Jeff Wall – ‘A Sudden Gust of Wind (after Hokusai)’
El artista canadiense Jeff Wall (Vancouver, 1946) está considerado uno de los fotógrafos contemporáneos más importantes. Estudió Historia del Arte en la University of British Columbia, y desde pequeño se sintió atraído por artistas clásicos como Brueghel, Rembrandt y Miguel Ángel, y también por fotógrafos como Robert Frank, cuyas fotografías de The Americans reproducía cuando era un adolescente utilizando el dibujo. Ha expuesto en los grandes templos del arte contemporáneo, como la Tate Modern, en Londres, y el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York, y fue galardonado con el Premio Hasselblad en 2002 y con el premio Roswitha Haftmann de Artes Visuales en 2003.
Sus obras han contribuido a asentar el estatus artístico de la fotografía, trascendiendo los límites de la imagen con un sólido trabajo conceptual, que le ha ganado el respeto de todas las instituciones del mundo cultural. El trabajo de Wall tiene fuertes raíces artísticas, que se mira en las obras de grandes pintores como Velázquez, Delacroix y Manet, y que utiliza referentes también de la literatura y el arte japonés. Pero es un arte conectado a la vez con la sociedad actual, ya que podemos ver cómo aborda en sus obras el racismo, los conflictos de género, la guerra, los problemas medioambientales o la sensación de soledad y alienación.
De alguna manera, lo que ha pretendido Wall ha sido dar continuidad al arte clásico, sirviéndose de la más moderna herramienta creativa, como es la fotografía, para describir el mundo contemporáneo. Y lo ha realizado construyendo milimétricamente sus fotografías, donde cada gesto, símbolo, objeto o persona, ha sido estudiado y colocado sirviendo a un objetivo general que podríamos denominar concepto o idea. Siempre encontramos algo teatral y artificial en sus obras, y también una verosimilitud con la realidad y la vida que nos hace adentrarnos en esa dualidad en la que se mueve el arte, entendido como construcción personal, y al mismo tiempo, espejo del mundo.
Entre sus más conocidos trabajos está ‘Mimic’ (1982), donde nos enfrenta, como si de un fotograma cinematográfico se tratara, a un caso de racismo entre una pareja blanca y un hombre de origen asiático en un entorno urbano de clase obrera. Parece una escena propia de la fotografía callejera, pero este recurso estético le sirve para acentuar lo creíble de la imagen. En ‘La narradora’ (1986), buscó la inspiración en el ‘Almuerzo sobre la hierba’ (1863), de Manet; y ‘Retrato para mujeres’ (1979) supone una nueva recreación de otro cuadro del pintor francés, en este caso de Bar en el Folies-Bergère (1881).
En Japón se adentró para crear otra de sus fotografías más importantes, la cual hemos seleccionado en esta ocasión: A Sudden Gust of Wind (after Hokusai) (1993). Está basada en “Yejiri Station, Province of Suruga”, una xilografía de 1832 firmada por Katsushika Hokusai. Como casi todos sus trabajos, A Sudden Gust of Wind es una imagen “construida”, en este caso mediante la unión de más de 100 fotografías escaneadas y digitalmente procesadas, que fueron realizadas durante un año por Jeff Wall, hasta conseguir la obra final. Un resultado en el que emerge lo que parece ser un “momento decisivo” congelado en el tiempo, pero que al final es una obra con múltiples capas de construcción e interpretación. En este caso, el paisaje japonés con el monte Fuji al fondo de la obra original ha sido sustituido por un páramo canadiense, cercano a Vancouver, donde reside, y en el cual aparecen postes de telégrafo, edificios al fondo y un horizonte en general nada evocador. Una visión poco romántica, desconcertante, acentuada por los personajes que contemplamos en el encuadre, que poco se ajustan al escenario donde están inmersos.
En este “tableau vivant” encontramos cuatro figuras dispuestas en la parte delantera de la imagen, dos de las cuales se están sujetando el sombrero ante este súbito golpe de viento, mientras un tercero observa como su gorro vuela lejos de él. En la parte izquierda una mujer, cuyo pañuelo le ha tapado la cara, pierde los papeles que llevaba dentro de una carpeta, que quedan esparcidos a lo largo de toda la imagen. También dos árboles se ven agitados por el viento, cuyas hojas se esparcen en el aire al igual que los papeles. La colocación de los personajes y las hojas crean una considerable sensación de movimiento, en un perfecto ejercicio de composición próximo a la proporción áurea, que, como podemos ver en el boceto de la obra, fue buscado de forma estudiada por Wall.
Y si en la xilografía del artista japonés los campesinos encajaban en el paisaje, los personajes de Wall forman un todo surrealista, colocados en medio de un camino austero, en un paisaje casi apocalíptico, entre espacios de agua turbia, restos industriales y un cielo gris y plomizo que envuelve el conjunto dentro de una luz uniforme y apagada. La sensación de profundidad viene dada por los postes de telégrafo, un puente que aparece en tercer plano y el río que se aleja. El horizonte, colocado en la parte inferior de la imagen, contribuye a reforzar la regla de los tercios y añade también fuerza al conjunto.
En el plano formal, con este fascinante ejemplo de composición, Wall construye una obra de enorme movimiento y dinamismo dentro de lo que es una imagen estática y fija como la fotografía. En el plano conceptual, algunos han querido ver las diferentes reacciones que provocan en los seres humanos un repentino cambio en el destino, desde los que auténticamente “pierden los papeles”, hasta los que asisten estupefactos o se esconden de la realidad. Y otros lo han descrito como una muestra de la difícil coexistencia del mundo rural y el mundo urbano, con personajes y elementos de ambos entornos. Y es que así son las “construcciones artísticas” del fotógrafo canadiense, abiertas y complejas en su interpretación.
Una pieza que bien merece ser contemplada en la grandiosidad de su recipiente original, ya que Wall coloca sus obras en transparencias iluminadas por cajas de luz, a tamaños de gran formato. En este caso, de 229 x 377 cm. Una magnificencia que el creador canadiense ha utilizado con el propósito de igualar y llevar a la fotografía a tamaños propios de la pintura. Y de igual manera por la facilidad de la cámara fotográfica para captar el detalle más nimio, y qué mejor modo de ver esos detalles que a través de esas enormes dimensiones.