Cuando quisieron inventar Spotify en 1982, pero Internet era tan lento que lo descartaron por imposible
¿Cómo hubiera sido hoy la industria musical si los servicios de streaming musical se hubieran creado hace 35 años? Actualmente vemos servicios como Spotify o Apple Music no sólo como una novedad, sino una alternativa para combatir las descargas P2P según la propia Unión Europea. Por eso mismo, quizá todo hubiera cambiado si Spotify existiese antes que el MP3.
Lamentablemente crearlo fue imposible en 1982, pero alguien intentó patentarlo. Se trataba de Dieter Seitzer, y hoy os vamos a contar esa historia su Spotify de 1982 que no pudo ser, y de cómo esa búsqueda de una mejor y más ligera música digital inició un camino que uno de sus alumnos aprovechó para crear tiempo después un códec llamado… MP3.
Todo empezó con la psicoacústica
Gran parte de la inspiración de Seitzer venía de su director de tesis, el físico e ingeniero Eberhard Zwicker, que fue el padre de la disciplina de la psicoacústica. La psicoacústica es una rama de la psicofísica que estudia la relación entre las propiedades físicas del sonido y la interpretación que hace el cerebro de ellas el cerebro.
En su estudio durante más de una década de esta relación, Zwicker descubrió que el oído humano no actuaba exactamente como se pensaba. Sí, era capaz de distinguir por ejemplo dos tonos musicales separados por media nota o más, pero que cuando estos dos tonos se acercaban el oído los interpretaba como uno sólo. En otras palabras, descubrió los límites de la percepción de nuestro oído, y que lo que oímos es sólo una interpretación del sonido real que está sonando.
Zwicker era sobre todo anatomista, pero su alumno Seitzer era informático, y pronto empezó a sospechar que los descubrimientos de su maestro podrían utilizarse para grabar música de alta fidelidad utilizando menos datos. Esto se podría conseguir descartando todo aquello que el oído humano también iba a descartar por sus propias limitaciones.
Estos conocimientos de la psicoacústica le hizo tener una perspectiva única y diferente a la del resto de todos sus colegas, y esto se notó tras la llegada del disco compacto en 1982.
El Spotify que nunca fue
En 1982 Sony y Philips empezaron a comercializar el disco compacto, también conocido como CD-ROM. La industria vendió este nuevo formato como el único capaz de ofrecer «un sonido puro y perfecto para siempre», pero Seitzer fue uno los pocos en considerarlo una exageración, ya que sabía que el oído humano y el cerebro no podían procesar o «escuchar» cada tono, nota o sonido de un CD.
Sus ambiciones iban mucho más allá de este formato, buscan ser más prácticas, y eso le llevo a empezar a un proyecto para crear una máquina de discos digital o “digital jukebox». Este servicio tendría por una parte un servidor central en el que estaría alojada toda la música, y los usuarios podrían conectarse a él para solicitar la canción que querían escuchar.
Visto desde una perspectiva del 2017, Seitzer ideó el primer Spotify mucho antes incluso de que existiera el MP3. Para solicitar la música, los usuarios simplemente tendrían que pulsar el teclado de las nuevas líneas telefónicas digitales que se estaban empezando a implementar en Alemania, su país natal. El servicio podría basarse en suscripciones, y los usuarios sólo tendrían que conectar su aparato de música al teléfono.
De hecho, llegó a presentar la patente de su sistema en 1982, pero fue rechazada por considerarse imposible. Simplemente no podía hacerse, estas primeras líneas digitales eran bastante rudimentarias, y los archivos digitales de las canciones eran demasiado grandes para ser transmitidos a través de ellas. La música «pesaba» demasiado.
Un CD estándar utilizaba una modulación por impulsos codificados (PCM) muestreados a 16 bits por muestra. Traducido, esto quiere decir que hacían falta 1,4 millones de bits para almacenar un único segundo de audio en estéreo. Mientras, para enviar música a través de un cable necesitaba conseguir comprimir la música digital a una doceava parte de su tamaño original para que ocupase apenas 128.000 bits por segundo.
Seitzer peleó varios años por conseguir sacar adelante su sistema de streaming musical, pero finalmente no pudo conseguirlo. Durante sus réplicas mencionó varias veces el trabajo de Zwicker. Y de hecho, tras retirar la solicitud de la patente mantuvo vivo esa idea. Hacía falta utilizar el trabajo de Zwicker para reducir el peso de la música digital.
Y eso llevó… al MP3
Pese a los intentos de Seitzer, ni él ni otros investigadores pudieron cuantificar matemáticamente las limitaciones del oído para aplicarlo a la reducción de los archivos digitales de audio. Pero no se rindió, y empezó a buscar algún estudiante de doctorado que se ocupara del tema. Y ahí es donde se topó con Karlheinz Brandenburg.
Brandenburg era un estudiante de doctorado en la Universidad de Erlangen-Nuremberg, y estaba estudiando ingeniería eléctrica y matemáticas, y las áreas donde estas disciplinas se cruzan. Vió en el interés de Seitzer una manera sencilla de sacarse el doctorado demostrando que no se podía hacer, pero acabó convirtiéndose en el padre del MP3.
«Él [Seitzer] estaba buscando un estudiante de doctorado que se ocupase del tema», declaró Brandenburg a posteriori. Y lo tengo que admitir, yo sabía lo suficiente sobre el tema que pensé: ‘Está bien, el examinador de patentes tiene razón; haré un análisis para demostrar por qué esto no es posible. Esto me conseguirá mi doctorado y luego me iré a algo real'».
Empezó a investigar y se dio cuenta de que lo que pedía Seitzer no era del todo imposible. Combinó varios trabajos y líneas de código, y consiguió crear un algoritmo que eliminase los sonidos que el cerebro no iba a interpretar reduciendo así su tamaño. Ese trabajo dio pie a que años después, y tras muchas investigaciones, Brandenburg desarrollase el códec MP3.
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Cuando quisieron inventar Spotify en 1982, pero Internet era tan lento que lo descartaron por imposible
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Yúbal FM
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