Cómo deberíamos ser los profesores de fotografía en la época actual
Ayer escribimos sobre los alumnos de fotografía. Hoy es justo que hablemos sobre los profesores. Estamos a punto de terminar agosto. Y en septiembre empiezan algunos cursos. Nunca podemos olvidar que un buen profesor es básico en cualquier rama. Y en fotografía no podía ser menos. Vamos a analizar su figura.
El buen profesor de fotografía es una de las figuras que más recordarás en toda tu vida con la cámara al hombro. Gracias a sus consejos tu trabajo será mejor si fuiste capaz de interiorizar todo lo que te contó. En algunos casos a lo mejor prefiere no haberte conocido… Como profesor es imposible gustar a todo el mundo. Yo tengo a alumnos que llevan veinte años conmigo y personas que solo me han aguantado una clase por decir que no disparo en manual…
Así como en el anterior artículo hablé como alumno, hoy voy a hablar como profesor. Tu labor es fundamental en el futuro de aquel que deposita toda su confianza en ti. Jamás olvidaré a Vicente López Tofiño, a Navia, a Isabel Muñoz, a Chema Conesa, a Castro Prieto… ellos y muchos enseñan a mejorar tu forma de mirar. Y sobre todo a valorar ante todo y sobre todo el trabajo duro. Y a pensar.
Hay que buscar entonces los requisitos mínimos para ser un buen profesor de fotografía y evitar hacer perder el tiempo y el dinero a los futuros alumnos que puedan contratar tus servicios. Ya he adelantado que es imposible gustar a todo el mundo…
El buen profesor de fotografía
Jamás entenderé a un profesor de fotografía que no hace fotos. La fotografía es una vocación, nunca una obligación. Tenemos que comunicar día tras día toda nuestra pasión por ella. Puede que no seamos fotógrafos excelentes pero podemos conseguir que los alumnos lo sean.
Es importante tener un base técnica y teórica perfectas. Luego cada uno buscará su especialidad. Porque no es lo mismo dar composición que revelado digital o historia. Pero hay que saber explicar todo. Nunca sabes si alguna vez tendrás que cubrir a un compañero o resolver una pequeña duda a un alumno.
Algo fundamental es la puntualidad. Si algo sienta mal a la gente es que llegues tarde a las clases por sistema. Si te quieres dedicar a las clases particulares el secreto es llegar no un minuto antes ni uno después, sino justo a la hora pactada.
Y sin lugar a dudas hay que preparar las clases. No me refiero a esos profesores universitarios que llevaban los folios amarillos o las presentaciones de Power Point sin actualizar y que sabían que era lunes por lo que leían. Es buena idea tener un temario preparado e ir avanzando. Por supuesto que se puede (y debe) improvisar. Pero la base de cada clase debe estar preparada.
Algo que siempre agradeceré a mis profesores es que fueron muy críticos con mi trabajo. Nada de menospreciar de mala forma, sino de una forma constructiva. Si algún trabajo es malo se dice y se exige en función de la capacidad o las expectativas puestas en el alumno. No es lo mismo dirigirse a alguien que quiere ejercer de profesional que a uno que tiene la fotografía como afición.
Esto me lleva a tener empatía con el alumno. Saber cómo llevarle en cada momento para conseguir lo mejor de él. No hay que ser desde luego como Robin Williams en ‘El club de los poetas muertos’ (no es más que una idealización) pero sí que veo más realista al señor Miyagui de ‘Karate Kid’. Y no quiero decir que llevemos una cinta en la cabeza, sino que sepamos llevar en todo momento al alumno aunque al principio no entienda nada e incluso se enfade. Y entiendo que hay alumnos imposibles como personas.
Un profesor es una fuente de inspiración. Me refiero a que debe ser como un libro abierto. No debe hablar solo de fotografía, sino de cualquier cosa que sirva para hacer fotos. Es decir, desde libros a viajes; de videojuegos a películas… todo vale. Eso sí, hay que huir de los profesores endiosados sin capacidad de asombro.
Enseñar fotografía es una responsabilidad. Cualquiera no vale. Pero os aseguro que dar clases es una de las profesiones más enriquecedoras que conozco. Y que más responsabilidades conlleva. Espero que alguna vez encontréis al buen profesor.
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Fernando Sánchez
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