‘John Wick: Pacto de sangre’, supera y hace mejor a la primera entrega
Al inicio de este segundo capítulo de ‘John Wick’ enganchamos directamente con el final de la anterior y pronto, tenemos al personaje de Peter Stormare (haciendo una caricatura de Peter Stormare) que nos recuerda los highlights del capítulo anterior. Incluyendo un recordatorio de que todo ese caos ha llegado “por matar a su perrito”. No queda claro de si esto es un planteamiento de intenciones o una disculpa, pero establece un nuevo tono para esta entrega.
En esta primera secuencia, con ese primer speech, entramos en una dinámica de exageración más autoconsciente que libera los lastres de la serie con su propia condición cuasiparódica. Esto le sirve para establecerse como una ficción, casi de viñetas, y un tono pulp noir mucho menos solemne pero igual de disfrutable. La acción inicial es anecdótica y da lugar a un primer acto mucho más reposado e inusualmente largo. Hasta bien entrados los cincuenta minutos no hay demasiado movimiento.
Expandiendo el universo Wick
Esto no quiere decir que ese tramo se haga aburrido, sino que la estructura del relato se asienta más cómodamente sobre los pilares del mundo de jerarquías, el universo criminal y mafias en el que Wick y el resto de asesinos como él se han movido siempre. Esto incluye factores como el propio pacto de sangre, las normas de no agresión en determinados espacios y otras reglas que establecen una mitología interna, casi fantástica, sobre la que el resto del relato se va a asentar.
Este elemento es el mayor acierto de esta entrega, que anula el confuso tono de la primera película, cuyos huecos lastraban el resultado final y convertían la escalada de violencia en un espectáculo correcto que, en ocasiones, surfeaba con el ridículo. La inversión en minutos para expandir el espacio añade bloques de cemento sobre la lógica interna de las películas, resultando esta ‘John Wick: Pacto de sangre’ un cataplasma para algunas inconsistencias de su predecesora.
En el resto de aspectos, sin embargo, no se aprecia un cambio de intenciones apreciable respecto a la anterior. Sigue el modelo de más grande, más muertos y mucho más dinero en cada plano de la pantalla. La escala ha cambiado y tenemos a Wick incluso en Roma, porque hemos cambiado la mafia rusa por la italiana, y el emplazamiento nos da pie, incluso, para una aparición estelar del gran Franco Nero, lo que será apreciado por todos los aficionados al cine bis. Su escena con espejos también recordará a cierta película de Bruce Lee, aunque habíamos visto algo así no hace tanto en ‘The Guest‘ (2014).
A quemarropa
Parte del éxito de estas películas es que recuperan, en parte, el gusto por el cine de acción más sucio de los 80. El espíritu Cannon, y el cine vigilante americano de Michael Winner. Todo esto se deja notar, pero aunque la manera de empaquetarlo es correcta, recuerda más a las desvergonzadas producciones de la factoría Luc Besson más recientes, con la misma voluntad lúdica, como ‘Colombiana’ (2011) o la mismísima saga ‘Venganza’ (Taken, 2008) de la que no se diferencia en demasía.
Keanu rompe su zen con arranques momentáneamente sobreactuados, pero acordes con la situación de mayor presión de la cinta y su presencia pasa a ser algo más que el choque de palmas al público por la “resurrección” de la primera. Además, su presencia se ve complementada por la aparición de Lawrence “Morfeo” Fishburne, que facilita la reunión más esperada por la militancia geek, apenas unas semanas después de la noticia del reboot de la saga ‘Matrix’, otro elemento, junto a los cortes musicales electrónicos, que reafirma la anacrónica condición, muy de los 2000, de la saga Wick.
Su reiterativo machaque semántico del estatus de superhombre, o coco mitológico, de John Wick, con personajes rendidos y doblegados ante su figura (por momentos parece que estén bromeando cuando se le ponen frases a un meme de Chuck Norris), puede resultar agotador, especialmente cuando el propio aparato promocional ensalza la figura de “el hombre, el mito, la leyenda”, pero perdonando un poco, se puede tomar con el mismo espíritu desprejuiciado que el salvajismo de sus escenas de acción o su delirante final, que nos hacen esperar ansiosos una conclusión de la trilogía.
- Otra crítica en Blogdecine: ‘John Wick: Pacto de sangre’, más brutal, igual de entretenida (por Mikel Zorilla)