«Monstruoso, irresponsable, peligroso, decepcionante o prematuro» esos son algunos de los calificativos con los que la comunidad científica internacional ha calificado la polémica de la semana. Y es que, bajo el nacimiento de dos inocentes gemelas en la ciudad de Shenzhen (China), se esconde uno de los experimentos más controvertidos de los últimos años: acabamos de cruzar una línea roja en la evolución de la especie.
Y, sin embargo, esto es solo la antesala de lo que nos espera. La edición genética aún no está preparada para tratar a pacientes, pero CRISPR es una herramienta tan sencilla, barata y precisa que es muy dificil de controlar. La «Era de la Genética» ha comenzado y esto es lo que podemos esperar de ella.
Para indagar sobre las enormes posibilidades de la edición genética, hemos invitado a nuestro último episodio de Despeja la X a Javier Jiménez, editor de ciencia en Xataka quien junto a Santi Araujo, encargado de producción, nos guiará por un mundo en el que «ya podemos jugar a ser dioses».
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Pequeña guía rápida para entender cómo CRISPR puede cambiar el futuro de la especie humana
¿Por qué estamos hablando de nuevo de CRISPR?
La noticia de la semana, sin lugar a dudas, ha sido el nacimiento en China de dos gemelas (Lulu y Nana) cuyo ADN, supuestamente, ha sido editado genéticamente mediante CRISPR. Jiankui He, profesor en excelencia de la Universidad de Ciencia y Tecnología del Sur de Shenzhen (China), y su equipo alteraron genéticamente quince embriones de nueve parejas voluntarias hasta conseguir embriones con la mutación deseada. Según el propio equipo, el primer embarazo exitoso llegó a término a lo largo del mes de noviembre de 2018 y el segundo saldrá de cuentas en los próximos meses.
La intervención trataba de “anular” el gen del receptor CCR5 que tiene una relación muy estrecha con las células T del sistema inmune. Por resumir, las personas que tienen dos copias de la mutación delta32, son resistente al VIH. Es una variante muy conocida porque algunos expertos la consideran una de las diez modificaciones «más seguras” de cara a empezar a mejorar genéticamente a los seres humanos.
El resultado, siempre según los investigadores, no ha sido del todo satisfactorio. Solo una la las niñas tiene la edición completa. La otra es un mosaico genético (es decir, algunas de sus células tienen el CCR5 anulado y otras no). Pero poco importa, si se confirma que es verdad, estaremos ante el primer caso de mejoramiento humano, un línea que hasta ahora nadie se había atrevido a cruzar.
¿Cómo hemos conseguido hacer todo esto?
Para entenderlo, tenemos que irnos a las salinas de Santa Pola, en Alicante, en los años 80. Allí, un joven investigador español, Fracis Mojica, encontró unas extrañas repeticiones en el ADN de las células que parecían muy importantes aunque no entendía muy por qué. Tardó más de 20 años en entender que se trataba de un sistema inmunitario molecular.
Cuando un virus entra en una célula procariota (células que tienen el material genético desparramado por el citoplasma), cogen lo pillan y lo usan para sus propios fines cual MacGyver en una chatarrería. Por eso, a la evolución celular no le quedó otro remedio que crear sistemas para combatirlos. Eso es CRISPR: un sistema que permite hacer “retratos robots” de los virus y utilizar una proteína (llamada Cas9) para identificarlos y neutralizarlos cortando su material genético.
En 2012 un equipo de investigación franco-americano descubrió que podíamos utilizar ARN artificial para engañar a la proteína. Así, podríamos hacerla buscar trozos del genoma de la célula y editarlos a voluntad. Es más, descubrimos que era el sistema más sencillo, más barato y más preciso con el que nos habíamos encontrado.
Resultaba que con CRISPR podíamos hacer casi de todo: realizar experimentos que hasta hace dos días no podíamos ni imaginar, asegurar el futuro de microorganismos importantes, recuperar especies extintas o modificar genéticamente a las personas. En términos técnicos se puede cir que es la «pera limonera» y durante la última década hemos dedicado cada vez más recursos a entenderlo en profundidad.
¿Qué hay que entender? ¿Por qué no lo usamos ya?
El problema es que es una técnica con muchísimo potencial, pero está “en pañales”: sabemos muy poco aún de ella. Veréis, CRISPR-Cas9 es una herramienta muy precisa editando el genoma, pero no es el único mecanismo que interviene en el proceso y los que lo hacen no son tan precisos.
Las células de nuestro cuerpo tienen sistemas moleculares que repasan el ADN en busca de posibles errores o daños fortuitos. Cuando detectan alguno, lo intentan reparar. Eso quiere decir que, tras cada edición, hay varios mecanismos que revisan el genoma en busca de errores y, si creen que los hay, pueden «corregir» nuestro trabajo: esa corrección puede dejar la edición indemne, puede resetearla o puede introducir cambios peligrosísimos. Es una lotería.
Ese es el gran escollo de CRISPR. Para que nos hagamos una idea, cuando trabajamos con ratones, la tasa de éxito ronda el 5%. Es decir, solo 1 de cada 20 ratones editados tiene la modificación que queríamos. En ciencia, la solución es sencilla: los ratones que no “sirven” entre comillas, se descartan de la investigación. Con los seres humanos, no podemos hacer eso.
Y ese es solo uno de los problemas que conocemos (y que nos quedan por conocer). Por ejemplo, en el último año han aparecido estudios que hablan de posibles reacciones alérgicas masivas que podrían llegar a matar a los pacientes. Hasta que no estemos seguros de los peligros de la técnica, es peligroso ir más allá.
Pero, ¿no es lo que ha pasado en China?
Precisamente y eso es lo que hace que el caso chino sea tan polémico. Los investigadores han cogido embriones totalmente sanos y los han editado para evitar una remota posibilidad de infección. De ahí que muchos expertos lo tachen de imprudente. Sin embargo, ha puesto encima de la mesa un tema que va más allá.
Ahora que tenemos una herramienta que nos va a permitir hacer cosas increíbles con nuestros genes, ¿deberíamos de usarla? La mayoría de expertos en bioética están de acuerdo en que, como si de un tratamiento al uso se tratase, usar las herramientas que tengamos para acabar con la enfermedad y el sufrimiento humanos es una buena idea
El debate peliagudo viene cuando hablamos no de curar, sino de mejorar a la gente. Las preguntas se acumulan, ¿debemos modificar a nuestros hijos para que sean más altos, inteligentes o guapos? ¿Debemos hacerlos más fuertes, mejores bailarines, hábiles con las manualidades?
Hay quien cree que deberíamos hacerlo. Julian Savulescu es un conocido filósofo que defiende la “beneficiencia procreativa”, es decir la responsabilidad ética que tienen los padres de usar estas técnicas para darles las mejores oportunidades a sus hijos (también en el terreno genético).
De hecho, hay algunos investigadores como George Church, catedrático de Genética de la Universidad de Harvard que tienen listas de modificaciones genéticas que creen suficientemente buenas y seguras como para empezar a introducirla en nuestros hijos cuánto antes. Pero esto son solo las voces más atrevidas.
¿La mayoría de expertos no están en esa línea?
Ni la mayoría de expertos, ni la mayoría de países. Precisamente por eso, China ha sido el país elegido para el experimento. En el gigante asiático, a diferencia de en otros países, solo hace falta que el comité ético de un hospital apruebe el experimento (cosa que parece que hizo) para que se pueda empezar a trabajar con él. Por ello, China lleva editando a pacientes con CRISPR desde 2015, mientras que el resto de países acumulan retrasos y retrasos.
Hace una semana, nosotros mismos en Xataka, publicamos un reportaje en el que hablábamos de todo esto en términos de futuro remoto. De futuro nada, la mejora genética ya la tenemos aquí.
¿Y qué va a ocurrir ahora?
Nadie lo tiene claro. Buena parte de las reacciones que estamos viendo por parte de los especialistas están motivadas por el miedo de que un fallo degenere en un parón de las líneas de investigación. Eso pasó en los 2000 tras la muerte de Jesse Gelsinger tras una terapia génica.
Pero lo más problemático de todo es que la tecnología es tan sencilla que aunque China no haya cruzado el Rubicón de la mejora genética, es cuestión de tiempo que alguien lo haga. ¿Cuánto tardaremos en ver soldados diseñados genéticamente para ser más fuertes y rápidos? ¿Serán humanos «normales» los primeros astronautas que viajen a Marte o serán individuos con adaptaciones adecuadas para la micro gravedad? ¿Faltará mucho para que los extremadamente ricos empiecen a usar estas técnicas para potenciar al máximo a sus hijos creando una «nueva clase social» genéticamente mejorada?
En fin, tenemos más preguntas que respuestas, pero la vida nos va a obligar a buscarlas todo lo rápido que podamos.
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La noticia
Ya podemos jugar a ser dioses: CRISPR ha empezado a cambiar el futuro de la especie humana (Despeja la X, 1×26)
fue publicada originalmente en
Xataka
por
Javier Jiménez
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