Amor y odio por las toolbars
¿Cómo pasaron de ser una herramienta útil a un completo incordio?
Si eres usuario de internet desde hace al menos diez años, al leer la palabra toolbar habrás notado un ligero escalofrío, una sensación de desasosiego.
Y es que las toolbars o barras de herramientas han causado y siguen causando más de un quebradero de cabeza a quienes navegamos por la web desde la computadora.
Pensadas para un buen fin como es realizar búsquedas, recibir correos o acceder a enlaces favoritos desde el navegador, con los años fueron usadas con fines publicitarios y para llenar nuestro ordenador con software no deseado y programas publicitarios o adware.
Pero, ¿cómo empezó todo? ¿Qué suponía la instalación de las toolbars en los navegadores de antaño? ¿Por qué algo tan práctico generó en pesadilla?
El origen de las toolbars
Hay que tener en cuenta que los navegadores actuales integran funciones que años atrás muchos demandábamos pero que sólo estaban disponibles con una toolbar externa.
Me refiero a la búsqueda directamente desde la barra de direcciones, a las notificaciones de las páginas web, a los marcadores o enlaces favoritos sincronizados…
Es más, las extensiones y complementos estaban en pañales, por lo que la única manera de obtener esas funciones era con una toolbar.
No hay una fecha exacta, pero las toolbars surgieron en la segunda mitad de los años 90, cuando Internet Explorer dio sus primeros pasos y empezó a ganarle terreno al entonces todopoderoso Netscape.
Pero cuando las toolbars reinaron fue en la primera década del siglo XXI, con instalaciones tanto en Internet Explorer como en Mozilla, heredera de Netscape y que luego se convirtió en Firefox.
Todos tienen la suya
La barra de herramientas o toolbar no deja de ser una barra adicional para en la navegador web, que por defecto ya cuenta con varias barras, como la barra de estado (oculta en la actualidad), la barra de direcciones o la barra de marcadores o favoritos, no siempre visible.
Así que a nivel técnico no era complicado crear una barra adicional con botones, normalmente accesos directos a páginas, un campo de búsqueda y enlaces adicionales en forma de botones con iconos.
Los primeros en lanzar toolbars fueron los buscadores. Yahoo! y Google contaban con su propia barra de herramientas. Es más, la página oficial de la Barra Google todavía está disponible.
Con el tiempo, surgieron barras de herramientas por doquier. Cualquier portal o sitio web ofrecía su propia toolbar, e incluso había páginas que permitían crear tu propia toolbar en minutos.
De la misma manera que hoy en día Google o Bing ofrecen millones de dólares para que su buscador sea la opción por defecto en tu iPhone o en Firefox (Android y Chrome ofrecen Google por razones obvias), que tu página o buscador estuviera instalado en el navegador en forma de toolbar hacía que tus búsquedas o visitas crecieran exponencialmente.
¿Para qué abrir el buscador de la competencia si tengo una toolbar desde donde buscar directamente? Y lo mismo si tenías un portal o página web. Al contar con barra instalada, era más fácil tener visitantes.
A esto hay que añadir el beneficio económico que suponía que tu toolbar se instalara y diera visitas a Google o al buscador que emplearas en forma de búsquedas patrocinadas. Google fue el primero en ofrecer un pago por visitas, pero la competencia no tardó en ofrecerse también para ganar usuarios.
Para entendernos, con las toolbars ganaba el buscador, ganaba el creador de la propia toolbar y ganaba el responsable de la toolbar. Es más, también ganaba el usuario, que veía cómo su navegador ganaba en funcionalidad.
La avaricia rompió el saco
Pero lo que parecía una relación de beneficio mutuo se convirtió en un abuso por parte de los creadores y divulgadores de toolbars, que empezaron a acompañar estas barras de software adicional en forma de demostraciones o juegos no deseados por el usuario pero que se instalaban tras lidiar con laberínticos menús de instalación.
No sólo eso. Las propias toolbars se convirtieron en software no deseado integrado en instaladores, de manera que si no leías bien las instrucciones, podías acabar con cuatro o cinco toolbars en tu navegador web.
Para más inri, los navegadores ya empezaban a integrar las búsquedas en la barra de direcciones, algo que introdujo Google Chrome y que fue seguido por Firefox, Safari y Opera, entre otros. Esto hacía que las toolbars carecieran de la utilidad que las había caracterizado.
Con el tiempo, los antivirus empezaron a catalogar algunas de estas barras de herramientas en software sospechoso, ya que incluían publicidad o software adicional de dudoso origen y desinstalar dicho software era más bien complicado.
Una sombra del pasado
Todavía podemos encontrar toolbars por ahí, si bien están prácticamente desaparecidas. Por una parte, los navegadores actuales ya ofrecen las funciones que las hicieron indispensables, y si queremos mejorar nuestro navegador contamos con extensiones y complementos, fáciles de instalar y desinstalar, a diferencia de las toolbars.
Por otro lado, la instalación de software no deseado sigue otras estrategias, como venir por defecto en equipos nuevos, esconderse dentro de falsas versiones de software gratuito o dentro de parches o cracks de software de pago.
En cualquier caso, no hay que olvidar que los navegadores de ahora no serían como son si no hubieran existido las toolbars.