Cinco trucos para conseguir fotografías sin trepidación por si se nos olvida el trípode
Voy a ser sincero: no se nos puede olvidar el trípode. Es uno de los accesorios fundamentales para cualquier fotógrafo. Pero tiene un gran problema para muchos: es pesado. Da igual que te compres uno de fibra de carbono, todo el mundo se lo deja en el maletero. Por este motivo vamos a ver cinco trucos para cuando se nos olvide, casualmente, el trípode.
A no ser que hagas fotografía pura de reportaje, el trípode es una herramienta básica para cualquier fotógrafo. Nuestras imágenes pegan un salto cualitativo cuando fijamos la cámara a este soporte también conocido como tripié. Casi me da apuro desvelar estos trucos, evidentes para muchos, pero que pueden ayudar a los que empiezan. El mejor consejo es llevarlo siempre, pero vamos a pensar que nos podemos olvidar de él o que ya no podemos llevar más cosas encima.
1. Subir la sensibilidad
No se el motivo, pero a mucha gente le sigue dando miedo subir el ISO. Muchos alumnos me enseñan sus fotografías después de una semana de práctica y veo que muchas están movidas. Cuando les digo que podían haber subido la sensibilidad me dicen que les preocupaba el ruido. Es verdad que la cámara va a dar su mejor respuesta con la sensibilidad nominal, pero las cámaras de los últimos cuatro años responden a la perfección con el forzado.
La única precaución que hay que tener es hacer una prueba casera para conocer el límite de tu cámara. Solo hay que fotografiar con la cámara en el trípode una escena con luces y sombras, con el mismo diafragma y variar la sensibilidad de paso en paso. Luego compruebas el resultado en la pantalla del ordenador y decides cuál es el ISO máximo que quieres utilizar en la vida real fotográfica.
Una pista. El ISO más alto que anuncia la cámara es mentira. Después de probar muchas cámaras he comprobado que un paso antes del máximo es el límite aceptable en la mayoría de los modelos.
2. Buscar otros soportes
Otra opción evidente, pero que la gente no suele utilizar por miedos infundados o por vergüenza, es buscar lugares donde apoyar la cámara para asegurar la estabilidad de la cámara. Todo lugar que permita aumentar la estabilidad de la máquina será una bendición.
Muros, vallas, farolas, cruceros de pueblos antiguos, pilares, bancos, salientes, el mismo suelo… son lugares donde podemos dejar la cámara con la seguridad de que no se va a mover. El único problema real es que no vamos a tener tantas opciones para colocarla, y que las tomas verticales están muy limitadas. Los puntos de vista posible se reducen, pero es mejor que nada.
Eso sí, no podemos olvidar algo que olvidan incluso los que hacen fotografías religiosamente con el trípode. Cuando tenemos la cámara fija en un lugar, no tiene sentido alguno que la toquemos. Así que hay que utilizar un disparador a distancia o hacer uso del autodisparador de dos segundos.
3. Hacer ráfagas
Este es un secreto a voces que muchos han oído y pocos han practicado y comprobado sus increíbles resultados. El motor de la cámara es algo que utilizamos la primera vez que la encendemos para comprobar que es verdad que hace más de 5 fotografías por segundo. Y luego lo olvidamos. cuando comprobéis esto lo vais a utilizar más de lo que pensáis ahora.
Por algún oscuro motivo que todavía no ha sido aclarado, cuando disparamos más de cuatro o cinco fotografías por segundo, siempre hay una que está perfectamente nítida, sin trepidación alguna. Parece un milagro de San Richard Avedon, pero no es así. Aunque tengamos que disparar a 1/15, con este truco infalible, al menos un disparo será perfecto.
4. Sujetar bien la cámara
Esta aparente tontería, es el truco más importante para evitar fotos trepidadas. A no ser que tengáis mal pulso, podemos conseguir fotos nítidas a 1/10 si sujetamos bien la cámara. No hay que dejar de respirar ni pegar los brazos al cuerpo como se puede leer en algunos sitios. Siempre digo que hay que desconfiar de aquellos que hacen fotografías con poses extrañas. Es muy fácil.
Los pies tienen que estar separados a la distancia de nuestros hombros para tener mayor estabilidad. Si queremos un pie más adelantado que otro para lograr una mayor superficie estable. Los brazos relajados, cerca del cuerpo, sin tensión alguna.
Tenemos que sujetar la cámara con ambas manos. La base de la mano izquierda debe sostener la cámara y los dedos índice y pulgar mover el zoom y/o el diafragma. La mano derecha sirve para disparar (pobre de nosotros los zurdos) y el dedo índice debería estar perpendicular al botón de disparo. Y por supuesto tener una respiración normal. Si podemos llevar la cámara al ojo para que nuestra cámara tenga un tercer punto de apoyo mejor que mejor.
5. Una cámara pesada
Pues sí, señoras y señores. Cuanto más pesada sea nuestra cámara más fácil será que nuestras fotografías no salgan movidas por una exposición lenta. Las cámaras ligeras, como móviles y compactas son perfectas para conseguir fotos trepidadas. Quizás es porque nos concentramos más con una réflex o una de formato medio entre las manos.
Eso sí, parece que hoy hay un odio exacerbado hacia las fotografías movidas. Y la verdad es que no lo entiendo. En muchos casos un ligero movimiento da vida a la fotografía. Si os fijáis, muchas de las imágenes más famosas de la historia tienen ese punto de trepidación que hace respirar a la imagen y la acerca más al puro lenguaje de la fotografía. ¿Vosotros qué pensáis?
En Xataka Foto| Todo lo que necesitas saber antes de comprar un trípode
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Cinco trucos para conseguir fotografías sin trepidación por si se nos olvida el trípode
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Fernando Sánchez
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