado Lith, gran formato, ‘emulsión líquida’, etc.–. Su intención es adaptarse a todos los públicos, y aquellos que se inician en la fotografía son especialmente importantes pues, como explica Jacobo, son también “los más propicios a enamorarse”: nuestro objetivo es “crear yonkis de la fotografía”, ironiza, que “ame la fotografía”. Están totalmente en contra de la fotografía más elitista, y a pesar de que en su catálogo podemos encontrar una oferta formativa más avanzada, su postura es que ambas cosas son perfectamente compatibles, sin necesidad de polarizarse en ningún caso.
Algunos de los talleres más sugerentes –como “El retrato, una posible historia del sujeto”– los imparten Dèbora y Carles Mercader, profesora de Bellas Artes y filólogo respectivamente. Para Dèbora, “Carles es un poeta en imágenes, que permite profundizar en la narrativa fotográfica” y crear interesantes sinergias. Recalca también que, gracias a él, han pasado por La Perversa, importantes fotógrafos como Oscar Molina, David Jiménez o Iñaki Domingo. Conscientes de la endogamia tecnológica que vive actualmente el mundo de la fotografía, están de acuerdo en que se podrá al fin disponer de un espacio donde palabras como píxeles, haluros de plata, Baudrillard o Dubois compartan protagonismo sin parecer antagónicos. No se buscan confrontaciones fútiles, no se trata de blancos o negro, sino de “asumir que la fotografía es inagotable, donde todo tiene cabida; nos centramos en la narrativa por encima de la técnica”.
“…nos centramos en la narrativa por encima de la técnica.”
Uno de los cursos, el de “Introducción a la identificación y preservación de materiales fotográficos” está claramente orientado al mundo de la conservación, custodia y restauración de patrimonio fotográfico. “Sí”, contesta Dèbora, “lo imparte Esther Llorca, una especialista en restauración”. Se trata de una apuesta muy interesante –sobre todo después del fallecimiento de Ángel Fuentes de Cía, uno de los mayores profesionales conocidos en este terreno, y que ha dejado un enorme hueco en este campo–. Según nos cuentan, no se trata solo de un simple termómetro para conocer el interés en la materia, sino que disponen de un programa ad hoc para trabajar en esta materia, especialmente en el aspecto de la conservación.
Asimismo, en La Perversa se cuenta también con talleres dirigidos a diferentes colectivos, tales como niños, jóvenes, personas mayores o personas con diversidad funcional, talleres que se enmarcan dentro del concepto de “fotografía participativa“. Es, para ellos, la parte más social de su proyecto, aquella que les permite acercarse a las personas del barrio, ahora suyo. Según Eva, la idea es “poder hacer proyectos fotográficos donde quepa todo el mundo” e, idealmente, sin necesidad de diferenciar entre diferentes colectivos, aunque entienden que esta diferenciación permite dirigir sus actividades de forma más específica, con el correspondiente beneficio. Esta vertiente social de la fotografía es, de hecho, uno de los pilares de la Bostik y de la Perversa.
¿Es el principio de una gran (foto)química?
Son conscientes de que aún tienen un largo camino por recorrer, pero parece que la ilusión y pasión que transmiten para su nuevo proyecto está a la par con estas dificultades. Si bien su laboratorio ya está operativo, nos recuerdan que la inauguración oficial del espacio La Perversa está prevista para el próximo 11 de junio de 2017. Nos despedirnos deseándoles suerte y química a partes iguales.
Agradecemos a Dèbora Martínez Sánchez, Juanma Orta, Jacobo Vázquez y Eva G. Alcántara el tiempo cedido para esta entrevista.