'La cura del bienestar', enfermiza e hipnótica
En Hollywood parece que cada vez les cuesta más a las productoras dar luz verde a títulos originales que requieran una inversión de cierta consideración. Por ello, la realización de títulos como ‘La cura del bienestar’ (‘A Cure for Wellness’) sigue es toda una rareza en la actualidad por mucho que tras las cámaras se encuentre Gore Verbinski.
Vendida como el regreso de su director al cine de terror tras el exitoso remake de ‘The Ring’ estrenado hace ya quince años, ‘La cura del bienestar’ es una película que huye del estilo propio del género de nuestro tiempo, tomando como modelo, al menos en lo referente al séptimo arte, títulos de los años 60 y 70. Eso se traduce en una propuesta con una estimulante atmósfera malsana que logra mantenerte enganchado hasta su, por desgracia, decepcionante final.
Una propuesta diferente
A estas alturas cuesta decir que una película es original cuando para la práctica totalidad de ellas se puede hacer una suma fácil aunque inexacta de varios títulos para dar una idea aproximada al espectador de lo que uno puede esperar de ellas. Con ‘La cura del bienestar’ también podríamos hacer eso, mencionando cintas de Roman Polanski y Stanley Kubrick o varias obras del cine de terror gótico italiano, pero sería una forma un tanto perezosa de describir lo que realmente es.
Lo primero que hay que tener claro es que ‘La cura del bienestar’ es una película extraña que juega al mismo tiempo con el exceso -los jefes del protagonista están a un milímetro de caer en lo grotesco- y lo sutil -el modo de llevar el misterio alrededor de lo que sucede en el balneario- de una forma que podría haberla destruido con mucha facilidad. Es ahí donde resulta esencial la aportación visual de Verbinski para seducir al espectador.
Se nota que el director de la infravalorada ‘El llanero solitario’ (‘The Lone Ranger’) confía plenamente en el libreto de Justin Haythe, con quien ya colaboró en su anterior trabajo. Por ello, se permite deleitarse en el proceso por el que vamos descubriendo qué es lo que realmente sucede por mucho que sea fácil oler cuál va a ser el punto de destino. Cierto que se podría haber reducido su metraje, pero aquí es cierto que lo que realmente importa es el viaje.
Esa cocción a fuego lento trae consigo una primera consecuencia de lo más estimulante en términos de atmósfera, ya que, guste más o menos, hay que reconocer que en todo momento uno percibe que algo raro sucede, contando además con un acabado visual que nos ofrece escenas no ya con mucha fuerza visual, una tónica a lo largo del metraje gracias al gran acierto de producción por el lugar elegido para rodar, sino que incluso poseen una cualidad casi hipnótica.
‘La cura del bienestar’, muchas virtudes con un gran pero
Ahí es fácil trazar un paralelismo entre lo que mantiene al resto de clientes en el balneario y el efecto que ‘La cura del bienestar’ ejerce sobre el espectador, pero también por ese lado puede surgir la impaciencia del espectador que simplemente quiere que la historia progrese hasta llegar a su final. Por ello, escenas como la del tanque de agua o el accidente de coche pueden saber a poco en términos de tensión, pues aquí lo importante es lo que parece que sucede en oposición al resto.
Ese aire malsano es lo que permite a ‘La cura del bienestar’ destacar sobre sus coetáneas, y para ello también resulta imprescindible destacar a su reparto, sobre todo a un Dane DeHaan, un actor especialista en papeles intensos y con un físico que le permite jugar con la ambivalencia de un personaje muy alejado de lo que entendemos por un héroe al uso. Por su parte, Mia Goth casi parece la hija de Shelley Duvall y Jason Isaacs aporta su solvencia habitual.
Donde la película muestra una gran debilidad es en su tramo final. Es cierto que se mantiene su apuesta por lo malsano, pero su ejecución resulta fallida en el mejor de los casos. Era inevitable que se perdiera el poder de la sugerencia y, hasta cierto punto, que lo previsible se adueñase de la función, pero lo que cuesta más aceptar es que no provoque impacto alguno cuando debería ser el punto culminante. No entraré en otros detalles que lo ensucian aún más por eso de los spoilers.
En definitiva, ‘La cura del bienestar’ es una película enfermiza e hipnótica que pone a prueba la paciencia de los espectadores habituados a un ritmo mucho más dinámico y también a los golpes de efecto cada vez más habituales en el cine de terror. Por desgracia, su final no está a la altura y es ahí cuando también caí en que quizá su duración es un pelín excesiva, pero lo cierto es que hasta entonces estaba disfrutando bastante con esta singular propuesta de Gore Verbinski.