Consideraciones prácticas en la operación con cámaras cinematográficas (II)
En este entrega sobre consideraciones prácticas en la operación con cámaras cinematográficas hablaremos sobre las estrategias de visionado en un rodaje.
Visionado de la imagen durante el rodaje
A la hora de decidir qué cámara emplear en una producción, las preocupaciones acerca de los sistemas de visionado tienen gran importancia. Tanto los visores electrónicos de vídeo como los monitores de campo –tengan el tamaño que tengan– son opciones notoriamente engañosas cuando debemos juzgar de forma crítica el foco.
Por este motivo nuestra elección tiene que ser muy cuidadosa. Ningún director, director de producción o ejecutivo de la empresa de producción perdona jamás una secuencia que ha quedado fuera de foco por descuido. La mítica memoria de los elefantes es una minucia ridícula al lado de la de cualquier responsable de un proyecto cinematográfico –cuando alguien fastidia una toma–. Ni siquiera Houdini hubiera podido ocultarse de un problema obvio de enfoque.
En la actualidad, ya podemos juntar a todos los modernillos del mundo, que no van a poder justificar -a posteriori- un rascado de foco, como se ha hecho tan a menudo en los últimos años. Ya no cuela. Porque lo malo de estar alguna vez de moda es que las modas, especialmente cuando son tan cutres y arbitrarias, pasan. Y esta ni siquiera es novedosa. Lo resumió de manera magistral Billy Wilder en una frase que le dijo a su operador: “Rueda algunos planos desenfocados. Quiero ganar el Oscar a mejor película extranjera”.
La primera línea de defensa contra un desenfoque no deseado es el visor, de manera que es conveniente elegir el mejor disponible para la cámara que utilicemos. Asimismo, hay que asegurarse de que el operador entiende las diferentes opciones que tal visor proporciona para interpretar el foco.
Podemos dar por seguro que –en algún momento de cualquier rodaje– surgirá la necesidad de mover o reorientar el visor en una posición incómoda o en una configuración casi imposible, para conseguir el plano deseado. Si los operadores y foquistas experimentados se pusieran de acuerdo alguna vez para publicar una edición revisada del Kamasutra, especializada en posturas de operación y enfoque, tendría que tener idéntico formato al de la enciclopedia Espasa. Resulta imprescindible asegurarse de que contamos con las herramientas de montaje necesarias en el paquete de cámara, que tenemos disponible en el camión de turno. Es preferible no ponerse jamás en la posición de tener que explicar que no pudimos realizar una toma porque no anticipamos el equipamiento que iba a requerir.
En la última década, la tecnología de transmisión inalámbrica de vídeo ha alcanzado un punto en el que puede funcionar relativamente bien en los rodajes. Por ejemplo, si estamos rodando desde varias embarcaciones en una secuencia, es plausible emitir vídeo desde una embarcación a la otra. Esto posibilita un mayor control del director sobre lo que ocurre en dicha escena. Recordemos, en cualquier caso, que la mayoría de los equipos de esta índole son mucho más útiles para el visionado de las imágenes que para realizar grabaciones con ellos.
La habilidad del operador de cámara para seguir la acción y capturarla depende en gran medida de su capacidad para observarla con la inmediatez de la velocidad de la luz. Los visores electrónicos de cámara suelen contar con una resolución inferior a la de la imagen que esa cámara capta en realidad. Presentan una mínima latencia, lo que supone un retardo entre la acción que transcurre frente a la cámara y la imagen que aparece en el dispositivo. Sólo pueden mostrarle al operador una imagen del mismo tamaño que la que estamos capturando.
Esta es una diferencia importante con respecto a los tradicionales visores ópticos que permiten visualizar un área mayor de la que capta el sensor. Ayudan sobremanera en el encuadre de objetos que se muevan rápidamente por el cuadro y previenen el temido aforamiento de micro, que ocurre cuando el operador de la pértiga introduce accidentalmente el micrófono dentro del área de encuadre útil –para futuro regocijo y escarnio de millones de usuarios de Twitter, a los que les sobra el tiempo para dedicarse a cazar estos frecuentes gazapos–. Un visor óptico no tiene latencia en la imagen de ninguna clase: el operador ve lo que está pasando delante de la cámara en el mismo instante en que sucede. Algunas cámaras de cinematografía digital –como la ARRI ALEXA Studio– aún permiten combinar ambas cosas –visor óptico y captación digital–, si bien este tipo de solución híbrida cada vez se emplea menos, con la mejora de las resoluciones, la luminosidad y la tasa de refresco de los visores electrónicos, así como con la predominancia del llamado “modo de visión surround”.
Ojo con los visores (literalmente)
Durante el fragor de la batalla que supone cualquier producción, es posible que mucha gente tenga la necesidad de mirar a través del visor, lo que incrementa un tipo de problema nada trivial. Existe un número nada desdeñable de enfermedades de transmisión que pueden contagiarse por medio del contacto directo del ojo con el visor. Las más frecuentes de todas son la conjuntivitis y la aparición de orzuelos.
Solicitemos a los miembros del equipo que utilicen los monitores siempre que sea posible –es decir, siempre que sea imprescindible y no moleste o interrumpa el visionado de otro miembro del equipo, cuya necesidad de visionado sea más importante. Este constituye otro problema muy acuciante–. También es necesario pedir un número extra de protectores de ocular. Un poquito de higiene y precaución previene la mayoría de las infecciones oculares.
Vídeo village
Hay tantas opiniones diferentes sobre el video village como bacterias en el universo. Conviene sentirse tan de cómodo con este sistema de visionado, como con su ausencia. En este asunto, sea cual sea la tendencia hacia la que se inclinen el director o el director de producción, es responsabilidad del director de fotografía contar con una respuesta bien meditada para ambos. La preparación de una interfaz de visionado para el director es la principal prioridad; es la persona que nos ha dado el trabajo y nuestro superior directo.
En no pocas ocasiones a lo largo de la preparación del rodaje, el departamento de producción –o la propia empresa de producción– encuentra problemático el tamaño o el alcance del entorno de visionado que hemos preparado para dirección y lo cuestiona. No olvidemos nunca que sin producción no hay película, ni spot publicitario, ni cumpleaños de los niños, y que son ellos quienes lidian con la financiación de los proyectos. Cuando esto suceda, la decisión que se tome debe alcanzarse por consenso con el equipo de dirección, de modo que ejerzamos de mediadores entre las dos partes. Tal labor de mediación no sólo es parte de la responsabilidad de cualquier profesional de esta índole, sino que además facilitará que tanto los directores como los productores están a favor de contar con nosotros de cara a futuras contrataciones.