A vueltas por Madrid
Siete conversaciones distintas. Cuatro gestos diferentes. Cinco actividades al mismo tiempo. Ocho posturas, tres suspiros, alguien huele mal, alguien huele bien. Se puede escuchar la música que suena en los auriculares de otros si se presta atención, aunque los lleven puestos. La mayoría de la gente mira su teléfono móvil, casi nadie parece aprovechar el viaje para reflexionar sobre cuestiones personales.
Surge una voz metálica, casi robótica; “Siguiente estación, Plaza Elíptica“. Alguien baja. Muchos suben. Las mismas siete conversaciones, el dedo pasando la página en la pantalla táctil del libro electrónico. Ropas a rayas, lisas, con dibujos, vaqueros, chándal, zapatillas, zapatos y sandalias. Alguien con su hijo, y alguien con su guitarra –existen diferentes formas de amar–. Calvos, canosos, barbudos, imberbes, con el pelo corto, rapados, a tazón, con trenzas. El transporte público de Madrid es, además de una de las mejores formas de moverse por la ciudad, un pequeño ecosistema que encierra una enorme variedad de personas.
En el caso concreto de las líneas circulares, este universo forma parte de una rueda que nunca deja de girar, un bucle que perdura hasta que se cierran las puertas al público. En la ciudad de Madrid existen dos alternativas circulares, una es subterránea y la otra recorre la ciudad por sus calles; hablamos en concreto de la línea 6 de Metro y las líneas C1 y C2 de autobús. Las recorremos en busca de la gente que las puebla acompañados por una pequeña y discreta Fujifilm X-T20.
La línea 6 del Metro de Madrid actúa como eje vertebral de las comunicaciones entre las afueras de la ciudad y el centro de la capital española. A lo largo de sus 28 estaciones, los usuarios pueden recorrer los casi 24 kilómetros de sus vías en un periodo medio de 55 minutos. Su construcción, a finales de la década de los 70, fue la de mayor profundidad de la red de Metro. La estación de Cuatro Caminos tiene una profundidad equivalente a un edificio de 20 plantas, con el fin de evitar los desniveles de la ciudad y poder ofrecer un servicio rápido y cómodo para los viajeros.
Esta línea parece aglutinar todos los tipos posibles de viajeros que existen. Bien ataviados con trajes impolutos, ejecutivos se agolpan en estaciones como Moncloa, Manuel Becerra o Diego de León. Otros, en cambio, concuerdan con una perspectiva más humilde y transitan estaciones como Usera, Opañel o Carpetana. Muchos estudiantes –como su propio nombre indica– provocan que, en la estación de Ciudad Universitaria, el promedio de edad de los vagones descienda notoriamente. Y es que Madrid encierra todo tipo de gentes, y como es lógico, también sus transportes.
El reto de fotografiar en estas circunstancias es complejo. Si bien las opciones creativas no son demasiadas, existe una rama fotográfica idónea para este tipo de situaciones; el retrato. Con personajes tan dispares, las posibilidades son infinitas.
Un disparo casi imperceptible se antoja primordial para pasar desapercibido, por ello una de las mejores opciones es usar una cámara pequeña, sin espejo y con la posibilidad de disparar en remoto a través del teléfono móvil. En este caso usamos la Fujifilm X-T20 en combinación con la Fujifilm Camera Remote App, con resultados satisfactorios.
Gracias a esta app, compatible con dispositivos Android e IOS, podremos seleccionar los valores con los que queremos disparar en la cámara directamente desde nuestro smartphone, estableciendo así la apertura de diafragma, velocidad de obturación y sensibilidad necesarios para efectuar la toma correcta. Además, también podremos seleccionar el área de enfoque en la imagen con un sólo toque en la pantalla táctil de nuestro teléfono, así como ajustar como los estilos de color o emulaciones fílmicas.
Rápida y eficaz, esta aplicación se convierte en un accesorio al que es sencillo acostumbrarse. Además, al realizarse vía Wi-Fi desde la cámara hacia el terminal móvil, éste no necesita disponer de cobertura para que la aplicación funcione.
Pero la línea Circular de Metro no es la única que recorre la ciudad de Madrid en un bucle inagotable. Por encima del suburbano, los ciudadanos madrileños disponen de las líneas C1 y C2, cuyo trayecto desde Embajadores hasta Cuatro Caminos recorre gran parte del casco céntrico de la ciudad. Esta línea –a diferencia de la L6 de Metro– puede utilizarse para reconocer la capital, otorgando a los viajeros un paseo casi turístico por la zona. Subidos a ella podemos ver algunos de los sitios más emblemáticos de Madrid, como el Rastro, la Estación de Atocha, la Gran Vía o la Plaza de España.
Nacho –conductor de la línea C1 desde hace 9 años– nos cuenta cómo, después de tanto tiempo, apenas le sorprenden las actitudes de la gente que sube a su autobús. Poco después de presentarnos, una viajera intenta camuflar a su hijo de seis años sin pagar el billete correspondiente. Un rato más tarde, otro joven lo vuelve a intentar sin demasiado éxito, meras anécdotas en su rutina laboral.
Desde el autobús pasamos por la omnipresente Estación de Atocha, reconocemos a contraluz la silueta del monumento a las víctimas del ataque terrorista del 11 de marzo de 2011. Poco después, la ruta transita la fachada del Circo Price, de la ya mítica sala La Riviera, los Jardines de Sabatini o el propio Parque del Buen Retiro, entre otros epicentros de la oferta de ocio y cultura de la ciudad.
Retomando la conversación con Nacho, nos cuenta orgulloso la historia de muchos de los monumentos que marcan sus principales paradas, después de casi una década de trabajo en esa línea se los conoce todos como la palma de su mano. Somos testigos de esas palabras según avanza el recorrido, parando en lugares tan históricos como la Puerta de Toledo, la Puerta de San Vicente o el Arco del Triunfo de Moncloa.
Suenan los AC/DC de fondo en el autobús mientras el sol va cayendo en la tarde. Highway to hell, contrasta en concreto de manera paradójica con los suaves colores cálidos del atardecer. Cuando al fin cae la noche el rostro de los usuarios del autobús refleja el cambio de franja horaria. Lo que a media tarde eran caras esperanzadoras a punto de afrontar una tarde libre, ahora son semblantes de cansancio después de un duro día de trabajo que buscan la tranquilidad de llegar pronto a su hogar.
Aprovechando este bucle viajero, aprendemos que la ciudad no es sólo sus edificios, sus monumentos y sus ofertas culturales y de ocio. Madrid es su gente. Y su gente es Madrid.
Este artículo promocional ha sido elaborado como resultado de un acuerdo comercial con Fujifilm España; todas las imágenes del mismo han sido elaboradoras con el modelo de cámara sin espejo Fujifilm X-T20.