Jugamos a World of Warcraft Classic: el regreso al Azeroth que me encandiló es mucho más que un tributo a sus orígenes
A veces, para encontrarte tienes que regresar sobre tus pasos o volver a la casilla de salida. World of Warcraft ha optado por ambas soluciones y si bien en Battle for Azeroth se reaviva el conflicto original entre la Alianza y la Horda, con World of Warcraft Classic regresamos a la experiencia original. Literalmente.
Motivos para hacerlo no le faltan. El lore del juego se ha ido retorciendo con cada actualización, y ese es el menor de sus problemas a la hora de acoger nuevos jugadores.
Benditos problemas claro, como nuevas mecánicas, más razas, montones de pequeños detalles y una cantidad abrumadora de contenido y desafíos a compartir -y repartir- con jugadores constantemente sedientos de nuevos contenidos.
Llegados a este punto, Blizzard ofrece una alternativa pensada para los nostálgicos, aquellos que quieran abordar la experiencia por primera vez y jugadores que simplemente quieran partir de cero y redescubrir ese Azeroth previo a las invasiones demoníacas, el cataclismo y tantas atrocidades -y genialidades- que han ocurrido durante los más de diez años de MMORPG.
¿Lo esencial? La experiencia original se mantiene intacta y el límite de contenidos queda totalmente fijado en su versión 1.12, es decir, The Drums of War. Pero claro, desde que fuese lanzada esta versión han pasado más de una década. ¿Cómo ha envejecido la experiencia?
Redescubriendo el Azeroth previo al cataclismo. Al menos, parte de él
Con motivo de la recién celebrada Blizzcon se ofreció el primer y -hasta la fecha- único adelanto de World of Warcraft Classic. Una demo disponible por tiempo limitado más centrada en recuperar la experiencia que en mostrar los mismos contenidos que entonces. Algo bastante lógico.
El área disponible está estudiadamente acotada a los Páramos de Poniente y los Baldíos del Norte, sin las mazmorras de las Minas de la Muerte y las Cuevas de los Lamentos y con un JcJ limitado a los duelos. Ahora bien, de partida todas las razas iniciales y sus clases estaban ahí. Pero también la interfaz original, las pantallas de carga y, cómo no, los mismos modelos que llegarían a Europa en 2005.
De hecho, en esta versión jugable no estaba disponible el buscador de mazmorras, las casas de subastas unificadas o la capacidad de volar. Aunque veríamos algunas bestias aladas reposando justo donde estaban hace prácticamente 14 años.
Un glorioso golpe de nostalgia, desde luego, que con el margen de tiempo cobra un nuevo valor: no se trata de personajes con un aspecto desfasado, sino un regreso al estilo visual original. Lo cual revelaría el mayor acierto de Blizzard frente al proyecto: recuperar la esencia a nivel jugable y artístico. Pero, tal y como veremos, el código de este WOW Vanilla es nuevo.
A mi disposición, una vez elegidos los héroes, un enorme terreno que dependía de la facción que escogiese. Si partía como miembro de la alianza arrancaría desde los Páramos de Poniente, justo en frente del Alguacil Gryan Mantorrecio quien me encomendaría mis primeros encargos. Al unirme a la Horda me pondría al servicio de Sergra Espinoscura en los Baldíos del Norte.
Eso sí, el mapa de la demo no se ha adaptado al formato de pantalla completa. Nostalgia pura.
El aspecto del mundo, las habilidades y prácticamente todo lo que estaba a mi vista replica con éxito la misma experiencia que tuve en mi primera partida a World of Warcraft. Eso sí, Blizzard no ha sacado el contenido de un viejo disco duro y lo ha resubido: hay matices muy a considerar.
Dicho de otro modo, durante las primeras versiones de WOW, se trabajó sobre un código que se fue implementando con cada nuevo parche. Una manera muy simplista de entender lo que supone esta versión Classic (y por qué llegará el próximo año) sería decir que el material visual y los enormes bancos de datos se están volcado y adaptando a un código moderno.
Uno que además está integrado en la app de Battle.net y añade características de asistencia al cliente.
Una labor que es mucho más rápida de plantear que de llevar a cabo, ya que eso supone actualizar el mundo y todos los modelos (de jugadores y NPC) para que, curiosamente, sean lo más fieles a la versión Vanilla de Warcraft sin que choquen con los protocolos actuales. Y sí, en la demo había bugs, errores y todo tipo de fallos que estoy dispuesto a perdonar por tres elementos clave:
- Lo sólido que se ve en pantalla
- Todavía queda un año para el lanzamiento de la versión final
- El World of Warcraft de entonces también tenía sus fallos.
En este aspecto, y pese al salto técnico de los equipos actuales, el doble objetivo de esta experiencia se basa en ofrecer la experiencia auténtica del primer World of Warcraft. Pero, a la vez, capaz de dar la bienvenida a todo el mundo y asombrar a quienes que estuvieron desde el principio.
Porque no es un simple «regalo» para los fans que están suscritos World of Warcraft; es el origen de una experiencia de juego que ha hecho historia. Aunque claro, el motor de la misma no es la incuestionable garantía y presencia de la licencia o la propia nostalgia, sino la comunidad de jugadores.
Una vez más, la comunidad de jugadores es el auténtico reclamo de WOW
En esta ocasión arranqué mi partida a solas. Creé varios perfiles y de manera inevitable reedite algunos de los personajes que creé hace tantísimos años y alguno nuevo. Pensé que sería cosa de la demo, pero World of Warcraft Classic será una experiencia completamente independiente de lo que ocurra en WOW, así que lo que ganes aquí no lo podrás exportar. Y lo mismo ocurre con lo que hayas ganado hace años.
Esta versión Vanilla de World of Warcraft será un lienzo en blanco para todos los jugadores, y sólo por eso ya merece la pena. Aunque claro, Blizzard nos ofrece cierta ayudita al arrancar. Independientemente de la facción, raza o clase, partimos con un personaje de nivel 15 y con más de la mitad de experiencia ganada para que no tardemos en subir de nivel.
Curiosamente, en esas circunstancias abatiremos las criaturas que nos salgan al paso de una en una y es más que probable que no salgamos de una pieza si nos enfrentamos frontalmente a un grupo de enemigos. Al menos, no solos.
Durante todos y cada uno de los días en los que puse a prueba la demo no tardé en encontrar a otros jugadores con los que compartir misiones y aventuras. Con el inglés como idioma universal, aunque tengo que admitir que el ruso estaba generosamente extendido.
Al ser una aventura totalmente nueva y de la que partimos de cero, todos hemos partido de las mismas circunstancias. Y al estar acotado en una zona concreta, sin la posibilidad de viajar más allá o adentrarnos en mazmorras, nuestros propósitos eran compartidos, así como nuestras aventuras, nuestras victorias y nuestras derrotas.
La comunidad de WOW siempre ha demostrado una enorme implicación y sensación de comunidad, y este aperitivo de World of Warcraft Classic es el mejor ejemplo. Cada uno de nuestros héroes podían llegar hasta el nivel 19. ¿Y después qué? O bien empezar de cero con otro… o dedicarnos a ayudar a quienes dan sus primeros pasos.
Pese a lo acotado de sus contenidos y lo limitado de sus misiones, o más bien encargos, la propia comunidad de jugadores hacían que mereciese la pena regresar. Incluso si has recorrido esos mismos paisajes más de mil veces, aunque en el caso de las llanuras de Kalimdor ha habido cambios muy notables.
Pero claro. Este es un adelanto del contenido que veremos en el juego. Uno que llegará hasta la actualización The Drums of War, garantizando aventuras y experiencias durante días, meses… ¿Y después qué?
Blizzard también apuesta por su propio formato classic
Continuando con su política de recuperar sus títulos clave, y a falta de una miniconsola, Blizzard se apunta a la moda de lo classic con World of Warcraft. Pero lo hace con cabeza. De partida, pese a que su lanzamiento está fijado para dentro de un año, no tendremos acceso a todos los contenidos disponibles de la antigua versión 1.12, sino que se irán añadiendo por etapas.
De este modo, la idea es que WOW Classic no sea un simple boom de nostalgia que se vaya apagando de manera gradual, sino una experiencia completa, independiente y que invita a los jugadores a regresar de manera periódica a lo largo de cuatro etapas planificadas cuyos contenidos ya han sido anunciados.
- Etapa 1: Núcleo de magma, Onyxia, La Masacre, Kazzak, Azurgos
- Etapa 2: Guarida de Alanegra, Campos de batalla y recompensas JcJ, Zul’Gurub
- Etapa 3: Ahn’Qiraj (incluido el evento de apertura), nivel 0,5, contenido de Silithus, dragones verdes
- Etapa 4: Banda de Naxxramas, Invasión de la Plaga
Eso sí, Blizzard se cura en salud y pese a no ponerle fecha de salida a estas etapas o la periodicidad con la que irán llegando, ya adelanta que estos planes podrían cambiar en un futuro. A fin de cuentas, y como dijimos antes, el grueso del proyecto y su éxito está totalmente en manos de los jugadores.
El plan de Blizzard va un poco más allá, ya que la versión Vanilla y sus futuros contenidos no se cruzarán con los planes presentes y futuros de World of Warcraft. De hecho, la idea es que se complementen: para acceder a World of Warcraft Classic solo necesitarás una suscripción de WOW, de modo que -contando con que todas las expansiones hasta Battle for Azeroth son gratis- todos los fans recibirán la experiencia clásica gratuitamente.
Pero, a su vez, todos los interesados en World of Warcraft Classic y aquellos que han decidido abordar el MORPG ahora que se parte desde cero, podrán dar el salto a la versión actual sin pagar un céntimo de más. Un embajador inmejorable a la experiencia que, a la vez, es el tributo a sus orígenes.
World of Warcraft Classic es el reflejo definitivo de todo lo que ha evolucionado Azeroth durante la última década, pero también un lienzo en blanco para embarcarse en esta aventura. Una segunda oportunidad para descubrir este fenómeno incombustible desde el día uno y que llegará en verano de 2019, sin fecha fijada de momento, en PC y Mac.
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Jugamos a World of Warcraft Classic: el regreso al Azeroth que me encandiló es mucho más que un tributo a sus orígenes
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Frankie MB
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