‘El fundador’, poco hecha
Las historias de hombres hechos a sí mismos siempre han tenido un lugar preferente en el cine norteamericano, pero parece que de un tiempo a esta parte, se está convirtiendo en un subgénero en sí mismo. Los biopics de personajes que logran el éxito con sus empresas en, relativamente, poco tiempo parecen sustituir a los viejos vaqueros que lograban conquistar su pedazo de tierra, montar su rancho y fundar todo un país.
En los últimos tiempos, conquistar una tierra poblada por unos “molestos y simples salvajes” no es suficiente y el lienzo trata sobre cómo, además, un pobre mindundi (pero, hey, americano) puede conquistar todo el mundo. Si antes lo enemigos eran los indios, ahora los que muerden el polvo son, sencillamente, los perdedores. Parece una exageración, pero en toda esta colección de historias, por muy deplorable que sea el personaje, se dibuja la gesta con cierto aire de romanticismo.
Me bebo tu batido
Han pasado diez años desde el estreno de la tremenda ‘Pozos de ambición’ (There will be Blood, 2007), en la que el personaje principal, le explicaba a su némesis cómo iba a acabar con la riqueza de su tierra con un símil puramente americano. “me bebo tu batido”. El batido, con leche, como forma fría de explicar cómo el pez grande se come al pequeño. En ‘El fundador’ (‘The Founder’), el protagonista utiliza un sobre con batido instantáneo para comunicar a sus socios que se los va a merendar. Curiosamente, comienza su periplo como vendedor de una máquina de batidos.
Coincidencia o no, la similitud con la película de P.T. Anderson no es baladí, y puede aplicarse a otras historias de ficción de americanos medios, mediocres, que acaban devorando todo lo que tienen a su alrededor a cambio del éxito. Un pacto mefistotélico que incluye a personajes como el de ‘Nightcrwaler’ (2015), quien también consigue subir escalones a base de machacar a los demás. En el caso de aquella, se hacía una crítica relegando a extremos esos comportamientos, pero en el fondo, el concepto virtual que sobrevuela es que el éxito va unido a la falta de escrúpulos. Ambos personajes consumen libros/audios con lemas de autosuperación.
Aunque el modelo más claro de la película de John Lee Hancock es, sin duda, ‘La red social’ (The Social Network, 2010) en la que la historia de Facebook encerraba un relato de traición (por no decir robo de ideas) a dos hermanos. Lo mismo que ‘El Fundador’. La película puede pretender dibujar un arco trágico sobre los McDonald, a quienes Ray Kroc, literalmente, les arrebató su franquicia, pero no nos engañemos. La personalidad compleja y absorbente del personaje de Keaton está tratada con un hálito de hazaña personal.
‘El fundador’: seca y sin salsa
Hay un propósito loable en el nacimiento de un proyecto como este, y es que el título del mismo hace alusión a la gran e imperdonable mentira que el Kroc real fue dibujando sobre la historia de la franquicia a lo largo de los años. Y es que, señores, el protagonista de la historia de la creación del imperio de hamburguesas ni se llamaba McDonald, ni era su fundador, pero sus argucias para hacerse con el control de la compañía, de la que se hizo socio, le dieron el derecho de dibujar su figura sobre el bronce como máximo responsable.
El filme hace un gran trabajo explicando cómo los hermanos McDonald tuvieron la idea de crear el concepto fast food y cómo lo llevaron a cabo. Pero una vez pasamos el ecuador se sigue pasando por lugares similares de formas ligeramente diferentes. Los enfrentamientos con Offermann al teléfono se vuelven un poco repetitivos. Laura Dern, como la esposa de Dick, pese a su gran presencia en pantalla, no tiene gran cosa que hacer aparte de dedicar miradas oscuras a su marido. Y en general, todo nos suena un poco a deja vu.
Pese a su valor histórico, se echa en falta un poco de arrojo y personalidad. La banda sonora parece sacada, en ocasiones, de una feel good movie y tiende a glorificar cada paso del proceso en el que Kroc se hace con la compañía y crea un mito alrededor de sí mismo y su negocio. Una mirada complaciente al “gana quien llega primero” escondida en una supuesta crítica al gigante de arcos dorados que, en última instancia, no ofrece mucho más que una película dirigida para televisión pero, eso sí, con un gran Keaton.