iPhone XR, análisis: el equilibrio paralelo
Apple mantiene el avance del iPhone como una mejora continua del concepto original, potenciando los aspectos claves de cada dispositivo y actualizando el diseño. Desde el iPhone 3G, la compañía inició un proceso parecido a las generaciones tick-tock de Intel: se pone sobre la mesa un modelo que implica un cambio de generación en cuanto a especificaciones y el año que viene lanza una nueva versión mejorada y potenciada de él. Esto suele ocurrir cada dos años y son los modelos «s» de la compañía (Jobs utilizó esa letra por «Speed»), tal y como ha ocurrido este año con el iPhone XS.
Apple comenzó con el iPhone 5c las versiones «copiloto» de la generación principal, pero este XR es algo completamente distinto
Sin embargo, la compañía ha lanzado también modelos «copiloto» del iPhone «principal» de cada año, como cuando lanzó el iPhone 5c a finales de 2013 junto a la puesta de largo del iPhone 5s. En aquella ocasión, este modelo «c» utilizaba las especificaciones del modelo lanzado el año anterior, pero con un nuevo diseño basado en el policarbonato de diversos colores, diferenciándose del 5s prácticamente en todo.
Fue el único modelo lanzado de este tipo. El iPhone 5c quería mejorar la llegada a ciertos grandes mercados y mercados emergentes, pero el precio atractivo que pretendía ser el reclamo se diluyó fuera de Estados Unidos, donde las operadoras sí que ofrecían este iPhone con planes de precios más agresivos. Aún así, fue un modelo tuvo cierto calado entre usuarios que buscaban un modelo más desenfadado y sigue siendo recordado en cierta medida.
¿Por qué un iPhone XR?
Podríamos considerar el iPhone XR como un conjunto de lecciones aprendidas por parte de Apple, comenzando por las del 5c. Lanzar un iPhone con nuevo diseño era atractivo para el público, pero contar con la tecnología del año anterior lo alejaba de ciertas decisiones de compra de quienes se interesaban por un producto puesto al día. Había que cambiar la fórmula, y eso llevó a dos movimientos importantes que nos traído hasta este XR.
El primero, fue tratar a los modelos de la generación anterior como parte de la actual, considerándolos «gama de entrada». Eso los convertía en los nuevos modelos «c» de facto y ha funcionado bien con los iPhone 6, iPhone 7 y iPhone 8, consiguiendo ser muy vendidos porque la propia compañía era quien los ofrecía también a precios más competitivos respecto a los del momento de su lanzamiento original.
El segundo, fue la llegada del iPhone SE, cuyo concepto era diametralmente opuesto al iPhone 5c. Aquí se mantuvo la misma tecnología del iPhone 6s a nivel de potencia, y se utilizó un diseño sin modificar del modelo anterior. Y esta vez sí que funcionó. De hecho, funcionó tan bien que cada año desde su lanzamiento muchos usuarios siguen preguntando si llegará un nuevo SE. Nunca aterrizó como modelo posterior al original pero desde luego, podemos contarlo como un buen precursor y parte del ADN del XR que estamos analizando hoy.
El iPhone XR suma de forma equilibrada diseño, potencia y prestaciones entre generaciones.
Y llegamos a este iPhone XR, que podríamos resumir como lo mejor de cada una de las opciones que ha ido tomando Apple para estos copilotos generacionales: utiliza la potencia del modelo actual, cuenta con el diseño rompedor del iPhone X «todo pantalla» con notch y mantiene la misma calidad de materiales añadiendo además seis colores nuevos que lo diferencian. Si en esta generación el iPhone XS fuera un coche de gama alta con todos los extras, el iPhone XR sería ese biplaza de colores vibrantes que os adelanta atrayendo todas las miradas por la autovía.
El diseño exterior
Los colores con los que a primera vista diferenciaremos un modelo XR de un XS o incluso un X, son el rojo (Product RED), el amarillo (el modelo analizado que veis en las fotos es éste), blanco, coral, negro y azul. Son colores muy llamativos que nos sorprendieron al verlos en directo en la zona de pruebas al salir de la keynote, porque se alejan de los clásicos del XS y le dan un toque mucho mas desenfadado. Cuenta con resistencia al agua hasta un metro de profundidad durante un máximo de 30 minutos, mismos valores que ya vimos en el iPhone X y la mitad de los que tenemos en el iPhone XS.
El material de construcción es aluminio, empleando una aleación especial diseñada por la propia Apple. Como curiosidad, quizás aquí hemos visto el antecedente en las pruebas con este material que más tarde se ha utilizado para diseñar completamente el nuevo MacBook Air. Los colores son realmente llamativos – no tenéis más que ver las fotos de este artículo – y cuenta con una trasera de vidrio que soporta la carga inalámbrica rápida, igual que en el XS. Los colores entre vidrio y aluminio son muy parecidos aportando continuidad al diseño por los cuatro costados.
Este modelo cuenta con una pantalla de 6,1″, manteniéndose a nivel de tamaño entre un iPhone XS y un iPhone XS Max. Es ligeramente más grueso (0,77 cm contra los 0,83 cm de este modelo), pero en mano presenta un buen agarre ayudado en parte porque el aluminio de los bordes no está muy pulido y presenta cierta rugosidad. En el día a día, es cómodo de manejar y de llevar en el bolsillo, y el tamaño me parece cómodo para quienes no quieren algo tan grande como un Max.
Liquid Retina o la oportuna puesta al día del LCD
Si Apple quería fabricar un modelo que acompañara el XS y fuera más ajustado en costes una de las cosas que tendría que sacrificar era el panel OLED, muy caros de fabricar por el momento. La solución era emplear una pantalla LCD como la de los anteriores iPhone, pero esta tecnología no podía utilizarse tal cual para adaptarse a los bordes redondeados o incluso al notch, así que la compañía necesitaba sacarse algo de la manga.
Ese as lo han llamado Liquid Retina y es un panel IPS mejora los anteriores paneles LCD para conseguir alcanzar todos los recovecos de la nueva pantalla. La resolución se queda en 1.792 por 828 píxeles a 326 p/p, alejado de los 2.436 por 1.125 píxeles a 458 p/p del iPhone XS (aún contando este último con una pantalla más pequeña). En el contraste también sacrificamos el 1.000.000:1 de la pantalla OLED contando con 1.400:1 en este nuevo modelo.
En resumen, es una pantalla ligeramente mejorada respecto a lo que teníamos en el iPhone 8 y anteriores, diseñada para ser utilizada de borde a borde. En mi opinión, lo más notorio es la bajada de la resolución y contraste en este modelo respecto al XS – aunque si estáis habituados a los modelos anteriores al X no notaréis mucha diferencia ya que son prácticamente idénticas en detalle con respecto al 8.
Por tanto, en apariencia es exactamente igual que el modelo más próximo con esta tecnología en el tiempo, el iPhone 8/8 Plus: es perfecto para producir vídeos, leer texto, navegar por Internet o utilizar en definitiva el teléfono de la forma habitual, con un buen comportamiento en velocidad y respuesta táctil. Como siempre. Eso sí, no tiene comparación con la tecnología OLED del hermano mayor, aunque es la decisión adecuada a la filosofía de este producto.
No contaremos en el XR con la tecnología 3D Touch, por ejemplo, para lanzar los menús contextuales desde los iconos de las apps, o utilizar la pulsación con fuerza de los botones de la pantalla para activar la linterna o la cámara. En éstos últimos casos, sí que podemos seguir utilizándolos dejando el dedo sobre ellos – incluso contaremos con la misma respuesta háptica del Taptic Engine – pero al perder los niveles de presión no podremos activar los menús contextuales donde el «mantener pulsado» tenga ya asignada una función principal, como ocurre en el escritorio donde se utiliza para eliminar la app.
El chip A12 está aquí y eso marca la diferencia
El corazón de este XR, lo que lo hace realmente atractivo, no son los colores vibrantes, la mayor pantalla o el nuevo diseño: es el chip A12, uno de los auténticos protagonistas de esta generación. Es exactamente el mismo con el que cuenta el XS, por lo que en términos de potencia y rendimiento, y lo podemos ver reflejados en test sintéticos como los que he hecho en Geekbench para este móvil:
Como veis, comparándolo con los resultados que obtuve en los tests del iPhone XS Max, son prácticamente idénticos. En el día a día, el sistema operativo literalmente vuela desplazándonos o abriendo apps, a nivel de respuesta táctil o también a la hora de hacer fotos o desbloquear el móvil utilizando Face ID. Los números que hace Apple, al igual que en el XS, nos dicen que es el doble de rápido que el chip A11 tanto en rendimiento gráfico como en potencia nominal.
Aunque el comportamiento es el mismo que en el XS, conviene recordar que el Neural Engine también ayuda a llevar a un nuevo nivel las apps de realidad aumentada, gestionar las fotos con efecto retrato y ser más eficiente energéticamente. En este punto es especialmente sobresaliente: con un desempeño dos veces superior, consume la mitad de energía que su predecesor.
Eso, y un mayor tamaño de la batería debido a una envergadura mayor, nos aportan una autonomía que mejora en hora y media la del iPhone 8 Plus – además las siguientes versiones de iOS es muy probable que optimicen más cada ciclo del sistema operativo para arañar algunos minutos extra en cada versión. Es una de las ventajas de la compañía que cuenta con el control del hardware + software.
Las cámaras mantienen los puntos clave
Uno de los puntos donde este modelo también se diferencia del XS es con las cámaras. No cuenta con las mismas especificaciones que el hermano mayor, pero mantiene la base de los últimos movimientos populares de la compañía. Por ejemplo, el modo Retrato está disponible a pesar de no contar con dos cámaras traseras gracias al chip A12 y tenemos el control de profundidad ajustable posterior a la captura – incluso aunque no hayamos capturado esa imagen con nuestro XR.
Las cámaras TrueDepth son exactamente idénticas entre el iPhone XR y el iPhone XS, funcionando a la misma velocidad
El modo retrato trasero pierde dos de los efectos de profundidad que se pueden ajustar (el de luz de escenario y luz de escenario mono), pero con las cámaras frontales sí que contamos los mismos cinco efectos que en el XS. Estas cámaras sí son idénticas entre ambos modelos, y funcionan de la misma forma. Aquí sí que sigo echando de menos una cámara frontal de al menos 1080p, en plena era de los selfies y los FaceTime grupales, que tampoco tenemos en el XS.
Los grandes cambios entre ellos vienen más derivados de contar con una sola cámara y con aspectos que el software no puede suplir: contamos con estabilización óptica (pero no obviamente doble) y sólo tendremos zoom digital hasta cinco aumentos (el óptico no está presente en el XR). En la práctica, las fotos tienen una calidad muy similar a la del XS – y se agradece que la compañía haya incluido el famosísimo modo Retrato en este modelo como otra característica clave que no deja atrás en esta generación.
Conclusiones
Este nuevo iPhone XR no sólo sorprende por su apariencia física, también porque cuenta con uno de los procesadores más sorprendentes del mercado y se nota el cuidado de Apple al saber exactamente que puntos descartar de su hermano mayor sin menoscabar los pilares esenciales de la idea del iPhone: experiencia de usuario, potencia y autonomía.
Con ello han conseguido un dispositivo potente y atractivo que funciona en paralelo al iPhone XS e incluso le permite orientarlo hacia otro público. El precio de salida de 849€ para el modelo de 64GB en mi opinión está equilibrado a lo que el producto ofrece, y tenemos que recordar que también podemos comprar el iPhone 8 – que sigue siendo perfectamente vigente a nivel de rendimiento – desde 699€.
Estamos por tanto hacia el modelo más redondo de todos los iPhone que acompañan al principal: misma potencia, mismo diseño, y con tecnologías familiares como la de la pantalla pero puestas al día para que funcionen con el nuevo concepto. El producto funciona muy bien en conjunto y llamará la atención por la medida perfecta de todos sus ingredientes: todo un nuevo bólido que parece entrar en la competición para no quedarse atrás.
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Applesfera
por
Pedro Aznar
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