Consideraciones prácticas en la operación con cámaras cinematográficas (IV)
En esta entrega hablaremos sobre controles de cámara remotos, facilidad de uso de dichos controles y del diseño de accesorios.
Controles de cámara internos y remotos
Ha llovido mucho desde que el magistral director Ernst Lubitsch afirmara en una mítica sentencia que “no entiendo qué sentido puede tener situar la cámara detrás de una chimenea, a menos que adoptemos el punto de vista de Papá Noel”.
En la actualidad pocos directores de fotografía se atreverían a discutir con su director –delante de todo el equipo– sobre la falta de consistencia narrativa de un plano cenital, como lo hizo Gordon Willis con Francis Ford Coppola a propósito de la secuencia del intento de asesinato de Vito Corleone en “El padrino“. Semejante falta de educación sólo se la podía permitir un gigante como Willis –que se ganó una reputación de “difícil” a pulso, no exenta de cierta estrategia de marketing por su parte–. Pero por bueno que uno sea, no parece demasiado recomendable actuar así en ningún caso –salvo que pretendas que te despidan, y con bastante razón–.
Hace mucho que la evolución del lenguaje cinematográfico, pasado por el tamiz de la publicidad, el videoarte y los video-clips ha acostumbrado al espectador a todo tipo de planos imposibles. La comprensión del público sobre cualquier clase de acrobacia cinética y/o salto de eje es muy superior a la de cualquier época anterior en la historia del cine, aunque algunos ceporros seguimos pensando que, en esencia, Lubitsch estaba en lo cierto. Por eso, muchos tipos de rodaje –en escenarios, Steadycam, grúas, cámara en mano, drones, cardanes y otros– requieren capacidades de control remoto de la cámara.
En tales casos es importante escoger una cámara que se integre bien con una buena unidad remota de control, así como con mandos de foco, diafragma y zoom remotos.
Conviene probar –durante el chequeo en la empresa de alquiler– las interfaces con sistemas Preston o C-Motion y los sincronizadores multi-cámara.
También debemos testar los diferentes sistemas de transmisión de datos entre las ópticas y la cámara –entre los cuales, los más comunes son el ARRI LDS, el Cooke /i y el Canon EF–.
Facilidad de uso de los controles de cámara
Una de las mejoras más significativas y exitosas en el diseño de cámaras de cinematografía digital es la enorme simplificación de los menús y de sus estructuras en la última década –o, al menos, de la mayoría de ellos, porque nunca debemos infravalorar la ceguera y la tozudez de ciertos fabricantes–. Todas las cámaras digitales disponibles en el mercado albergan cierto espíritu de beta –escondido entre miles de líneas de código– que tiene la desagradable costumbre de manifestarse –cuando menos se le espera– para impedirnos lograr la toma que nuestro director nos ha pedido. No resulta complicado descubrir en exteriores un nuevo bug de software o una tormenta perfecta en la última versión del firmware de cámara –de hecho, los fabricantes cuentan con que descubramos progresivamente todos aquellos fallos que sus ingenieros no han sido capaces de encontrar, a pesar de los repetidos y exhaustivos controles de calidad a los que someten a sus productos–.
Esta clase de contratiempos es inherente al uso masivo de tecnología electrónica y para ser completamente sinceros –aparte de los naturales impulsos luditas de quienes preferirían volver a trabajar con máquinas de vapor– las ventajas superan con mucho a los inconvenientes. A veces, el menú es estúpidamente complejo para rodar una toma con necesidades especiales con la suficiente velocidad. Una cosa es cierta: nunca hay una buena manera de explicarte de cara al director, al primer ayudante de dirección y/o al director de producción cuando ocurre cualquiera de estas pequeñas fatalidades. Para empeorar las cosas, la realidad es que –en muchos casos– la responsabilidad del error es nuestra –por falta de preparación–.
Una parte esencial de la planificación de un rodaje consiste en encontrar esas situaciones en el guión –que van a requerir navegar por las arcanas profundidades insondables del submenú de cámara más escondido– y probar todas sus funciones antes de que el equipo abandone las instalaciones de la empresa de alquiler. Casi todas las cámaras de cinematografía digital de última generación permiten al usuario establecer configuraciones personalizadas de acceso rápido, por medio de botones asignables, disponibles en el cuerpo. Es ahí donde deberían ir a parar todas aquellas funciones semiextraterrestres –por escondidas que estuvieran en principio– que vamos a necesitar durante el rodaje.
Diseño de accesorios
La cantidad de fabricantes de accesorios para cámaras cinematográficas supone la cifra que el ser humano ha llegado a aproximar más al valor de infinito. No obstante, hay que reconocer que, por regla general, todos ellos se basan en los productos diseñados por los dos grandes reyes del mambo accesoril: Panavision y ARRI. Tanto los fabricantes como las empresas de alquiler hace mucho que se han dado cuenta de la extrema importancia que tiene la simplicidad y la estandarización de tales accesorios.
El hecho de que los productos de ARRI PCA sean, de facto, el estándar del mercado cinematográfico, se debe en gran medida a que ARRI es el mayor fabricante de accesorios del mundo, y a que lleva vendiéndolos más de medio siglo, mientras que Panavision sólo alquila los suyos. La compañía estadounidense siempre ha fabricado bajo sus propias especificaciones, aunque existen multitud de soluciones para adaptarse a las opciones de ambos fabricantes o a la combinación entre ellas.
Sin embargo, cuando preparemos un rodaje, sigue siendo esencial considerar la innumerable gama de accesorios que van a formar parte del paquete de cámara, así como su coste, dado que ARRI no es precisamente conocida por sus precios populares y, como hemos dicho antes, existen muchísimas alternativas –de diversas calidades– disponibles en las empresas de alquiler. Hay una variedad enorme de filtros, bandejas de filtros, donuts para prevenir reflexiones indeseadas entre los filtros, barras, chapas y placas, soportes para ópticas, portafiltros (matte-boxes), adaptadores de corriente y miles de cables para conectarlo todo. La pérdida de cualquiera de estos productos o su omisión en la lista de cámara que le entreguemos a nuestro auxiliar puede conllevar que no podamos rodar una secuencia concreta. Y con todo ello, llega el crujir de dientes y el rasgar de vestiduras…