"Ellos viven, nosotros dormimos": 'Déjame salir' y otros 11 clásicos del horror metafórico
La impresionante carrera comercial (y excelentes críticas) que está cosechando ‘Déjame salir’ (‘Get Out’), esa comedia racial revestida de horror metafórico -o viceversa- es digna de estudio. La primera película de Jordan Peele recupera el potencial simbólico del cine de género para lanzar al espectador una ácida reflexión sobre los prejuicios raciales, recogiendo el testigo de decenas de películas de terror con mensaje satírico que le han precedido.
El resultado es mágico: funciona casi como una versión extendida de aquel especial de Halloween de ‘Key & Peele’ y otros sketches del dúo que daban una vuelta a los tropos del género. Pero también como una película de terror al uso, con algunos hallazgos visuales propios de maestro experimentado… potenciados por el trasfondo crítico de muchas de esas imágenes.
Posiblemente la extraordinaria fuerza de la metáfora de ‘Déjame salir’ es que no se anda con matices: esta historia en la que un joven afroamericano acude a casa de sus suegros blancos y se encuentra una salvaje conspiración racial encubierta con falsas sonrisas casi, casi se puede decir que no tiene ni siquiera metáfora. La escalofriante clase alta que lava sus conciencias con la historia de Jesse Owens contra Hitler es brutalmente reconocible.
Es decir, aquí no hace falta justificar un «los millonarios de la era Trump son alienígenas» con la excusa de la ciencia-ficción. En ‘Déjame salir’ los millonarios de la era Trump son exactamente los mismos que quieren devastar a las clases humildes y a las minorías en su país. No hay coartada de género, aunque sí una sensacional metáfora cuando se averigua el objeto de la conspiración y que no desvelaremos aquí para evitaros el spoiler.
Por eso, celebramos este regreso del terror con mensaje militante revisando algunos de sus hitos. De los ultracuerpos a las familias que huelen mal, el cine de género está lleno de cargas de profundidad disfrazadas de monstruos, violencia y gore. Adéntrate en él con esta selección de hitos del terror-protesta.
‘La invasión de los ultracuerpos’: El individuo no existe
Cuatro versiones hay de la clásica novela de Jack Finney, y las cuatro son interesantes, sobre todo porque cada una afronta a su manera el clásico argumento de los alienígenas que van suplantando a toda la humanidad con clones sin sentimientos. La clásica entrega de 1956 se interpretó en su día como una parábola anticomunista aunque desde hace tiempo se tiende a hablar de ella como justo lo contrario.
El soberbio remake de 1978 contiene algunas de las secuencias más escalofriantes del cine de horror moderno, como ese simbólico e inhumano grito alienígena final. Las entregas de 1993 y 2007 están menos logradas, pero la idea del ultracuerpo conserva, incluso en ellas, una fuerza que trasciende épocas y se entiende en cualquier contexto histórico.
‘Society’: Los ricos devoran a los pobres
Una reformulación de la idea de los ultracuerpos, pero con un trasfondo de conspiración entre clases. Aquí, los ricos son unas criaturas repulsivas y mutantes que (literalmente) ingieren y absorben a las clases inferiores, en una película en la que la metáfora está explícita y a flor de (palpitante y sudorosa) piel.
Brian Yuzna, productor de ‘Re-Animator’, dirigió esta epopeya que además de un mensaje contundente y certero es toda una exhibición de efectos especiales revolucionarios y neocárnicos a manos del gran Screaming Mad George. Una película rarísima, aislada e insobornable, y que gana enteros y actualidad según pasan los años.
‘Están vivos’: La sociedad de consumo nos ciega
Parece mentira que hubiera una época en la que esta película pasara completamente desapercibida, pero así fue. Solo el paso de los años y un fandom entregado a su arrebatadora propuesta (unas gafas de sol desvelan una realidad alienante y esclavista en la que estamos sometidos por una raza alienígena) han acabado otorgándole su justo trono de clásico moderno.
John Carpenter, siempre insobornable, independiente y devoto del género fantástico, ha realizado películas con una carga simbólica tan potente como ‘La Cosa’ o ‘1997: Rescate en Nueva York’, pero pocas tan directas como ‘Están vivos’. Su guiño a la paranoia de los cincuenta con la estética en blanco y negro de las reveladoras gafas es la guinda que conecta esta parábola ácrata y malhumorada con todos sus históricos precedentes.
‘La matanza de Texas 2’: La sierra es la familia
La familia ha sido siempre uno de los temas favoritos del cine de terror. Esa estructura doméstica propicia relaciones enfermizas, tensión y horror en estado puro. Desde hitos como ‘Psicosis’ a clásicos de culto como la también caníbal ‘Parents’, prácticamente cualquier película de terror con familia a bordo tiene cierta carga simbólica, pero pocas como las dos primeras entregas de ‘La matanza de Texas’.
Y donde la primera era una pesadilla abstracta y decadente en la que la familia era poco menos que un nido de putrefacción en un auténtico infierno a cuarenta grados a la sombra, la segunda es toda una parábola a ritmo histérico de lo absurdo de la institución familiar. Para ello, confronta al grupo de caníbales comandado por Leatherface con la supuesta normalidad del sheriff Dennis Hopper, y el mensaje queda claro: no hay familia cuerda.
‘It Follows’: La vida adulta es la peste
En una lectura superficial, la historia de ‘It follows’ (un monstruo invencible se contagia a través del acto sexual) puede parecer una metáfora sobre las enfermedades venéreas, pero toda la densidad simbólica de esta maravilla de teen horror de David Robert Mitchell de 2014 funciona mejor como reflexión sobre la traumática llegada de la vida adulta.
Es decir, dejar atrás la despreocupación y la inconsciencia. Asomarse al abismo sin fondo de los compromisos, donde todos los actos tienen consecuencias. Un monstruo lento pero imparable. Todo ello está aderezado con una pátina de terror elegante y cool, que guiña el ojo a la edad dorada del miedo adolescente, entre una ambientación salida de ‘La noche de Halloween’ y la banda sonora sintetizada de Disasterpeace.
‘Shin Godzilla’: La burocracia es peor que el holocausto nuclear
La última película de Godzilla no solo es la más metafórica desde la original (que tenía un simbolismo sobre el horror atómico tan potente que ha traspasado la cultura pop japonesa en transversal durante décadas), sino que es la primera con una elevadísima carga de crítica social. Este Godzilla no solo es el más terrible, gigante y devastador de la historia de la franquicia, sino que deja en evidencia a quienes en teoría deben proteger a Japón.
La naturaleza de Godzilla como un monstruo radioactivo se entiende aquí al pie de la letra con la visualización de un engendro mutante lleno de pústulas en carne viva y que se defiende provocando la mayor cantidad de dolor y destrucción posibles. El horror atómico deja de ser simpático y ofrece su cara más atroz, una a la que un ejército de funcionarios nipones es incapaz de hacer frente por pura incompetencia.
‘La mosca’: A la vejez, viruelas
David Cronenberg ha deslizado metáforas de alto calibre en su cine desde prácticamente sus inicios, cuando las películas eran galimatías de ciencia-ficción abstracta sobre los límites de la carne, y cuya cima es sin duda ‘Videodrome’, una auténtica tesis sobre la imagen catódica y su impacto en nuestros cuerpos y mentes. Pero es su cine de terror el que trae de la mano unas metáforas más contundentes.
Por ejemplo, la escalofriante ‘Cromosoma 3’, que habla de su largo y doloroso proceso de divorcio y presenta a un trasunto de su ex como un ser capaz de generar monstruos de su vientre. O ‘La mosca’, inspirada en una larga enfermedad que sufrió su padre. La película de los años cincuenta que la precedía, sobre un científico que quedaba ligado a una mosca por accidente, era una sencilla pesadilla mutante.
Pero ‘La mosca’ en su versión Cronenberg es un agujero negro de reflexiones sin demasiada esperanza sobre la inevitable putrefacción de la carne por culpa de la vejez y la enfermedad, y cómo la degeneración de lo físico va a acabar contagiando a todo lo que tenemos, hasta lo más dulce y puro, como el amor y la familia. Lo que viene siendo la alegría de vivir.
‘La semilla del diablo’: La mujer no es nada
¿Te está gustando ‘El cuento de la criada’ y su mensaje feminista? No es para menos, porque incide en un tema peliagudo más allá de los derechos sociales de las mujeres: el derecho que tienen a decidir sobre su propio cuerpo. Aunque de ello ya hablaba mucho, bien y muy aterradoramente ‘La semilla del diablo’.
Que es, esencialmente, la historia de una mujer que es violada (Satán, otro hombre, qué más da) y todo el mundo, desde su marido a su médico pasando por sus vecinos, puede decidir qué va a ser de ese niño. Y la vuelven loca, claro. Una metáfora desalmada y muy, muy actual sobre el papel de la mujer en la maternidad y que si quieres que la bajona sea completa recomendamos ver en programa doble con ‘The Witch’.
‘La noche de los muertos vivientes’ (1990): Nosotros somos los muertos
Podíamos haber puesto literalmente a rebosar esta lista de películas de zombis. Es el monstruo moderno por excelencia y, por ello, el más profundamente metafórico. Desde el nacimiento de su encarnación tal y como la entendemos hoy, en el clásico de George A. Romero de 1968, ha llevado a cuestas una carga simbólica que ha ido siendo imitada, replicada, cuestionada (y, finalmente, banalizada en ‘The Walking Dead’)
Escogemos la encarnación que quizás sea más influyente en el zombi moderno: la del extraordinario remake dirigido por Tom Savini en 1990. En su día se entendió como una simple copia en color del original, pero la conclusión es distinta y demoledora: Barbara sobrevive, sale de la casa y se encuentra con que la gente se ha organizado para perseguir y torturar a los muertos. Ahora somos indistinguibles de esos puñeteros descerebrados.
‘Funny Games’: El mal audiovisual
Esta pesadilla ultraviolenta de Michael Haneke perduda en nuestros estómagos como una película de terror abstracta y perfecta (dos jóvenes psicópatas atacan y torturan a una familia en una casa retirada del mundanal ruido). Pero el diablo estaba en los pequeños detalles: los atacantes rompen la cuarta pared, miran al espectador, reconocen que están en una película.
Por lo tanto, el espectador es el cruel sujeto de esta metáfora experimental. ¿Te ha gustado, has disfrutado de la película? Enhorabuena, estás enfermo: los psicópatas han desplegado una exhibición de violencia sádica y gratuita, sin humor ni espectáculo, y a ti te ha parecido estupendo solo porque lo estás viendo con el filtro de una pantalla por medio. Que duermas bien esta noche.
‘Las mujeres perfectas’: En busca de la esposa definitiva
Y finalmente, no exactamente una película de terror, sino una sátira que toma como referentes no solo la novela de Ira Levin ‘Las poseídas de Stepford’ y su primera adaptación de 1975, sino comedias con mensaje y ambientación de película de miedo como ‘Las brujas de Eastwick’, ‘La muerte os sienta tan bien’, aparte de toda la comentada mitología de los ultracuerpos.
Aunque esta vez el objetivo de los invasores no es conquistar la humanidad, sino que un grupo de maridos consigan lo que la sociedad les ha vendido que merecen: mujeres perfectas. Bellas, obedientes, madres de primera, fieras en la cama y amas de casa ideales. Un mensaje corrosivo, que encuentra en Nicole Kidman su encarnación perfecta, y aterrador para cualquiera que haya visto la televisión más de tres minutos seguidos.