'Baywatch: Los vigilantes de la playa' es muy estúpida, pero a veces funciona
En Hollywood siguen pensando que es una buena idea recuperar fórmulas que tuvieron éxito en el pasado. A fin de cuentas, si vas a invertir mucho dinero, quieres tener el máximo de señales posibles de que vas a recuperarlo con creces. El problema es que luego muchas veces no es así, pero los productores no cejan en su empeño y el ejemplo más reciente de ellos lo tenemos con ‘Baywatch: Los vigilantes de la playa’, que llega hoy a los cines españoles.
Es cierto que la serie liderada por David Hasselhoff y Pamela Anderson fue un gran éxito durante los años 90, pero también que era muy hija de su tiempo y que hoy en día no estaba muy claro que algo así pudiera triunfar. Finalmente se ha quedado muy lejos de arrasar, pero sus responsables sí que han optado por una peculiar mezcla que combina algo de ‘Los vigilantes de la playa’ con una comedia descerebrada para adolescentes y toques casi propios del cine de James Bond.
No le pidas peras al olmo
‘Baywatch: Los vigilantes de la playa’ apela a los instintos más primarios del público, optando por priorizar un tono cómico en el que abundan las bromas de corte sexual. Un buen ejemplo de ello sería la escena en la que el secundario simpático -o al menos esa es claramente su función- tiene una erección y para que la chica de sus sueños no se percate se lanza en plancha contra el suelo, quedando atrapado su miembro viril.
Normalmente no me gusta entrar en detalles con mis críticas, pero este punto dista mucho de ser un apartado clave de la trama y sí que refleja muy bien por dónde van los tiros en lo referente al humor de la película. Hay más en esa línea y no faltan otros clásicos como los vómitos, el mirar las tetas descaradamente -hay una escena protagonizada por Alexandra Daddario y Zac Efron centrada únicamente en eso- o dar una notable atención a la revisión del pene de un cadáver.
Todo eso está grabado a fuego en el ADN de ‘Baywatch: Los vigilantes de la playa’, ya que su forma de llegar al público joven es mediante la asimilación de ciertas soluciones propias de las comedias para adolescentes. Por mi parte, hace ya tiempo que rara vez disfruto con una propuesta así, pero sí tengo que concederle a la cinta de Seth Gordon que al menos existe cierta armonía entre esto, la necesidad de avanzar la historia y de definir a los personajes.
A veces uno simplemente tiene que ver una película que no va dirigida a ti como público y puedes limitarte a destrozarla o intentar entender hasta qué punto puede triunfar en su apuesta. En el caso de ‘Baywatch: Los vigilantes de la playa’ hay bromas que van a hacer que ciertos espectadores se rían, a veces incluso bastante, pero también tengo que decir que dista mucho de ser memorable en ese apartado y que hay varios chistes que ni haciendo ese ejercicio de abstracción -que tampoco es activar el todo vale- considero que funcionen.
‘Baywatch: Los vigilantes de la playa’ mezcla demasiadas cosas con desigual fortuna
Donde la cosa funciona peor es en la necesidad de integrar ese tono ligero y ocasionalmente estúpido con una aventura que casi hace pensar más en James Bond intentando acabar con alguno de sus enemigos -aunque hubo algún momento en el que casi pensé más en Los Vengadores…-. Aquí se da la curiosidad de que es una mujer -solvente Priyanka Chopra-, pero esa trama sobre narcotráfico en todo momento me dio la sensación de ir más allá de las amenazas a las que se enfrentaban los vigilantes de la playa.
De hecho, esto último es algo que la propia película reconoce por las tensiones entre el teniente Mitch Buchannon y la policía. Da la sensación de que el primero siempre quiere ir un paso más allá en sus obligaciones, dando pie a una investigación muy difícil de tomarse en serio. Quizá por ello ese tipo de humor elegido que se presta a que uno acepte casi cualquier cosa, pero ahí el guion de Damian Shannon y Mark Swift no está a la altura.
No obstante, la cosa cambia si nos fijamos en la dinámica de personajes, donde todo hacía presagiar un desastre absoluto que luego nunca se concreta. Por un lado tenemos la rivalidad inicial entre Dwayne Johnson y Zac Efron, con el primero tirando de su carisma habitual y el segundo luciendo músculos y confirmando que Hollywood debería crear alguna gran franquicia de cine de acción a su alrededor.
Que haya química entre ellos hasta cierto punto era de esperar, pero lo realmente sorprendente es que la que sobre el papel parecía la línea argumental más lamentable de todas acabe funcionando con relativa funciona fortuna. Me refiero a todo lo que atañe al secundario “gracioso” con la sucesora de Pamela Anderson. No había nada ahí que inspirase la más mínima confianza, pero, contra todo pronóstico, Jon Bass y Kelly Rohrbach consiguen sacarlo adelante con cierta dignidad.
Más allá de eso nos quedan varios momentos para que sus dos protagonistas luzcan pectorales, no pocas escenas centradas en el físico de varias de sus protagonistas -ojo, que eso ya era así en la serie original- y un humor que funciona mejor cuando deja de lado todo lo sexual o zafio y se centra en detalles como los motes que The Rock pone al personaje interpretado por Zac Efron o alguna línea de diálogo -que no conversación- inspirada aquí y allá.
Por desgracia, Gordon no termina de saber equilibrar esa ligereza, que es donde mejor funciona la película -mención especial al cameo de Hasselhoff-, con la necesidad de un peligro real. De hecho, las escenas de acción -y ahí incluyo varios rescates- se quedan en tierra de nadie, no sabiendo jugar nunca la carta del espectáculo. Es verdad que el cóctel era ya muy raro para que la mezcla funcionase, pero haber rodado mejor esos momentos habría ayudado lo suyo. O reducirlas al mínimo y dar prioridad total a intentar ser una chorrada con encanto, algo que también acaba diluyéndose un poco…
En definitiva, ‘Baywatch: Los vigilantes de la playa’ mezcla demasiadas cosas sin terminar de saber cómo hacerlo para que la cosa funcione en su conjunto. Además, tira mucho del físico de sus protagonistas y de bromas de corte sexual de dudosa gracia, pero no es ni mucho menos el absoluto desastre que algunos esperaban de ella. Simplemente hace una apuesta muy decidida por cierto tipo de público y ahí se acaba quedando un poco a medidas. Para mí no fue suficiente -aunque tampoco formo parte de su target-, pero para otros seguramente sí. Valorad por vosotros mismos sabiendo lo que es.