Crónica del NAB Show 2017 (XVI) – Ópticas Schneider y Service Vision
No todos los fabricantes de ópticas para cinematografía limitan a seguir el camino habitual marcado por las tendencias del momento. Veamos a continuación algunas de las más interesantes excepciones a la norma que se pudieron contemplar en el NAB Show, como son los casos de Schneider y Service Vision.
Schneider-Kreuznach
El conocido principio de Scheimpflug –que establece que en una cámara de gran formato se consigue la máxima profundidad de campo en el plano del motivo cuando las prolongaciones imaginarias de éste, el del objetivo y el de la imagen coinciden en un punto común– rara vez se ha aplicado a la fabricación de ópticas cinematográficas.
Durante años, la célebre empresa de alquiler Clairmont ha sido la única en ofrecer un conjunto de accesorios ópticos Century basculantes y descentrables, parecido al tradicional sistema de muelles, pero adaptado a monturas PL. El fabricante de aquel sistema era Schneider. Ahora, la compañía germana presenta sus objetivos basculantes Cine-Tilt –pero no descentrables, ya que, según la firma, esa característica no ofrece ventajas especialmente apetecibles en cine– que cubren el círculo de imagen de sensores Full Frame e incorporan una montura E (Sony).
La nueva gama está completamente basada en la línea de objetivos fijos Xenon FF de la firma. El juego incluye 5 distancias focales –25, 35, 50, 75 y 100 mm–, todas ellas con una apertura máxima de diafragma de T2,1. Están disponibles de forma individual, además de en conjunto. En líneas generales, se podría decir que Schneider nos proporciona dos gamas de ópticas en una. Con la configuración de basculación situada en 0º, las Cine-Tilt funcionan de manera idéntica a unas Xenon FF estándar. Basta con desbloquear el anillo extra correspondiente y rotarlo para obtener en cámara los efectos continuos específicos de estas versiones. La función está calibrada para ángulos de basculación de 0 a +/-4º (lo que se corresponde con una oscilación de 80º del plano focal). Un anillo secundario controla el enfoque en segundo término y contribuye a generar efectos muy interesantes.
La peculiaridad de este tipo de gama es que su mecanismo rota la cámara y su sensor con respecto al plano focal y no la óptica. El centro de la imagen mantiene la nitidez para la distancia establecida en la escala de enfoque de la óptica. Los objetos –que se encuentran por delante o por detrás del punto de foco– también pueden aparecer nítidos a la izquierda o a la derecha del plano de la imagen.
Este juego se beneficia de la pequeña distancia de registro de la montura E (18 mm), que proporciona mucho espacio para todos los movimientos mecánicos adicionales. La contrapartida es que, por ahora, sólo se puede aplicar a cuerpos de cámara relativamente ligeros que dispongan de este tipo de montura –Sony α7S II, PXW-FS5 o PXW FS-7– lo que limita bastante la calidad final de la imagen. No obstante, los representantes de Schneider nos han confirmado que se está trabajando en una versión con montura M (Leica) que se podrá utilizar tanto con cámaras RED como con las ARRI ALEXA Mini.
Un ejemplo típico del tipo de tomas que podría facilitar esta clase de ópticas, es el clásico plano de un conductor y su pasajero en un coche en movimiento. La cámara suele estar montada en un estativo en el exterior de la ventana. En este supuesto, o bien necesitas una gran profundidad de campo –para mantener a ambos actores a foco– o puedes añadir una lente partida de aproximación –que puede generar más de un problema si los actores se meten en algún momento en el espacio concreto en que se divide la lente–. A pesar de su utilidad, hay pocos ejemplos en la historia del cine en los que el uso de este tipo de accesorio óptico no saquen al espectador fuera de la trama. Es en esta clase de planos donde las Cine-Tilt pueden ser una bendición.
La cantidad de nuevos efectos creativos que se pueden lograr –combinando cambios de foco y de basculación simultáneamente– puede ser enorme. Las unidades inalámbricas de control de las ópticas pueden incluir ahora enfoque, diafragma y basculación. Esto también significa que –para evitar complicaciones– debería existir también un nuevo puesto en el equipo de cámara, porque el foquista no puede encargarse de ambas cosas a la vez. Preparad las pastillas para la tensión de vuestros directores de producción.
Service Vision
En lo que puede parecer un abrir y cerrar de ojos, la gama de ópticas anamórficas Scorpiolens –con montura PL– del fabricante español se ha ido ampliando hasta alcanzar la mareante cifra de 14 ópticas fijas: 20, 25, 30, 35, 40, 50, 60, 75, 100, 135, 150, 200 (macro 1:1), 250 y 300 mm.
Las novedades principales en este NAB Show han sido su 25mm Scorpiolens Anamorphic 2x T2,2, el 150 mm Scorpiolens Anamorphic 2x T2,8 y el zoom anamórfico Scorpiozoom Anamorphic 2x 138-405 mm T4,3. El 20mm Scorpiolens Anamorphic 2x T2,8 estará también disponible en breve.
Las particularidades comunes a toda la gama son la obtención de la clásica imagen anamórfica con proporción de aspecto 2,39:1, pero libre de las habituales distorsiones asociadas al formato y extremadamente límpia. Los fondos proporcionan una caída del foco muy suave y progresiva al tiempo que se mantiene el enfoque en los sujetos presentes en el plano. Es posible componer en los límites del encuadre sin sacrificar el enfoque y la calidad de la imagen. En resumidas cuentas, si se hubiera rodado una película como “La La Land” con esta clase de ópticas, la cabeza de Emma Stone hubiera seguido recordando a la de un ser humano, y no a la de un paralelepípedo amorfo y desenfocado –salvando las orejas–. Por otra parte, la facilidad que supone rodar un plano maestro -con el 35mm, por ejemplo- para luego aproximarse a los actores hasta conseguir un primer plano, reenfocando sin apenas respiración perceptible, es muy notable.
Todas las ópticas tienen un diámetro frontal de 95mm, lo que las convierte en ideales para su uso en documentales, cámara en mano o en drones, cardanes, steadies, etc. La apertura máxima en la línea de objetivos fijos varía entre T2,2 y T2,8, sus dimensiones lo hacen entre 160 y 220 mm y sus distancias mínimas de enfoque entre 40 cm y 1 m.
En lo que respecta al zoom anamórfico Scorpiozoom Anamorphic 2x 138-405 mm T4,3, el círculo de imagen es de 31,14 mm de diámetro, con una distancia mínima de enfoque de 1,52 m, unas dimensiones de 288 mm y un peso de 3,3 kg. Una vez más, la práctica ausencia de distorsión o respiración es notoria. Esto se debe -entre otros motivos- al empleo de numerosos elementos asféricos y de un diseño telecéntrico que permite que no haya cambios en la compresión de la imagen en los planos cercanos. El rendimiento óptico es consistente en todo el recorrido del zoom y los valores de alta resolución y contraste están igualados a los de las ópticas fijas.
Service Vision también presentó un convertidor angular 0,81x con adaptadores para objetivos fijos de diferentes marcas. El diámetro frontal es de 114 mm. Si lo combinamos con -por ejemplo- una Leica Summilux-C 16 mm, se convierte en una 12 mm. Una Leica Summicron-C 18mm pasaría a ser una 14 mm. Una clásica Canon K35 24 mm se transformaría en una 19 mm y una Scorpiolens Anamorphic 25 mm, en una 20 mm. Hace bastante tiempo que no hay excusas para no probar los excelentes productos de Service Vision de cara a múltiples proyectos en los que suponen una opción de primer orden. Y su versatilidad no hace sino aumentar.
En nuestra próxima entrega, hablaremos de la diferente aproximación a las ópticas cinematográficas que han elegido dos fabricantes tradicionales de objetivos fotográficos.