Ciencia, ilustración, podcast y YouTube: la lucha por la divulgación científica tiene nuevos campos de batalla
Tenemos la suerte de poder encontrar todo tipo de formatos relacionados con la ciencia. Algunos de ellos impensables hace unas décadas: cómics, podcast, vídeos en YouTube, cromos… La divulgación científica está invadiéndolo todo. Su objetivo es llegar a cuanta más gente mejor.
Para poder hacerlo es necesario entender un cambio esencial: la ciencia como producto de consumo. Un producto que puede ser divertido, ameno, con una baja carga científica pero, a la vez, cercano a la ciencia. A los divulgadores les toca escoger nuevos campos de batalla.
Hemos decidido echar un vistazo a este panorama y consultado con algunos expertos. En este análisis hemos explorado algunos de los formatos más interesantes para hacer divulgación científica. Estas son nuestras conclusiones.
«Ciencia con y para la Sociedad»
Con este lema, el Horizonte 2020 enmarca la necesidad de implicar más a la ciudadanía en la ciencia actual. Hasta aquí todo parece muy bonito. ¿Pero, cómo lo hacemos? La divulgación científica tiene muchas finalidades: promover la cultura, educar a la sociedad, hacerla más libre… pero también es importante que la gente entienda lo que pasa en un laboratorio.
Esta es la única manera de comprometer a la gente con la investigación. Desde hace siglos, la ciencia arrastra una especie de hermetismo contraproducente. Pero los científicos ya han dicho «¡basta!»: la ciencia es para todos. La ciencia puede ser divertida, lúdica e interesante. ¿Por qué no convertirla en un producto de consumo más?
Esto es importante porque la temática científica tiene que vender. Más allá de la loable frase de Santiago Ramón y Cajal: “Al carro de la cultura española le falta la rueda de la ciencia”, que indica una necesidad puramente intelectual, la divulgación científica es necesaria de una forma más práctica. No se puede «comprar» algo que no se conoce.
Cualquier investigación científica, por pequeña que sea, cuesta mucho dinero. Gran parte de nuestros fondos (aunque no tantos como deberían), van a parar a la maquinaria científica. ¿Quién puede decir qué se hacen con esos 6.366 millones de euros dados para Ciencia en 2018) Apenas unos cientos de miles de personas saben realmente qué ocurre en los laboratorios.
Puede que no sea necesario que todo el mundo sepa con exactitud cómo se usa el dinero, pero está claro que los organismos y los inversores (públicos y privados) han de ver retorno e impacto en la actividad científica. Muchas veces esto parece obvio, pero no hay nada menos cierto, o eso dicen las estadísticas, al menos en el caso español. España está muy por detrás en inversión científica a nivel europeo. A pesar de que la población afirma estar interesada en la ciencia, lo cierto es que la cultura científica parece permear muy poco en la sociedad.
¿Este ‘no es país para divulgadores’?
Javier Santolalla es Doctor en Física de Partículas y uno de los divulgadores más prolíficos de la actualidad. Cuenta con millones de seguidores en varias redes, entre las que destacan YouTube, Twitter y otras. Además, es un experto en aprovechar la ciencia como un producto listo para consumir y disfrutar. ¿Cómo se vuelve alguien de ciencias puras al camino de la comunicación de la ciencia? «Fue como una avalancha que llegó a mi vida», nos cuenta.
«Aunque visto con perspectiva fue una avalancha en slow motion. La comunicación de la ciencia tiene un lado muy bonito y es que aúna la pasión de la ciencia con la de la comunicación. Es toda una experiencia humanizar la ciencia y conectar con la gente a través de ella», explica Javier. Sin embargo, los divulgadores no lo tienen nada fácil, o eso parece. ¿Estamos equivocados?
«Creo que a la gente no le interesaba la forma en que estábamos contando la ciencia, no la ciencia en sí»
«Creo que hay una nueva ola de propuestas divulgativas y que va de la mano con una buena recepción del público», continúa. «Podríamos decir que vamos unos años retrasados pero todo apunta a que España, dentro de poco, podría estar a un nivel en comunicación de la ciencia que no tenga nada que envidiar a otros países que consideramos punteros».
Para Javier, esta estampa social de gente que no se interesa por la ciencia está cambiando rápidamente.»Creo que a la gente no le interesaba la forma en que estábamos contando la ciencia, no la ciencia en sí«, explica. Para el divulgador, el truco está en cambiar los mecanismos, los códigos y las plataformas. «Creo que en esta próxima década podremos ser testigos de una gran transformación social».
La ciencia como producto de consumo
Probablemente, como decíamos, el quid esté en la divulgación científica como producto. ¿Cómo se consigue? Javier es todo un experto en convertir sus creaciones en auténticos hits. «Desde luego, el secreto está en abrir la oferta. Esto diversifica y aumenta la cantidad de público potencial», explica.
«Cada vez hay propuestas más interesantes, coloridas, creativas; cosas como el turismo científico, espectáculos científicos o la fusión de ciencia y arte está atrayendo un nuevo tipo de consumo de contenido científico, y con ello un nuevo tipo de consumidor. Estamos viviendo una época muy interesante al respecto». El propio Javier encabeza un proyecto sin ánimo de lucro de ciencia en formatos artísticos llamado «Scenio«, además de sus propios canales.
«Scenio es una forma diferente de entender la divulgación, es una apuesta por llegar a nuevos públicos buscando nuevas fórmulas que se adapten a los tiempos que corren«, nos explica. Es comunicación de la ciencia en nuevos formatos: YouTube, ilustración, podcast, gamificación, espectáculos… propuestas que hasta ahora estaban desconectadas y eran un poco independientes, y que gracias a este proyecto se acercan y se unen para luchar por un interés común: que la gente se acerque a la ciencia».
«Hay 7 mil millones de formas diferentes de aproximarse a la ciencia, tantas como personas en el mundo y lo ideal es no excluir a nadie»
Hablando de diversos formatos, nos surge otra duda: ¿cuál de ellos es mejor? Si es que lo hay. «No hay un mejor formato», contesta sin dudar. «Hay 7 mil millones de formas diferentes de aproximarse a la ciencia, tantas como personas en el mundo y lo ideal es no excluir a nadie. Algunas son más masivas, y atraen más el foco de atención, pero no hay que desmerecer otras propuestas que arrastran menos gente pero sin duda cumplen con su función de captar público».
«Lo bonito es la variedad», continúa el físico, «crear un ecosistema de conocimiento donde entren todas las propuestas y que por lo tanto incluyan todos los tipos de público. Yo tengo mi perfil y mis canales predominantes y me identifico especialmente con la divulgación audiovisual».
La divulgación, que se vea: dibujos e ilustración
Enrique Royuela es un biólogo y virólogo, especializado en el campo de la biología molecular de los virus. Pero, además de su acción científica, tiene una larga experiencia como editor de varias publicaciones. La última y más preciosista es Principia Magazine, que aúna ilustraciones magníficas para enmarcar divulgación de la ciencia. ¿Qué función tiene el arte en la divulgación científica?
«Hace mucho tiempo, el arte era absolutamente fundamental a la hora de poder transmitir el conocimiento, no solo el científico», nos explica. «Sin la fotografía, la ilustración científica era la forma en la que se podía reproducir el cuerpo humano, las plantas, animales e incluso microorganismos. Hay auténticas maravillas como que dan ejemplo de ello: De humani corporis fabrica, de Vesalio, Sketches with the microscope, de Mary Ward o el archiconocido Micrographia, de Hooke.
Según nos explica, con la llegada de la fotografía, la ilustración científica paso a un segundo plano, convirtiéndose en un mero ornamento. «Nosotros, en Principia, no lo entendemos como tal, sino como un elemento a través del que se pueden contar las historias. Utilizamos el arte de modo conceptual. Esto ayuda a que la gente de un simple vistazo sepa de qué trata el texto. También ayuda a que temas complejos de entender (y de explicar) resulten más sencillos. Por ello, el arte en la divulgación científica es un instrumento de transmisión del conocimiento».
«En Principia entendemos la ilustración como un elemento con capacidad narrativa propia, donde puede desarrollar un concepto y contar una historia»
Siguiendo la conversación que teníamos con Javier, nos preguntamos qué modelo de negocio es la ilustración científica ¿Sirve para «vender divulgación» de una forma distinta? «Sin ninguna duda», contesta rápidamente el divulgador. «Entendemos la ilustración como un elemento con capacidad narrativa propia, donde puede desarrollar un concepto y contar una historia». Esto, nos explica Enrique, ayuda a transmitir el conocimiento científico al vulgo, a la población sin conocimientos científicos.
«La historia debe ser la misma que la que el redactor quiere contar. De esta manera, se produce un sinergia con un único objetivo: que el mensaje emitido sea captado por el receptor, la base de la comunicación. El esfuerzo en la comunicación debemos hacerlo nosotros, los emisores, y la ilustración reduce ese esfuerzo, facilitando la comunicación», nos comenta.
Juguetes, cromos y otros formatos que no son «del montón»
Además de Principia Magazine, el equipo de Enrique lleva adelante otros proyectos divulgativos muy distintos a lo que estamos habituados. El más novedoso ha sido presentado recientemente: «La extraordinaria liga de la ciencia«, un álbum de cromos, al estilo más melancólico, pero con científicos.
«Hemos creado un juego de memoria, que se llama ‘Ciencia a pares’, hacemos talleres, somos los creadores de la exposición Ciencia de acogida y hemos presentado una colección de cromos de científicas y científicos que es ‘La extraordinaria liga de la ciencia’. Para el virólogo, los medios diferentes de divulgación no son un problema, precisamente.
«¿Por qué no usar aquello que más conmueve a la gente para contar nuestras historias?»
«No tenemos miedo a usar cualquier formato, todo lo contrario. De hecho, la pregunta sería la contraria: ¿por qué no usar aquello que más conmueve a la gente para contar nuestras historias? Los juegos, el arte, la literatura… Cualquier formato con el que tengas la capacidad de empatizar con la gente es realmente útil», explica.
De hecho, nadando casi a contracorriente, Principia Magazine aparece desde hace un par de años como una publicación también en papel. «Internet te ofrece la posibilidad de publicar todo muy rápido y eso está muy bien», nos cuenta. «Pero se ha cargado una parte de la comunicación muy interesante: la de investigación, que era más reposada y cauta, donde el trabajo era minucioso porque una vez publicado no lo podías borrar».
«Dicho esto», continúa, «nos decidimos por el papel porque somos unos nostálgicos, porque leer en papel tiene ‘eso’ que te transporta a otra época y otro momento; porque se convierte en una liturgia equiparable a escuchar un disco de vinilo o ir a un concierto en directo: no es el mejor sonido, pero la experiencia que te provoca no la conseguirás jamás con el mejor reproductor de ‘mploquesea’ del mundo».
Para Enrique, leer es una experiencia más allá del mero entretenimiento: «Tiene muchos componentes emocionales y recibes un montón de estímulos que no consigues leyendo a través de una pantalla». Este mismo efecto tal vez sea la magia que le da vida a los nuevos formatos divulgativos. ¿Se repite, también, en los podcast o YouTube?
De la radio a los podcast: la divulgación en voz
Javier Peláez es uno de los cofundadores del portal Naukas.com, uno de los proyectos de divulgación científica más importantes en España, que reune a miles de amantes de la divulgación científica. Su carrera como divulgador es extensa y profusa. Pero sobre todo nos interesa hablar con él por Catástrofe Ultravioleta, un interesantísimo podcast del que es coautor. Y esta no es solo la única experiencia con este formato que tiene Javier. «[El podcast] es mi formato favorito», nos cuenta.
«Probablemente es el que más activa la imaginación del receptor y el que mejor se adecua a las necesidades de aquel que busque un tema concreto», continúa el divulgador. «Hoy en día existen infinidad de podcast que tratan casi cualquier tema que te interese. El podcast, al fin y al cabo, es radio con algunas ventajas como la de poder escuchar lo que quieras cuando quieras. Y la radio ha demostrado ser una vía maravillosa para difundir conocimiento, noticias, información, y por supuesto, ciencia».
Hablando del tema, no podemos evitar preguntarle por el programa: ¿cómo se hace un podcast? «Hay una gran cantidad y cada uno lo hace a su manera. La cuestión tecnológica no es complicada», nos explica. «Hoy en día contamos con muchas facilidades para grabar y ofrecer al público cualquier tipo de audio. Todo se reduce a la calidad que quieras obtener en ese audio, el contenido y el esfuerzo y horas que le quieras dedicar».
Cualquier formato es bueno si sirve para comunicar ciencia
La cuestión que nos interesa, en realidad, es mucho más pragmática: ¿qué tal funciona este formato? ¿Llega a la gente? «Todo suma. Los oyentes de podcast están creciendo y cada año son más.
El podcast es probablemente es el formato que más activa la imaginación del receptor y el que mejor se adecua a las necesidades de aquel que busque un tema concreto
La divulgación en blogs y webs está añadiendo este formato como parte de su labor de divulgación, según nos comenta: No es extraño ver cómo revistas científicas, como Nature o Science, añaden podcast a su red de comunicación. Poco a poco se están haciendo un hueco».
Para el divulgador, cualquier formato de comunicación se puede utilizar para informar y divulgar ciencia. «Los vídeos de ciencia cada vez están más presentes y creo que son el camino a seguir«, nos explica. De esta manera nos pone en camino del último formato que queremos explorar: el de YouTube.
«La divulgación es entretenimiento»
José Luis Crespo, es un joven físico y uno de los youtubers de ciencia más exitosos del momento. Con más de un millón doscientos mil seguidores, José Luis, alias QuantumFracture, entiende a la perfección el ecosistema y al público que rodean a YouTube. Esto, probablemente, se debe a su particular visión de la divulgación científica.
«No podemos olvidarnos que la ciencia es entretenida«, nos explica. «La gente no consume divulgación científica porque quiera adquirir habilidades nuevas, como si fuera un tutorial. La divulgación es entretenimiento, y la gente la consume como tal. Es un producto de consumo».
«Esa combinación de contar cosas curiosas es algo que entretiene a la gente». Pero, ¿cómo se «cuenta» una cosa para todo el público? Le preguntamos a José Luis al respecto: «Primero, uno tiene que saber seleccionar qué cosas tienen un interés puramente científico y qué tiene interés para un público general. Aunque hay varios niveles de divulgación, es importante distinguir si algo tiene interés para el público general o no».
Para el físico no todo es susceptible de convertirse en divulgación científica. «Mi idea de divulgación es coger algo que podría considerarse más técnico y darle ese punto de espectáculo», nos explica. Esto coincide con la idea que nos transmitía al comienzo: la divulgación es entretenimiento en sí misma. «Mientras que ‘la academia’ y las instituciones pueden generar un ambiente mucho más árido, la divulgación supone un ambiente mucho más distendido», continúa. «La divulgación es divertida en sí misma».
La ciencia en vídeo, pero a la carta
YouTube es una de las redes sociales (a estas alturas es imposible verla solo como una web de vídeos) con más crecimiento y potencial de las últimas décadas. Cada vez son más los espectadores de esta red.
Tal vez esto se deba a un hecho muy simple: YouTube nos permite ver solo lo que queremos. Los creadores pueden aprovechar el alcance y herramientas disponibles para ofrecer nuevos contenidos a una audiencia ávida. Esto también vale para la ciencia.
«YouTube te permite utilizar otro registro para hacer divulgación: algo natural, jovial, nada impostado, nada serio… encima te permite una libertad creativa muy grande», nos explica. Para este divulgador, la producción de un formato similar pero para otros medios podría haberse visto cargada de trabas, y le hubiera impedido experimentar. «¿Qué barreras o qué límites sobre lo que puedo contar y lo que no habría empujado?», comenta.
«Tengo un medio y puedo contar lo que quiera y como quiera, sin restricciones. Yo creo que eso es lo más brutal de YouTube», afirma. «Todo el mundo puede ser un divulgador», nos explica. «Pero hay personas que están ultracapacitadas y que son maravillosas en escena. Lo audiovisual, eso sí, creo que tiene un potencial mucho más alto y podemos aprovechar sus propiedades para hacer que las cosas se entiendan mucho mejor, sean más estéticas…».
«Tengo un medio y puedo contar lo que quiera y como quiera, sin restricciones. Yo creo que eso es lo más brutal de YouTube»
Para acabar, le preguntamos a José Luis por los secretos del éxito en YouTube. ¿Están en las dotes técnicas? ¿En la creatividad? «Yo diría que es algo que tiene que estar en equilibrio. Puedes tener unos valores de producción enormes, y currarte muchísimo un vídeo, que como el guion no sea gran cosa… no va a funcionar. Y viceversa, también, lamentablemente. Hay guiones muy buenos, pero al estar en vídeos que no dan la talla, fallan», comenta.
Aun así, el físico nos comenta el especial valor que tiene el contenido: «Mi experiencia en YouTube es que con guiones buenos, surge automáticamente el público. Es una de sus ventajas». Esto cierra el círculo sobre lo que veíamos desde un comienzo: los vídeos a la carta, el contenido seleccionado, marcan tendencia entre los espectadores.
«Las estadísticas lo demuestran», explica el divulgador. «Cada vez menos jóvenes ven la tele. No puedo hablar del futuro pero, desde luego, creo que YouTube tiene por ahora mucho, mucho futuro«. Esto, por supuesto, es muy interesante si pensamos en la divulgación científica producida para esta plataforma.
¿Por qué es importante la divulgación de la ciencia?
Llegados a este punto, solo nos queda una pregunta, tal vez la más importante. Queremos saber el valor de la divulgación. Hemos hablado muchísimo de formatos y valor. Pero queremos saber el por qué. Por qué apostar por la divulgación.
Javier Santaolalla no duda en contestar: «Podríamos hablar en términos económicos, progreso, crecimiento, concienciar a la población, nuevas vocaciones… y sería un argumento suficientemente potente», comenta. «Pero creo que nos quedaremos cortos».
«El ser humano es curioso, es parte de nuestra naturaleza. Entender quiénes somos, de dónde venimos y a dónde vamos es parte de lo que nos hace únicos como especie. Creo que dar la espalda a estas preguntas es dejar de ser quienes somos y nos sumiría en una gran crisis de identidad. Somos como somos porque pensamos como pensamos», zanja.
Para Enrique Royuela, la respuesta es muy sencilla: «Porque la gente necesita saber y nosotros tenemos la obligación de contárselo«. Javier Peláez nos responde que es indispensable si queremos vivir en una sociedad más y mejor informada. «Nos movemos en un mundo dominado por ciencia y tecnología, y conocer aunque sea las nociones más básicas es necesario para comprender la época en la que vivimos».
«Nadie se cuestiona o se pregunta por la importancia de la información política o económica», continúa. «Sin embargo, la divulgación científica siempre se pone en un segundo plano. Los conocimientos científicos de una sociedad influyen directamente en su calidad de vida, en su transparencia, en su democracia, en la correcta toma de decisiones. La divulgación es información, y no se toman buenas decisiones en el día a día sin tener información científica».
Jose Luís Crespo coincide con Javier Peláez. «La divulgación científica tiene también una importancia vital en crear nuevos científicos«, añade. «Pero, por encima de todo eso, yo creo que la importancia de la divulgación científica es que resulta divertida. La divulgación científica es entretenimiento. La gente la consume por entretenimiento».
Imágenes | Victor R. Ruiz, El Hormiguero
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La noticia
Ciencia, ilustración, podcast y YouTube: la lucha por la divulgación científica tiene nuevos campos de batalla
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Santiago Campillo
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