Por qué el consumidor es la gran víctima de los pulsos y guerras de presión entre las grandes empresas
Si se es usuario del Fire Stick, el dispositivo de Amazon que permite acceder a contenidos online desde el televisor, posiblemente se haya vivido una oleada de ciertos problemas con algunas herramientas online. Por ejemplo, entre las muchas apps que hay disponibles si se accede desde España, no está la de HBO, lo que no permite acceder a los contenidos de esta plataforma de VoD. En Twitter, por supuesto, hay quienes preguntan a HBO por esta cuestión, pero las respuestas no aportan mucho.
El ‘caso HBO’ se queda un tanto difuminado frente a la ‘debacle YouTube’, la guerra que ha arrastrado a Google y Amazon en una batalla sobre quién y dónde puede ver contenidos y que tiene un impacto global. Google ha acabado eliminando la app de YouTube de Amazon (aunque en el caso de sus sticks para ver la tele Amazon lo ha solucionado metiendo dos navegadores que permiten acceder al contenido sin pasar por la app).
La causa de toda esta situación está en lo que unos y otros creen que se debería hacer. Google no quiere poner las cosas fáciles a Amazon, porque los acusa de no vender dispositivos de la compañía como Chromecast, y Amazon está manteniendo sus contenidos como algo exclusivo para usuarios de sus servicios, porque acusa a Google (y a Apple) de condiciones abusivas.
Amazon ha – aparentemente, porque en España si se busca Chromecast en su tienda no aparece el terminal – empezado a vender de nuevo Chromecast en una suerte de oferta de paz, pero lo cierto es que el tira y afloja no se ha solucionado todavía.
No es una historia tan novedosa
Y, por supuesto, la guerra no es exactamente nueva y no es algo que no se haya visto antes. Microsoft y Apple se han enfrentado en múltiples batallas en las últimas décadas, batallas en las que las herramientas de ofimática de la primera fueron una suerte de caballo de batalla y beneficiado (o víctima) colateral.
Las guerras también se juegan en ligas más pequeñas. Por ejemplo, recientemente Spotify y Dezeer han acusado ante las autoridades europeas a Apple de competencia desleal: señalan que la compañía usa su posición dominante para hacer mejores las cosas para su propio servicio de música en streaming frente a las condiciones que tienen sus competidores.
Sus quejas – que van contra el 30% que Apple se queda cuando los consumidores se suscriben en sus servicios vía su app store – son similares a las que Amazon arroja contra Apple y Google, a quienes también critica por esa elevada comisión. Por otra parte, el mercado del streaming es uno de los que aparece recurrentemente cuando se habla de guerras de empresas y de cómo se fuerza el mercado para posicionar las propias ofertas.
Los usuarios se han convertido en una suerte de elemento para el chantaje del que echan mano las empresas. Tener una buena situación de fuerza en un terreno puede llevar a posicionar de un modo más agresivo a los propios servicios y también a debilitar – vía ‘desaparición’- a los competidores que están intentando entrar en un mercado que se espera dominar. Pero estas guerras de usuarios y todos estos elementos de presión tienen un daño colateral y uno que se puede acabar cansando de unos y de otros. El gran perjudicado por este tira y afloja son, directamente, los consumidores.
Los consumidores, las víctimas de todo esto
Los grandes perjudicados de todas estas batallas y de todos estos tira y afloja son los consumidores, consumidores que compran muchas veces dispositivos con la idea de acceder a servicios y que ven como meses después esos servicios desaparecen por culpa de las guerras de las compañías. Como recuerdan en un análisis en Bloomberg, mientras las grandes compañías intentan asentar sus agendas y quieren posicionarse con fuerza en los terrenos que les interesan, quienes pagan el pato son sus consumidores. A ellos es a los que hacen daño en el proceso.
Los consumidores se encuentran en medio del fuego cruzado y ellos son los que de pronto se quedan sin servicios que querían o los que tienen problemas para acceder a los productos o servicios que querían consumir. Lo peor es la frustrante experiencia de ver cómo de pronto se quedan sin algo que hasta ese momento les ofrecían.
Fue el caso de la app de YouTube, que un día empezó a avisar de que dejaría de funcionar a partir de un día concreto a varias semanas vista y que, sin embargo, dejó de funcionar antes de eso. La experiencia es frustrante y negativa y hace que los consumidores se sientan engañados y maltratados por las empresas que están detrás de ello.
Y eso ocurre, además, mientras, como recuerdan en la columna de Bloomberg, mientras las compañías renuncian a sus principios básicos para poder entrar en estas guerras de mercado. Puede que uno de los principios de marca de Amazon sea hacer que todo sea más fácil para el consumidor y puede que uno de los de Google sea que todo está accesible para todo el mundo, pero las dos compañías se dejan sus principios en casa cuando se trata de luchar una contra la otra.