Efectos y ¿defectos? de los formatos anamórficos (X) – Ópticas ARRI/Zeiss
Proseguimos enumerando y analizando las diferentes ópticas anamórficas disponibles en el mercado actual, poniendo especial énfasis en los modelos de diseño más reciente que aportan nuevas soluciones a los numerosos problemas ópticas que presentaban las ópticas clásicas.
ARRI/Zeiss
El fabricante germano ARRI cuenta con toda una serie de ópticas anamórficas fijas, desarrolladas en conjunción con Zeiss y denominadas Master Anamorphic, que siguen la nomenclatura que comenzó a utilizar con sus ópticas esféricas de alta gama, llamadas Master Primes. A día de hoy, está conformada por 9 distancias focales diferentes: 28, 35, 40, 50, 60, 75, 100, 135 y 180 mm. Todas ellas presentan un diámetro frontal de apenas 95 mm –hecho muy destacable en unas ópticas anamórficas de estas características– salvo el 28 mm, cuyo diámetro frontal es de 114 mm.
Las Master Anamorphic contienen una serie de elementos cilíndricos combinados en la construcción de cada lente individual y repartidos a lo largo de la totalidad del bloque óptico, por lo que –en rigor– no cabe hablar únicamente de un elemento de anamórfosis frontal, central o trasero, sino de una conjunción de las tres soluciones, lo que las convierte en muy manejables y bastante ligeras. Fieles a la filosofía de sus fabricantes, cumplen con una serie de requerimientos muy específicos:
- Distorsión geométrica muy baja. La gama está diseñada para aprovechar el formato sin compromisos. Las líneas rectas permanecen rectas en el conjunto del encuadre –bordes incluidos–. La distorsión es tan reducida que permite acercarse al rostro de los actores a distancias muy cortas sin que sus cabezas recuerden a Humpty Dumpty. No se requieren correcciones o compensaciones en el proceso de postproducción, ahorrando así un tiempo considerable y reduciendo los costes asociados a dicho proceso.
- Bokeh cinematográfico. Como suele ser habitual en las ópticas de cine de Zeiss, el contraste es muy destacado y el desenfoque suave y progresivo. Proporcionan así un aspecto inmersivo sin daños colaterales en la representación realista de la escena filmada.
- Tonos de piel agradables. La reproducción del color resulta vibrante, pero sin perder su naturalidad y precisión. Algo especialmente notable en la suavidad de los rostros de los actores.
- Desenfoque carismático de las altas luces. Contrariamente a la creencia popular de que esta gama de objetivos es “tan perfecta que no tiene personalidad” –el prejuicio más extendido y erróneo que se escucha sobre ellos, sobre todo en boca de quienes no los han utilizado nunca– el desenfoque de aquellos puntos de alta intensidad lumínica presentes en el cuadro destaca por su peculiaridad. Ello obedece a la delineación del óvalo que provoca su suave diafragmado –dado que las Master Anamorphic cuentan con 15 palas de diafragma– y el mantenimiento sobresaliente de la uniformidad en la luminosidad desde el centro hacia los bordes de las ópticas.
- Campo de imagen óptima muy amplio. Teniendo en cuenta que el viñeteo en los bordes es ínfimo, es posible aprovechar la proporción de aspecto 2,39:1 íntegramente, lo que otorga mucha más libertad en la composición de las tomas.
- Profundidad de campo muy versátil. A diferencia de lo que ocurre con las ópticas anamórficas clásicas –y con muchas de las actuales– en las que el rendimiento con aperturas de diafragma muy grandes es muy deficiente –y requiere trabajar al menos a T4,5–, toda la gama de las Master Anamorphic permite rodar sin miedo a su apertura máxima de T1,9 –excepto en la óptica 180 mm, cuya apertura máxima es de T2,8– para obtener profundidades de campo reducidas a cualquier distancia. No son las ópticas anamórficas fijas con mayor luminosidad del mercado, pero sí las que proporcionan la relación más ajustada entre apertura y ausencia notoria de aberraciones.
- Focalización en la narrativa. Combinan una serie de prestaciones que evitan que el espectador se distraiga con efectos que rompen la fluidez de su inmersión en la historia que se está contando. La respiración –una característica de la que se ha abusado tanto en el caso de las ópticas anamórficas que se ha tornado en moda y, a este paso, va a terminar convirtiéndose en un elemento narrativo más– es virtualmente inexistente. Los rostros no se agrandan ni se amplían de forma antinatural al aproximarse los actores a cámara. Con ello, desaparece el riesgo de que se produzca el efecto paperas o efecto zampabollos al que tantas veces hemos hecho mención en estos artículos. Nadie queda favorecido cuando su cara se asemeja al planeta Jupiter. Por otra parte, la gama cromática se asemeja sobremanera a la del resto de las ópticas fijas de ARRI/Zeiss y a la de los zoom Alura de ARRI/Fujinon. Este último punto reviste especial importancia en la actualidad, teniendo en cuenta que cada vez es más común la combinación de ópticas anamórficas y esféricas en una misma película –en ocasiones, en una única secuencia–.
- Precisión en la recogida de metadatos ópticos. Las Master Anamorphic cuentan con el estándar de obtención de metadatos de ARRI, el Lens Data System (LDS) que además de facilitar en gran medida el trabajo del equipo de postproducción y de efectos visuales, permite calibrar automáticamente los anillos del barrilete con los motores correspondientes para el uso de mandos de foco remotos como el ARRI WCU-4.
Ahora bien, como hemos repetido hasta la saciedad en ocasiones anteriores, la elección de un juego concreto de ópticas anamórficas por parte del director de fotografía responde –muchas veces– a la necesidad de emplear de forma creativa algunas de las características que los diseñadores de las ARRI/Zeiss tanto se han esforzado en eliminar o reducir. Por ese motivo, también se pone a disposición de los usuarios un conjunto de accesorios con revestimientos especiales que favorecen –a propósito– los reflejos internos, las imágenes fantasma y los velos.
Estos accesorios, denominados Master Anamorphic Flare, se presentan con un juego propio para cada una de las 9 distancias focales de la gama anamórfica. Con las herramientas que incluyen, el usuario puede intercambiar los elementos frontales y traseros de cada óptica en cuestión de minutos.
Además, es posible emplearlos por separado o conjuntamente para obtener hasta 4 aspectos diferentes por óptica. Es decir, un total de 32 combinaciones factibles con el juego completo. Lo más interesante es que aún con todos los reflejos y velos del mundo, las ópticas permanecen libres de distorsiones geométricas en todo momento.
Resulta evidente que este es uno de los juegos más versátiles del mercado y que puede cubrir un grupo de necesidades muy diferentes. El motivo real y principal por el cual en industrias no demasiado potentes –como la española y la mayoría de las latinoamericanas– no es tan frecuente el uso de las Master Anamorphic –aparte de las elecciones estéticas lógicas, sobre las que cada director de fotografía es soberano– es su precio, que impide que muchas empresas de alquiler dispongan de juegos completos y en particular de los accesorios –que, por supuesto, se cobran aparte– y que no facilita que muchos profesionales las puedan testar en condiciones para sus proyectos.
En nuestra próxima entrega hablaremos de la óptica zoom Ultra Angular AUWZ 19-36/T4,2 de ARRI – diseñada en esta ocasión al margen de Zeiss, y que cubre unas necesidades harto específicas– así como de las novísimas opciones de otro fabricante recién llegado al universo anamórfico.