Hackear tractores con firmwares ucranianos es solo el principio de una nueva era del hacking
Pongamos que vives en Estados Unidos. Arriesguemos aún más y digamos que te dedicas a la agricultura. Imaginemos que para trabajar el campo te compraste un tractor de John Deere. Si es así y el tractor se te rompe, estás apañado.
Hace tiempo que este fabricante bloquea sus vehículos para que los usuarios no los reparen y solo se puedan reparar en servicios especializados. La solución que se han buscado los agricultores americanos es singular: hackean sus tractores con firmware procedente de Ucrania. Este sorprendente caso es tan solo un ejemplo de lo que está por venir: que tus dispositivos sean (de nuevo) tuyos a través del hacking.
Hackear tractores es sorprendentemente popular
En Motherboard cuentan la impresionante historia de ese mercado negro de firmwares con los que es posible «liberar» los tractores de John Deere del yugo que impone este fabricante. Si el tractor se estropea los propietarios ya no dependen de su habilidad para repararlos, necesitan contactar con el fabricante sí o sí y en muchos casos descargar software para reparar la pieza afectada.
De hecho la marca obliga a los agricultores a firmar una cláusula que prohíbe prácticamente cualquier tipo de reparación y además evita que los compradores (que no propietarios) de sus tractores puedan demandarles por salir perjudicados por esa dependencia de las reparaciones oficiales. ¿Se te estropea el tractor y no puedes hacer la cosecha? Mala suerte, majo. Es tu problema, no de John Deere.
Como indicaba un agricultor entrevistado para ese reportaje,»si un agricultor compra el tractor, debería poder hacer con él lo que quiera. Si quieres sustituir la transmisión y lo llevas a un mecánico independiente te podrá hacer ese cambio, pero el tractor no arrancará. Deere cobra 230 dólares por la pieza, más otros 130 para que vaya a conectarte a un ordenador con un conector USB especial que autorice esa pieza«.
Eso ha provocado la aparición de un mercado negro de software y hardware específicamente destinado a que los agricultores recuperen el control de sus tractores de John Deere. Y gracias a una excepción aprobada en la Digital Millenium Copyright Act, este tipo de operaciones de hacking son legales en Estados Unidos, como explicaban en Wired hace tiempo.
¿El fin de la propiedad privada, o el principio del hacking que recupera esa propiedad?
La actitud de John Deere es un ejemplo destacable de cómo han cambiado las tornas en una industria que cada vez busca tener mayor control no ya sobre sus productos, sino también sobre sus clientes.
De hecho tenemos ejemplos mucho más cercanos en empresas como Apple, que han convertido sus productos en casi irreparables por parte de usuarios de a pie.
En muchos casos si tienes algún problema tendrás que ir a un servicio oficial, y lo mismo ocurre con otros muchos fabricantes que saben que los servicios técnicos de pago son una importante fuente de ingresos que además es todo un monopolio encubierto. O lo repara Apple [o la empresa X con su producto Y] o de nuevo sueles estar apañado.
Si pago por algo, quiero poder hacer lo que me dé la gana con ello
Lo que se cumple para el hardware se cumple también para el software, desde luego. Lo hemos visto desde hace años con esas persecuciones del gato y el ratón que todo tipo de productos tecnológicos han sufrido en su software. Las consolas y los teléfonos móviles han sido los grandes protagonistas de esas batallas en las que los hackers descubrían métodos para liberar estos dispositivos y dar más opciones a sus usuarios, para que luego el fabricante de turno volviera a parchear esa opción con una nueva versión del firmware.
Los jailbreaks de los iPhone y los iPad son otro ejemplo clásico, mientras que en el mundo Android las cosas son normalmente (algo) más fáciles con procesos de rooteo que permiten, entre otras cosas, instalar ROMs personalizadas en un buen número de dispositivos. Durante un tiempo, de hecho, los fabricantes ofrecían versiones especiales de sus móviles con el bootloader desbloqueado, algo que ahora no es demasiado usual.
Eso hace que lógicamente aparezcan todo tipo de esfuerzos para liberar esos dispositivos y a sus usuarios. Para recuperarlos para quienes los compraron, que para eso han pagado un buen dinero para hacer lo que les plazca con ellos. ¿En serio me quieres decir que me compro un tractor, un coche o un móvil, y en realidad no es mío?
Que te lo has creído, fabricante X. Para eso están (afortunadamente) los hackers. Bienvenidos a una (no tan) nueva era en la que recuperaremos el control de nuestros dispositivos y volveremos a ser propietarios absolutos de ellos gracias al hacking y a un firmware ucraniano, o chino, o —quién sabe— español. Lo irónico es tener que acudir a esos sistemas cuando estos dispositivos deberían ser nuestros para hacer con ellos lo que quisiéramos desde el minuto cero.
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Hackear tractores con firmwares ucranianos es solo el principio de una nueva era del hacking
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por
Javier Pastor
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