Canon EOS 800D – Prueba de campo
La gama más popular de Canon, la de tres dígitos, se renovó con la presentación de la EOS 800D, hace apenas unos meses; un modelo que mantiene fiel la filosofía de servir de entrada a la afición a fotógrafos que desean una herramienta sencilla y capaz.
Hace ahora quince años Canon presentó su cámara más vendida de la historia: la EOS 300D, que supuso una revolución en el reducido panorama digital de la época por democratizar una tecnología hasta entonces al alcance de unos pocos. Desde entonces, este modelo no ha dejado de actualizarse, subiendo números en la centena, para satisfacer esa demanda de aficionados que buscan un producto asequible y resolutivo. En esta última revisión, su sensor APS-C alcanza los 24,2 Mpx y sube a 45 los puntos de AF, como novedades más destacables.
Ergonomía y manejo
A nivel de diseño, pocos cambios externos se aprecian respecto a los anteriores modelos; las pequeñas modificaciones entre una EOS y la siguiente permiten que los usuarios habituados a la gama puedan manejar sin dudas las nuevas cámaras.
Una generosa y cómoda empuñadura permite sujetar con firmeza sus algo más de 500 g. Un peso bastante contenido para tratarse de una cámara réflex que, aunque más pequeña que sus hermanas de gama alta, presenta un considerable tamaño si queremos llevarla siempre encima.
Como viene siendo habitual en los modelos de esta gama, no dispone de rueda independiente para el diafragma, por lo que toca pulsar el botón correspondiente y girar el único dial situado en la parte superior.
Hereda de las EOS superiores la ubicación en la parte superior de los botones para cambiar el área de enfoque y el ISO. Este último con un relieve diferente para facilitar la tarea sin apartar el ojo del visor durante la toma. También aparece en la parte trasera un nuevo botón de acceso directo para la conexión inalámbrica.
Se agradece encontrar alojamientos separados para la batería y la tarjeta de memoria en un momento en que cada vez más cámaras de esta categoría ahorran espacio compartiendo estancia para ambos elementos.
El visor óptico ofrece una imagen nítida pero no llega a cubrir el 100 % de la imagen; una carencia habitual en las cámaras de gama baja que con frecuencia trae de cabeza a los aprendices de fotógrafo que se desesperan al comprobar que no se corresponde su encuadre con el resultado. A cambio, ofrece una generosa ampliación del 0,82x.
Se puede configurar para mostrar rejilla de ayuda a la composición, nivel y la confirmación de activación del filtro antiparpadeo. Función que –aprovechamos para mencionar– también encontramos en esta EOS 800D, para compensar las oscilaciones producidas por las luces de descarga habituales, entre otros lugares, en los polideportivos.
La pantalla de 3” tiene una resolución de 1,04 millones de puntos y se puede controlar por completo con el tacto, tanto durante la toma como durante la reproducción. Aun así, si se desea, se puede desactivar esta función o graduar la sensibilidad al roce. Se puede abatir en todas las direcciones por lo que resulta muy cómoda tanto para la grabación de vídeo como para la toma con visión directa.
Para facilitar la tarea a ese fotógrafo principiante al que va dirigida fundamentalmente esta cámara, se pueden configurar las pantallas de los menús para ofrecer la visión clásica de las EOS o la nueva visión guiada que ya hemos encontrado en otros modelos de acceso de Canon.
Estos menús, aparte de ofrecer un aspecto más novedoso y luminoso, ayudan al neófito a comprender los conceptos básicos. Explican de manera gráfica y sencilla, el significado de cada función o lo que sucede al variar el diafragma, la velocidad o el ISO, por ejemplo.
Esta vocación de ayuda se observa también al comprobar que en el menú existe un acceso para descargar el manual de instrucciones. Accionando la opción correspondiente aparece un código QR para escanear y el enlace directo al libro.
Resulta habitual en la gama EOS que los modelos de acceso se beneficien de los avances experimentados en la gama alta. Así sucede en la 800D con el enfoque, que amplía hasta 45 los puntos AF, todos ellos en cruz, e incorpora el, ya habitual en canon, Dual Pixel CMOS AF, especialmente útil para las grabaciones de vídeo.
En la práctica resulta muy útil encontrar puntos de enfoque repartidos por casi toda el área de la imagen que enfocan con precisión y rapidez salvo cuando la luz disminuye en nuestra escena, que comienza a dudar. Además, dado que dispone de un botón específico en la parte superior de la cámara –igual que en las EOS de gama alta–, podemos cambiar rápidamente el área de enfoque.
El enfoque de seguimiento también responde bastante bien, al menos a la altura de lo que se puede esperar de una cámara para principiantes con una frecuencia de disparos en ráfaga –6 fps– también bastante aceptable en este segmento.
Uno y otra no están pensados para fotografía deportiva profesional, pero resolverán satisfactoriamente las necesidades del usuario al que va dirigida. Incluso el búfer nos permite disparar hasta 25 disparos –en JPEG + RAW– antes de comenzar a ralentizarse por el grabado de los archivos.
Agrada encontrar la posibilidad de clasificar las fotografías directamente en cámara mediante estrellas que se importan con el resto de metadatos cuando pasamos los archivos a nuestro gestor de imágenes habitual. También se puede escribir en cámara la información de copyright.
Se mantiene el flash integrado habitual en las gamas baja y media de Canon. Además, incorpora la posibilidad de control inalámbrico de flashes externos y la posibilidad de sincronización a la segunda cortinilla.
Muestras
El nuevo sensor –el mismo que incorpora la EOS 77D–, responde hasta un ISO máximo de 25.600 ampliables hasta 51.200 aunque los incrementos han de realizarse en pasos enteros pues no es posible el cambio por tercios ni existe la opción de configuración correspondiente. (Aunque en las especificaciones de la cámara se indica que sí es posible, por más que hemos indagado, no hemos encontrado la posibilidad de cambiar esto).
Con la opción de reducción de ruido desactivada –la utilizada para nuestra prueba de campo– el JPEG conserva el ruido de crominancia y un poco armónico ruido de luminancia. Como suele ser habitual, el ruido presente en el archivo RAW se muestra más homogéneo y utilizable incluso al máximo valor.
El procesador DIGIC 7 –también compartido con la EOS 77– se encarga, entre otras tareas, de aplicar los correspondiente algoritmos de reducción de ruido cuando se lo pedimos. Además de las habituales correcciones ópticas, de luminosidad y ruido, permite la utilización de filtros creativos, alto rango dinámico y exposición múltiple.
A la conectividad Wi-Fi, ya imprescindible en cualquier cámara actual, se une la conexión por Bluetooth y NFC, lo que agiliza mucho la comunicación con el dispositivo móvil al evitar los, con frecuencia fastidiosos, menús de vinculación. Esta conexión, gracias a la aplicación Camera Connect de Canon, permite, además de copiar las fotos al dispositivo, utilizar la información de ubicación y sincronizar la fecha y hora con éste. Para la conexión por cable debemos seguir conformándonos con USB 2.0. Los amantes del vídeo tampoco encontrarán la última tecnología y deberán conformarse con la grabación Full HD a 60 p en formato Mp4.
Conclusiones
A pasitos lentos, pero seguros, la gama media de Canon ha ido evolucionando desde aquel verano de 2003 en que vimos aparecer la EOS 300D hasta el punto en que nada tiene que ver aquella cámara con la que hoy tenemos entre manos. Claro que… tampoco nosotros somos los mismos de hace quince años…
Sin perder de vista la perspectiva de que, probablemente, para la mayoría de clientes será la primera cámara réflex, la EOS 800D se beneficia de muchos avances ya probados en modelos de segmento –y precio– superiores. A cambio pierde con respecto a estas, sobre todo, la manejabilidad que proporciona el doble dial y algunas otras pequeñas funciones que echará en falta quien ha usado cámaras mayores, pero no el novel.
Cierto que el precio también hará dudar a este principiante pues por casi 900 € que cuesta el cuerpo solo y los casi 1.000 € que vale el kit con el objetivo EF-S 18-55 mm f/4-5,6 IS STM, se encuentran en el mercado muchas opciones muy interesantes. Tanto entre las cámaras con espejo como entre las que carecen de él.
Sin salir de la casa, hace falta una hoja de cálculo comparativa para estudiar las diferencias entre los diferentes modelos de tres y dos dígitos que rondan ese precio para saber cuál se acerca más a las necesidades y bolsillo de cada cual.
En definitiva, quien se decida por una EOS 800D, probablemente no se arrepentirá… sobre todo si no compara demasiado.