Film Noir: 'Un paso en falso' de Carl Franklin
El pasado domingo nos enteramos del fallecimiento de uno de los actores más queridos por el público en general, y por la cinefilia en particular, Bill Paxton. Uno de esos rostros conocidos por la cantidad de películas populares en las que apareció sobre todo en la década de los ochenta y noventa. Muchos títulos reconocidos surgen si repasamos la extensa filmografía del actor. Pero también encontramos injustamente poco conocidas, caso de ‘Un paso en falso’ (‘One False Move’, Carl Franklin), filmada en 1990 y estrenada dos años después.
Paxton la protagonizó el año que murió a manos de un Predator. Uno de los guionistas de la película, y actor en la misma, Billy Bob Thorton, se casó con la actriz principal, Cynda Williams, tras rodar la película y antes de que se estrenara ya se habían divorciado. Una mera anécdota que sirve para retratar el a veces duro camino que tienen que seguir algunas películas, más de las que pensamos, para ser distribuidas como merecen.
‘Un paso en falso’ es puro cine negro. El film da comienzo con un brutal asesinato, una de las secuencias más violentas e incómodas vistas en el cine estadounidense de los noventa. Un doble asesinato ocurrido en la gran Los Angeles lleva a los asesinos a un pequeño pueblo llamado Star City, en Arkansas, población hasta la que llegan dos agentes del LAPD persiguiendo a los sospechosos. En el pueblo, lleno de personajes de lo más curioso, hace cumplir la ley, con métodos diferentes, un sheriff llamado Dale Dixon, al que apodan “Hurricane” (Huracán), apodo que a punto estuvo de servir de título al film.
El tranquilo pueblo al que llegó la violencia
Dale es uno de esos personajes caramelo que han tenido la suerte de caer en manos de un actor como Bill Paxton, con esa cara tan amable que tiene. Las evidentes diferencias entre la vida en la gran ciudad y un pueblo quedan marcadas por la extraordinaria composición de Paxton, que aporta matices al guion, obra de Billy Bob Thorton y Tom Epperson, el cual marca muy bien la evolución de los personajes además de un crescendo dramático en el que los errores/pecados del pasado tienen su pago y también redención.
Star City es el típico pueblo estadounidense visto en miles de películas. Lleno de personajes de lo más variopinto, y en el que las cosas funcionan de una determinada manera —Dale se va de un bar sin pagar toda la cuenta desoyendo a la camarera, o cómo arregla éste una disputa de pareja que hace sacar a los policías de la gran ciudad sus armas—; un universo propio en cierto modo interrumpido por la llegada de la superioridad moral de la llamada ley, y la violencia más descarnada.
Violencia que es tratada con un enorme realismo y contundencia —el citado inicio o el excelente clímax—, Franklin no se anda con remilgos a la hora de mostrarla, demostrando, una vez más, que la violencia sólo engendra violencia, pero algo mucho más terrible: que la única forma de combatirla es precisamente con más violencia. Dale jamás ha sacado un arma en sus cinco años como agente de la ley, y no tarda nada en deducir que la única forma de enfrentarse a los peligrosos asesinos que persiguen es precisamente utilizando su arma.
Los errores tienen un precio
Franklin no alecciona, muestra, a modo de thriller, las terribles consecuencias de la incursión de la violencia en la diaria tranquilidad de un pueblo en el que nunca pasa nada. Y muestra dos formas a través de la pareja de asesinos, la exagerada que sirve a Billy Bob Thornton para desmadrarse un poco, gesticulando y gritando, y la tranquila y aparentemente contenida del rol de Michael Beach, precisamente por eso mucho más peligroso que su compañero.
‘Un paso en falso’ tiene también algo de western —maravillosa la secuencia en el porche de la casa de Dale entre él y los policías a los que admira— con personajes anclados en un pueblo cuyo nombre parece una de esas ironías de la vida. Otros, como la Fantasia a la que da vida Cynda Williams, se fueron de allí intentado triunfar en Hollywood. La violencia la trajo de vuelta hacia su gran y único pesar, el no reconocimiento de su hijo por parte de su padre.
El mejor trabajo fotográfico de James L. Carter, excepcional banda sonora de Peter Haycock, Derek Holt y Paul Di Franco, con nostálgicos punteos de guitarra, y bellísimo plano final con el pasado, el presente y el futuro dándose la mano abriendo el único camino con esperanza a una historia tan llena de violencia.