Este hombre murió hace 700 años y así hemos podido reconstruir su cara
Se llama don Context 958 y ha pasado 700 años enterrado bajo uno de los colleges de la Universidad de Cambridge. Allí, junto a otros 400 cuerpos, C958 descansaba en lo que era uno de los cementerios hospitalarios de la Inglaterra medieval.
Hasta que, entre 2010 y 2012, unas obras bajo la Facultad de Teología del St John’s College lo sacaron a la luz. Ahora un equipo de las Universidades de Cambridge y de Dundee han conseguido reconstruir su cara y, lo que es más importante, reconstruir la historia de un trabajador del siglo XIII.
¿Quién fue ‘Context 958’?
En el siglo 13 y el siglo 15, frente al cementerio se encontraba el Hospital agustino de San Juan Evangelista que no solo atendía a cuestiones médicas, sino que proporcionaba comida y vivienda al modo de los albergues para indigentes de hoy en día.
«Context 958 era posiblemente un interno del Hospital», explicaba John Robb, investigador del departamento de arqueología de la Universidad. «Tenía unos 40 años cuando murió y, pese a su esqueleto robusto, se notaba el desgaste del trabajo duro en su esqueleto».
«Una característica interesante es que tenía una dieta relativamente rica en carne o pescado. Esto sugiere que, aunque era una persona de clase trabajadora, podía dedicarse a algún tipo de comercio que le diera acceso a alimentos» que en aquella época estaban lejos de las clases más bajas.
No había tenido una vida fácil (difícil). El crecimiento de la dentadura sugiere hambre severa o algún tipo de enfermedad durante su infancia y en el cráneo se aprecia una contusión importante que se había curado antes de su muerte. Así que lo más probable es que «hubiera caído en una mala racha (o en una enfermedad) y que sin una red familiar hubiera terminado desahuciado en la calle».
Reconstruir la Edad Media
Como podemos ver, en colaboración con el doctor Chris Rynn del Centro de Anatomía e Identificación Humana de la Universidad de Dundee, Robb ha conseguido reconstruir el rostro y una breve biografía estudiando lo que dicen sus huesos y dientes.
Forma parte de un proyecto más amplio que pretende estudiar con mucho detalle la salud de los ciudadanos de la ciudad durante el periodo medieval. Por ello, no solo se están analizando los restos de St. John’s de forma estadística, sino también de forma biográfica.
Sobre todo, porque personas como Context 958 son los verdaderamente interesantes. Los registros históricos que conservamos son de las clases acomodadas, y yacimientos de este tipo hacen que podamos conocer el día a día de los ciudadanos de a pie.
¿Cómo se reconstruye un rostro a partir de una calavera?
Posiblemente, la primera reconstrucción facial moderna tuvo lugar en 1883. Welcker reconstruyó la calavera de Schiller que se guardaba en Weimar y demostró que era falsa. El procedimiento es esencialmente el mismo desde entonces: utilizando mediciones sobre el grosor medio de las partes blandas se modela en 2D o en 3D el rostro.
La recopilación de esos grosores se ha realizado durante muchos años incorporando diferencias raciales y de género. No obstante, sólo a partir del trabajo de Snow y Gatliff de 1970, las reconstrucciones pasaron de ser una artesanía a ser una ciencia.
Durante décadas, las técnicas se han ido refinando utilizando casos de desapariciones hasta lograr resultados bastante buenos. En los últimos años, el equipo de Dundee se ha especializado precisamente en reconstruir rostros de un pasado lejano como la que tenemos entre manos. Pese a las posibilidades del software que utilizan, lo cierto es que la lógica sigue siendo la misma que cuando se hacía con arcilla.
Y, al no tener posibilidad de contrastar el modelo final, ahí los problemas son mayores. Se pueden modelar con precisión muchos rasgos, pero las recreaciones que solemos ver no son precisas. Son más una herramienta pedagógica o de comunicación que una herramienta científica. Y la verdad es que, siempre y cuando no lo tengamos claro, es una herramienta poderosa. Lucy, sin nombre y sin reconstrucciones, nunca había sido Lucy.
Más info | Universidad de Cambridge
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Xataka
por
Javier Jiménez
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