Espectadores de lo asombroso: 22 escenas icónicas del cine de ciencia ficción
No es patrimonio exclusivo de la ciencia ficción, pero sí es posible que algunas de las escenas más memorables de la historia del cine pertenezcan a ese género. La explicación es muy sencilla: con la ciencia ficción, la imaginación se desata. Así, en la pantalla hemos visto naves volar cuando la carrera espacial aún era un sueño febril, robots cuando era imposible meter un ordenador en una caja y jugueteos con el tiempo, que es algo que aún no podemos comprender. Con la ciencia ficción hemos visto conceptos y situaciones que van más allá de lo que llegaremos a vivir nunca.
En Xataka sabemos que tenemos mucho grano que separar de la paja, pero nos hemos atrevido con esta lista de las 22 mejores escenas de ciencia ficción de la historia. Algunas ya te sonarán de otras listas y otras son inéditas en estas recopilaciones, pero la intención a la hora de hacer la criba es su validez tanto en su momento como ahora y su originalidad.
Aviso a navegantes: lo que sigue contiene destripes de películas de hace cincuenta o cuarenta años, y algún detalle significativo de filmes algo más actuales.
Viaje a la Luna (George Méliès, 1902)
Puede que el cine mudo no sea tu favorito o que no hayas visto ninguna película en blanco y negro, pero es imposible que hayas escapado de la primera escena icónica de la ciencia ficción en pantalla.
Mucho hay que agradecer a George Méliès por su contribución a que se percibiera el cine como una industria de sueños. Esta imagen, de una nave estrellada contra el ojo de la Luna, la cual tiene una cara que parece estar derritiéndose, es sólo la punta del iceberg de lo conseguido por el director francés. Aprovecha para ver completos sus doce minutos de duración y hacerte una idea de lo complicado que era, por aquel entonces, hacer una película cuando ni siquiera la gramática del cine estaba aún muy definida.
Metrópolis (Fritz Lang, 1927)
Hay mucho que agradecer a Fritz Lang, uno de los mejores cineastas de la historia y tan capaz de contar una historia en el cine mudo como en el sonoro.
A su etapa muda pertenece esta película, cuyo robot inspiraría a George Lucas para C3-PO y que aquí vemos adquiriendo la apariencia de María, la líder de una revolución pacífica de los trabajadores de la ciudad contra la clase rica y dirigente. Las intenciones del robot no son nada buenas porque su creador, el científico Rotwang (Rudolf Klein-Rogge), tiene un pasado que desea vengar…
2001: Una odisea en el espacio (Stanley Kubrick, 1968)
A partir de aquí (¡tan pronto!) empezarán mis problemas, porque la mayoría de las películas que vienen a continuación no tienen una escena icónica, sino varias.
En el filme de Stanley Kubrick hay para elegir entre los paseos en el interior de la nave, la muerte de Hal, el viaje al monolito o el despertar a una nueva conciencia, pero sabemos que ninguna de ellas puede hacer frente a una escena que no incluye naves, pero sí un concepto monumental: la condensación del progreso de la humanidad en una elipsis, una de las más ambiciosas mostradas en la historia del cine.
El planeta de los simios (Franklin Schaffner, 1968)
Pierre Boulle, autor de la novela en la que se basó ‘El puente sobre el río Kwai’, no podía ni imaginar que la novelita que parió sobre un astronauta que aterriza en un planeta dominado por los monos, acabaría por fagocitar incluso el recuerdo de la increíble película de David Lean, hoy reducida a una melodía tarareable.
Pero sigamos en 1968, porque este clip tan largo nos trae no uno, sino dos momentos memorables. Uno es el beso de Charlton Heston con la Doctora Zira, atrevido y con dobles lecturas en una época donde la discriminación de raza era diaria y sistémica; otro es, por supuesto, su final, en el que el personaje de Heston descubre que estuvo en la Tierra todo el tiempo. Y con este punto y seguido dio comienzo una saga de películas llena de conceptos locos que la nueva franquicia, iniciada en 2011, saquearía a placer y con buen gusto.
Naves misteriosas (Douglas Trumbull, 1972)
Esta película de Douglas Trumbull, responsable de los efectos especiales de ‘2001’ y unas cuantas películas más de esta lista, se suele olvidar con facilidad cuando se trata de glosar clásicos del género, pero su sombra no se puede esquivar. Además, se trata de una película necesaria hoy día, porque su mensaje ecologista tan propio de los años 60 y 70 es aún más importante a día de hoy.
¿Y qué escena podemos destacar de la odisea de Freeman Lowell (Bruce Dern) por salvar uno de los últimos vestigios de naturaleza de la Tierra? Su final, en el cual Freeman se sacrifica para que dejen en paz un domo, con fauna y vegetación extintas en el planeta Tierra y condenado a muerte por intenciones comerciales.
Cuando el destino nos alcance (Richard Fleischer, 1973)
Mientras repasaba películas para este artículo, me he dado cuenta de lo mucho que nos pasa la mano por la cara las películas de ciencia ficción de los 70, al menos en cuanto a temas de ecología.
La epopeya de Charlton Heston, que repite en esta lista, por descubrir el misterio del soylent green en una tierra superpoblada termina con la peor de las revelaciones posibles. Al final, su grito queda sofocado ante una platea que ha descubierto otro futuro donde los desastres ecológicos han traído la miseria.
Star Wars (George Lucas, 1977)
¿Qué escena escoger de una película que, a día de hoy, ha generado un culto enorme y dinero como para mantener un país pequeño, como Bélgica? Sea como sea, es muy probable que en los comentarios alguien sugiera otra distinta porque de esta película, como del cerdo, se puede aprovechar todo.
¿Los títulos de crédito? Son un homenaje a los seriales que Lucas se tragaba cuando era pequeño. ¿La batalla en la Estrella de la Muerte? Está inspirada en varias películas de aviación ambientadas en la II Guerra Mundial.
Quizás sea mejor quedarme con la escena inicial y más en concreto, con el plano de situación que abre el filme. Hoy, que estamos acostumbrados a poder ver cualquier cosa en pantalla, quizá no se entienda lo sorprendente de una nave tan inmensa. Si para colmo le añades que sólo unos minutos después aparece uno de los mejores villanos de la historia del celuloide…
Encuentros en la tercera fase (Steven Spielberg, 1977)
Abre paso al Rey Midas: con su tercera película en Hollywood, Steven Spielberg deja la amenaza de ‘Tiburón’ para convertirse en el maestro del asombro, capaz de dejar al espectador con la boca abierta y el corazón a mil por hora.
Se puede discutir largo y tendido sobre el final, del que el director se arrepiente (¡el protagonista abandona a su familia!), pero no puedes negar que, cuarenta años después, el acongoje que produciría un contacto con extraterrestres no ha sido superado aún.
Star Trek (Robert Wise, 1979)
A rebufo de ‘Star Wars’, aunque la serie original de ‘Star Trek’ despuntaría una década antes, esta película daría comienzo a otra saga que ha dado no pocas alegrías a los amantes de la ciencia ficción. Y al contrario que la franquicia de Lucas, ‘Star Trek’ siempre tuvo claro que el Enterprise era un personaje más que merecía una presentación por todo lo alto.
Puede que el resto de la película sea algo soporífera, pero esta escena demuestra la sensación de asombro que se quería lograr, después de que la serie de televisión tuviera que pelear con presupuestos mucho menores. Sólo añadiré una cosa: ojalá conozcas a alguien que te grabe o te fotografíe con el mismo cariño con el que Wise retrató al Enterprise.
Star Wars Episodio V: El Imperio Contraataca (Irvin Keshner, 1980)
No nos olvidamos de Star Wars y una de las frases parodiadas y homenajeadas hasta la saciedad. ¿Es posible añadir algo a todo lo que ya se ha dicho sobre esta saga, esta película, esta escena? No.
Sólo siéntate y disfruta.
Mad Max 2, el guerrero de la carretera (George Miller, 1981)
Una máxima del cine: desconfía de las descargas de información. Las introducciones habladas. Los bustos parlantes contando las cosas en lugar de mostrarlas. Pero George Miller, uno de los cineastas con más brío de la historia, sabe lo que hace al iniciar la secuela de ‘Mad Max’: en dos minutos no sólo muestra cómo ha acabado el mundo hecho trizas, también da a la película un aire de historia mítica que influenciaría y mucho en la forma que tenemos de ver los futuros postapocalípticos.
Ojo, que el resto de la película también es para enmarcar y este montaje no llega ni a aperitivo del pulso que Miller imprimirá en las escenas de acción.
Tron (Steven Lisberger, 1982)
Y de los prodigios analógicos de Miller pasamos a uno de los pioneros en eso de usar CGI dentro de una película. ‘Tron’ fue tan avanzada en su día que no consiguió el Oscar a mejores efectos especiales porque se consideraba que el uso del ordenador era “hacer trampa”.
Como suele pasar, no obstante, la historia olvidó el resto de la película y su secuela de 2010 no pudo escapar de la huella que dejó en la conciencia colectiva esta carrera de motos digitales de 1982.
Blade Runner (Ridley Scott, 1982)
Aunque cuando hablamos de esta película se nos vienen a la cabeza los nombres de siempre, esto es, Ridley Scott, Harrison Ford o Rutger Hauer, es injusto no destacar de la misma manera a Syd Mead, diseñador industrial detrás del futuro representado en el filme.
De la mano de la música de Vangelis, nos adentramos en una Los Ángeles plausible donde los coches vuelan y los anuncios son pantallas de muchos metros de alto. Puede que nunca vayas a ver un coche volar en la ciudad, pero un paseo por la Gran Vía de Madrid o cualquier otra capital importante te demostrará la preclaridad con la que Mead diseñó un futuro plausible.
Por cierto, el malo de esta película muere con un monólgo que quizá te suene…
E.T. (Steven Spielberg, 1982)
Spielberg repite con la película que arruinó la carrera comercial de ‘Blade Runner’ y ‘La Cosa’ de John Carpenter, aunque pocas pegas podrían ponerse a este filme.
La historia del extraterrestre que termina conectado con un niño acumula momentos icónicos que otros productos culturales, como ‘Stranger Things’, no dudan en homenajear, pero el más bonito es cuando Elliot y sus amigos huyen y vuelan gracias al poder del extraterrestre. Tan fuerte es la imagen que serviría de logo para la productora de Spielberg y amigos, llamada Amblin (en honor, por cierto, al cortometraje que abrió las puertas a Spielberg en el audiovisual).
Star Trek 2: La ira de Khan (Nicholas Meyer, 1982)
Nos despedimos de Star Trek con su mejor película, un apabullante trabajo que parece un grandes éxitos de la saga, pues condensa algunas de las mejores ideas de la serie (el antagonista interpretado por Ricardo Montalbán, la picaresca del capitán Kirk o el juego de gato y el ratón entre naves) en casi dos horas de magia que su remake del 2013 no llegó ni a rozar con la punta de los dedos.
Para una serie cuyo punto central es que la humanidad ha llegado a crear el mejor de los mundos posibles, una utopía que ya describimos de forma somera en Xataka, es curioso que una de las escenas más memorables sea la del personaje de William Shatner, un actor muy dado a la sobreactuación, gritando con rabia homicida el nombre de su enemigo; describe muy bien la desesperada, y casi inédita para el personaje, situación en la que ha quedado por culpa de Khan.
Si lo tuyo es el drama, quizás escogerías la escena de la muerte de Spock y tendrías tan buen criterio como yo.
Regreso al futuro (Robert Zemeckis, 1986)
Nunca correr con el coche dio mejor resultado que en esta saga, iniciada por Bob Gale y Robert Zemeckis en 1986 y a prueba de remakes mientras vivan sus responsables. Su concepción de los viajes en el tiempo, y de lo que puede pasar si alteras cualquier cosa en el pasado, es tan convincente que cualquiera de nosotros la tomaríamos por cierta si nos viéramos en una aventura semejante a la protagonizada por Michael J. Fox.
Sea como sea, el primer viaje, con el coche relampagueando hasta salir del tiempo y dejando una estela llameante, se ha convertido en la forma de viajar en el tiempo con más estilo que hemos visto nunca.
Aliens (James Cameron, 1986)
El mejor pitch de la historia se le atribuye a James Cameron, que planteó la secuela de Alien a los ejecutivos añadiendo un símbolo del dólar al final. La idea de multiplicar la amenaza se saldó con una taquilla millonaria y el inicio de un debate eterno entre los cinéfilos que dicen que la mejor es la primera, los que prefieren la segunda y a los que les dan igual ambas.
Sea como sea, el incómodo monstruo de forma fálica regresó como amenaza multiplicada, en esta historia de maternidad donde una mujer que vuelve a ser madre se enfrenta a la reina de una especie de superdepredadores ansiosa de proteger su colonia. ¿Qué es lo que puedes decir ante este choque de voluntades? “Aléjate de ella, puerca” es la única opción posible.
Terminator 2 (James Cameron, 1991)
James Cameron tiene el honor de hacer doblete en la lista y de seguido con una escena que fue revolucionaria más allá incluso de los efectos especiales.
Recapitulemos: justo antes, el T-1000 es bañado en nitrógeno líquido y empieza a congelarse. Entonces, el Terminator de Arnold Schwarzenegger suelta una frase lapidaria, le dispara y el malo estalla en cachitos para satisfacción de la platea.
En cualquier película esto supone un final de manual, pero no en Terminator 2, porque poco después ¡sucede esto! Durante toda la película sabíamos de la capacidad para regenerarse del T-1000, pero no hasta este punto: cuando por fin resucita en una escena mil veces parodiada en los noventa, la intensidad sube al 11 porque crees que este malo es imparable.
Jurassic Park (Steven Spielberg, 1993)
Mira a tu alrededor: la dinomanía vino de esto. Los dinosaurios siempre suscitaron la curiosidad de la gente, pero empezaron a forrar carpetas gracias a una de las muchas obras maestras que Spielberg tiene en su amén.
Todo en esta escena es una maravilla. Hasta aquí, llevamos cuarenta minutos de película sin ver a un dinosaurio, sólo temiendo su presencia invisible (en el prólogo) o haciendo conjeturas sobre su vida (con las escenas de Grant y Ellie en el yacimiento), cuando de repente aquí está.
En los noventa todo aspiraba a lo chungo o guay, pero Spielberg optó por operar al nivel de una maravilla de la Tierra. Y los espectadores, que hasta entonces no habíamos visto algo tan bien hecho, acompañados de la música espectacular de John Williams, no podíamos hacer otra cosa que asentir a la pantalla.
Bienvenidos a Jurassic Park.
Saga de Matrix (Lana y Lilly Wachowski, 1999 – 2003)
Quizá no lo recuerdes o ni siquiera lo viviste, pero en su día la campaña de la obra maestra de las Wachowski incidió mucho en qué era Matrix. Los más obtusos tardaron tiempo en comprenderlo o necesitaron explicaciones, pero la película significaría mucho más: Matrix era el mundo en el que estaban encerrados los seres humanos dentro de la película, pero fuera sería la piedra de toque de una nueva forma de entender el cine, apoyada en efectos por ordenador capaces de crear lo imposible y en coreografías prestadas del cine de acción oriental.
Este vídeo recopila las escenas más destacadas de las tres películas, pero si le das a reproducir verás una de las más parodiadas y la que enseñó a los espectadores que, a partir de ahora, todo estaba permitido: la de Neo, encarnado por Keanu Reeves, esquivando balas como hasta entonces sólo podían hacer los agentes.
Iron Man (Jon Favreau, 2008)
Ya conocíamos a los superhéroes de anteriores adaptaciones, pero solían ser atletas disfrazados o, en el caso de ‘Hulk’, seres antropomorfos imposibles. No sabíamos si se podía confiar en el cine de superhéroes en general, que alcanzó su nadir con ‘Batman y Robin’ en 1997 (aunque no para este redactor, que conste), ni Marvel en particular, que ya contaba con algún que otro patinazo como ‘Elektra’, pero lo que ‘X-Men’ adelantó, esta ‘Iron Man’ confirmó: el mundo de las viñetas es perfectamente trasladable al cine.
La primera pelea de Tony Stark con la armadura definitiva se convertiría en un icono de lo que estaba por venir. Cuando estrenen la nueva de los Vengadores y haya más de veinte películas a sus espaldas, recuerda que Marvel Studios empezó con esto.
Looper (Rian Johnson, 2012)
Desde ‘Regreso al futuro 2’ nos acostumbramos demasiado a hablar de viajes en el tiempo con diagramas explicativos, flechas, situaciones… Rian Johnson cogió a Bruce Willis, lo situó en una historia con sabor a cine negro y dejó claro que en el fondo, tanta palabrería daba igual.
Esta conversación en la cafetería está destinada a cerrar la puerta a cualquier otra escena que explique viajes en el tiempo, y con ella cerramos este especial… hasta que se nos ocurran otras veinte más o cambiemos de género. No olvidéis darnos ideas en los comentarios, porque si una cosa tenemos clara es que podríamos haber llegado al centenar.
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La noticia
Espectadores de lo asombroso: 22 escenas icónicas del cine de ciencia ficción
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Xataka
por
Adrián Álvarez
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