El valor de lo experiencial en la comunicación interna
Las personas ponemos razón y corazón en todo lo que hacemos, unos más de lo uno que de lo otro, pero al final, la emoción es lo que nos mueve. Las cosas se pueden contar, sin más, o la comunicación puede ir mucho más allá, puede hacernos vivir, sentir, tocar, jugar, hacer que seamos realmente los protagonistas de la historia, y entonces sí, conectar de verdad con nosotros.
Se ha hablado mucho de las ventajas y objetivos estratégicos de la comunicación interna, de mantener informados a los empleados de la empresa, de tener una buena identidad dentro para construir una buena imagen hacia fuera…, pero no todas las empresas apuestan de verdad por demostrar que el cliente interno es lo primero. Para comunicar y convencer ahí fuera, es fundamental hacerlo primero dentro, ¿cómo?, conectando con nuestras emociones.
Síntomas de una buena comunicación interna
Aquellas empresas que creen de verdad en la comunicación y en que el cliente interno es el primero son las que:
- Implican a los empleados en la estrategia empresarial. No solo se comunica, también se comparte, se motiva…
- Se abren al talento, ponen en valor al capital humano, reconocen sus habilidades, conocimientos, competencias, actitudes, y aprovechan el máximo potencial a través de las acciones de comunicación interna.
- Potencian el trabajo en equipos multidisciplinares, estimulando la innovación, la creatividad, la comunicación en todas las direcciones.
- Propician un buen clima laboral, fomentan el diálogo basado en la cercanía a los líderes, en la trasparencia.
Aunque los profesionales de la comunicación lo vemos muy claro, existe todavía un gran número de empresas que no cuentan con una buena estrategia comunicativa e impiden la fidelización y la retención del talento. Empresas que no conceden la importancia necesaria a este tipo de intangibles tan importantes para distinguirse de la competencia. En España, según el informe TES 2017, realizado por Tech Executive Search, el 40% de los empleados de una empresa no conoce los valores corporativos de la compañía en la que trabaja. La falta de comunicación interna en la empresa provoca que muchos empleados no se sientan identificados con ella.
Por suerte, cada vez hay más empresas que otorgan valor a la conexión con el empleado y apuestan por sus áreas de marketing y de comunicación, que alineando sus objetivos con los propios de recursos humanos, desarrollan verdaderas acciones de implicación y sensibilización.
El potencial de las vivencias en marketing y comunicación
Para desarrollar acciones de comunicación interna experienciales y eficaces es fundamental estudiar a cada tipo de público interno y crear ex profeso experiencias únicas que satisfagan sus expectativas.
Como toda estrategia de comunicación, lo primero es definir el plan, con sus fases fundamentales, en cada caso:
- Identificar las necesidades, determinar los objetivos.
- Establecer los comportamientos que queremos modificar y el perfil de cada público.
- Diseñar una estrategia. Y aquí, dependiendo de lo valorado en los dos puntos previos, buscaremos el modus operandi que más facilite lo que perseguimos.
- Desarrollo de la estrategia, con sus acciones planificadas, con análisis de resultados de cada una de ellas, y futuros reajustes en función de lo valorado.
Dinámicas de equipos que alientan el talento innovador, talleres de reflexión basados en cambio de roles o en el trabajo en equipos multidisciplinares…, aplicaciones digitales en las que retar a los empleados a ampliar el conocimiento sobre un tema clave o demostrar sus capacidades; campañas de comunicación y apoyo a valores sociales en las que los empleados son los verdaderos protagonistas y su mensaje personal se convierte en la voz real de la marca ante todos sus públicos externos…, los recursos son infinitos y el mensaje se puede transmitir con infinidad de formas, pero la participación en primera persona es clave.
El empleado, el mejor embajador de la marca
En definitiva, la comunicación interna va mucho más allá de informar. Ya lo decía Benjamin Franklin: «Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo», y es que con las acciones experienciales, el cliente interno se convierte en el centro de la comunicación porque siente, vive, se emociona, se conecta con sus sentimientos, y así se sensibiliza, interioriza, se conciencia, hace suyo el mensaje, participa de él o incluso de su creación, cree en ello y se convierte en el mejor embajador de la marca.