Cómo utilizar correctamente el balance de blancos en fotografía
Reproducir de forma exacta el color en fotografía es algo bastante complejo, y si ya hablamos de escenas con fuentes de luz distinta no digamos. Eso sí, hay que tener claro que el primer paso se debe dar en la cámara, con una elección que determinará la forma en que se capte el color de la luz de la escena, y por tanto el resultado final. Por ello, vamos a dar un repaso por este importante tema para cualquier fotógrafo, especialmente para el principiante, que es el equilibrio de blancos, que es el término más adecuado para hablar de lo que habitualmente conocemos como balance de blancos.
Este es uno de esos típicos ajustes que se suelen dejar en automático, muy especialmente si disparamos en RAW, pero tal y como hemos contado en varias ocasiones el balance de blancos también influye en la exposición a pesar de disparar archivos en crudo. Por eso, aunque es cierto que normalmente no es algo que nos vaya a dar grandes problemas, hay que conocerlo para evitarlos.
Primero porque hay que ser conscientes de que en determinada situaciones el balance de blancos automático puede fallar. Segundo porque dominar este ámbito es una de las muchas posibilidades creativas de la fotografía, y en concreto esto es una ventana abierta a la creatividad.
¿Qué es el equilibrio de blancos?
Seguro que ya sabes que todas las cámaras, incluso las de los móviles, tienen un ajuste para configurar el equilibrio de blancos o White Balance (de ahí lo de «balance de blancos»), que incluye una opción automática (AWB). Antes de nada, para saber más sobre el tema hay que remitirse a nuestro Curso de Fotografía, donde por supuesto hay un epígrafe completo sobre ello. Sin embargo, vamos a recordar aquí lo más importante.
El equilibrio de blancos no es otra cosa que un ajuste a través del cual le decimos a nuestra cámara cuál es la temperatura de color que predomina en la escena. La temperatura de color, como posiblemente sepáis, hace a alusión al color de la luz. Porque los diferentes tipos de luces tienen una temperatura diferente que hace que predominen unos determinados tonos sobre otros, algo que normalmente no vemos a simple vista.
Y no porque sea un fallo de nuestros ojos, sino todo lo contrario. Nuestro aparato visual es capaz de adaptarse tan rápidamente que interpreta la escena y nos hace ver lo que es blanco de color blanco, aunque esté iluminado por una luz cálida (donde predominan los tonos amarillo-anaranjados). Sin embargo, una cámara lo reflejaría tal y como es, con un tono anaranjado predominante, si no se le aplica ninguna corrección de color.
Si, por el contrario, la escena está iluminada por una luz fría (donde prevalecen los tonos azulados), nuestra cámara haría lo propio reflejando esa dominante de color, algo que nuestro ojo corrige de forma automática y casi infalible. Decimos «casi» porque, para esta interpretación, nuestro cerebro se basa en la experiencia y alguna vez puede confundirse. ¿No os ha pasado alguna vez que habéis comprado una camiseta de un color un tanto especial y, al verla fuera de la tienda (con otro tipo de luz), os parece diferente? Pues esta es una de esas situaciones en las que la vista puede confundirnos al tratarse de algo nuevo, algo que nuestro cerebro no conocía previamente.
Y es que la interpretación de nuestro sistema visual se basa en la experiencia, como decimos, así como en la interpretación de elementos neutros (blanco, negro y gris). Y así es cómo funciona también una cámara, con la salvedad de que a ésta la tenemos que decir cómo comportarse. Por eso, es importante conocer todo esto y saber la diferencia de comportamiento entre nuestra cámara y nuestros ojos.
La temperatura de color
Si tenéis algo de experiencia seguro que habéis oído hablar de los grados Kelvin, que es la manera en la que se mide la temperatura de color de la luz. Aunque volvemos a remitiros al curso de fotografía, os recordamos que el espectro lumínico que es visible para nuestros ojos se suele representar por un gráfico como el que tenéis abajo que cubre, aproximadamente, desde los 10.000K, que correspondería a un cielo azul muy intenso de verano (sí, la luz del sol tiene dominante azulada), hasta los 1.000K aprox que tiene la luz de una cerilla.
Entre medias están los valores más comunes, con especial atención para los 6.500K que es lo que se considera luz día y unos 3.500K que es lo que se suele denominar luz incandescente (lo que sería una bombilla de las de antes). Como ya adelantábamos antes, las luces del espectro más cercanas al primer valor (es decir, con una temperatura de color alta) son denominadas luces frías y tienen dominante azul. Por el contrario, las luces con una temperatura de color más baja son las que se denominan luces cálidas, y predominan las tonalidades anaranjadas.
Si hemos hablado de luz día y de luz incandescente es porque estos suelen ser los dos valores más habituales que utilicemos a la hora de hacer fotos, aunque también es muy común usar el ajuste para luz fluorescente (cuya dominante suele ser verdosa y tiene una temperatura aprox de 5.000K), el de día nublado (sobre 7.000K) o el de sombra (alrededor de los 8.000K). Claro que, como decíamos en principio, en una gran mayoría de situaciones dejaremos que la cámara sea quien decida este valor pero ¿y si la cámara se equivoca? ¿Y si hay fuentes de luz distintas?
Corrigiendo las dominantes
Dejando aparte lo que ya apuntábamos (que una exposición correcta también depende de que elijamos el balance de blancos correcto), si disparamos en RAW normalmente podemos utilizar el balance de blancos automático, ya que es algo que podemos corregir en el postprocesado. Pero si la escena tiene distintas fuentes de luz con temperaturas diferentes, entonces la cámara quizá no sepa a qué atenerse.
Es el caso por ejemplo de cuando disparamos desde un interior y en el cuadro aparece una ventana desde la que se ve la calle. O justo al contrario cuando retratamos una escena exterior en la que aparece una ventana a través de la cual se aprecia algo con una luz muy distinta a la del exterior. El resultado de estas tomas puede ser muy interesante (aquí entra en juego la creatividad de cada uno), pero siempre que sepamos manejar bien el color para evitar dominantes que resulten poco estéticas.
Otro caso diferente, pero bastante común, lo tenemos en determinadas situaciones en las que, a pesar de que las cámaras han avanzado mucho, seguimos viendo como se producen muchas equivocaciones. El ejemplo más claro es cuando hay poca luz y la escena está iluminada con bombillas, donde es bastante común ver cómo la cámara no es capaz de ajustarse correctamente y nos ofrece imágenes con una clara dominante anaranjada.
En todos estos casos conviene que el fotógrafo ajuste manualmente el balance de blancos para que la reproducción del color sea lo más fiel posible a la escena. Identificar la temperatura de color de las luces es algo que a un novato le puede parecer complicado, pero os aseguramos que con algo de práctica es relativamente sencillo.
En todo caso, la inmediatez que prestan las cámaras digitales es de gran ayuda en este tema, ya que es muy fácil comprobar rápidamente el resultado final para hacer los ajustes necesarios. Incluso, muchas cámaras permiten hacer correcciones con detalle antes de la toma a través de la pantalla LCD. Así, lo fundamental es que nuestras imágenes de base no tengan grandes dominantes de color, y siempre se puede dejar el ajuste al detalle para la fase posterior, ya en la pantalla del ordenador (correctamente calibrada, claro está).
Por supuesto hay modos de realizar un ajuste de color prácticamente perfecto, principalmente utilizando una carta de color gris neutro para que la cámara pueda hacer una evaluación correta (en base al color que se usa para calibrar los sistemas tanto del balance de blancos como de la exposición). Pero esto es algo que solo necesitaremos en ocasiones muy concretas, en las que haya que reproducir colores con total exactitud. En la mayoría de ocasiones nos servirá con los consejos que os hemos expuesto para que no pongáis el “piloto automático” y os fijéis un poco más en este ajuste a la hora de hacer fotos.
En Xataka Foto | Fotografía y Daltonismo (I): ¿Se puede ser fotógrafo y daltónico? claro que sí
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La noticia
Cómo utilizar correctamente el balance de blancos en fotografía
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Xataka Foto
por
Óscar Condés
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