Paquita Salas no es la clase de personaje que aparecería en un artículo en medios para profesionales. No es ni la serie ni el tipo de protagonista que suele dar para análisis de secretos para el éxito, de lecciones de liderazgo o claves para triunfar en los negocios, como ha ocurrido con tantas otras series de éxito anteriores y con tantos otros personajes virales en el pasado. Paquita Salas es la representante de actores dueña de PS Management y la protagonista de una serie viral en Netflix que pronto tendrá segunda temporada.
Posiblemente sea un ejemplo más adecuado para hacer un artículo sobre las cosas que no se deberían hacer y sobre cómo no se debe ser ni líderes ni gestores en el siglo XXI. «Tú te estás quedando antigua», la increpa en uno de los capítulos uno de sus competidores, que está robándole estrellas representadas.
A Paquita se le escapan los clientes, no reconoce sus errores, no sabe adaptarse al siglo XXI y no debe ser muy divertido ser una persona que trabaje para ella, como demuestra ver el modo en el mangonea de mala manera a Magüi, su asistente personal a la que los espectadores acaban convencidos de que no paga lo que merece.
¿Y si lo de ser 360 es una lección de peso?
Pero, quizás, en medio de todo lo que Paquita Salas dice y hace se pueden encontrar unas cuantas lecciones y verdades para comprender qué se debe hacer y qué no para posicionarse en el mundo laboral en los tiempos que corren y para asentar la imagen de marca personal.
De hecho, Paquita Salas habla del mundo del cine y de la televisión y de los profesionales que actúan en ella, pero en realidad la idea puede aplicarse de una forma mucho más amplia. Lo que Paquita cree que se debe buscar ahora mismo en un profesional tiene muchos ecos también en el mundo del marketing y de la publicidad.
Tras perder a su actriz estrella, Paquita Salas se lanza a la procura de la ‘actriz 360’, un término que se ha convertido en uno de los running gags de la serie y que han usado incluso en la promoción de la segunda temporada en redes sociales. Lo de ‘actriz 360’ suena un poco al tipo de palabras y términos que se usaban hasta el aburrimiento cuando todo empezaba a ser 2.0, hasta el punto que el ‘apellido’ se había desvirtuado y se había muerto más rápido de lo que los directivos que lo empleaban lo hubiesen borrado de su vocabulario.
La ‘actriz 360’ es, según Paquita Salas, una actriz que «es buena en drama, que es buena en comida, que sabe cantar y bailar». Es una profesional con muchos talentos o, usando el lenguaje de Paquita, que tanto vale para la última película revelación independiente como para un episodio de Puente Viejo.
Un perfil multidisciplinar
Y, al final, eso es también lo que se les está pidiendo en cierto modo a los profesionales de marketing y de publicidad. Tienen que ser capaces de comprender los elementos complejos de sus Puente Viejo y también los de sus películas indies. Si algo ha quedado claro en los últimos años, es que los profesionales del sector ya no pueden ser simplemente marketeros en general como eran hace 50, 25 y hasta 10 años. El boom de la tecnología y el hecho de que cada vez entren en juego más herramientas, más elementos y más cuestiones destacadas han llevado a que no quede más remedio que tener amplios conocimientos transversales.
Cierto, cada vez es más importante tener una formación concreta y específica y ser muy buenos en áreas concretas, como demuestra la importancia creciente de la formación continua y el hecho de que sea más y más importante tener una especialización.
Pero, al mismo tiempo, es necesario tener un punto de partida general que abarque cada vez más y más cosas, lo que hace también que las necesidades de formación sean mucho más amplias y mucho más complejas.
De hecho, no hay más que pensar en cómo han cambiado los CMOs y sus perfiles en los últimos años para verlo. La evolución del CMO apunta hacia un escenario en el que no solo tendrán que asumir muchas más responsabilidades, sino que además tendrán que ser capaces de tomar decisiones y de conocer muchas más áreas.
La marca personal, un trabajo complejo
Pero, incluso saliendo del terreno del marketing y de la publicidad y de lo que tienen que ser y saber sus trabajadores, se puede encontrar una necesidad mucho más amplia de ser un profesional que toca todos los palos.
No hay más que pensar en las exigencias de la marca personal y en el trabajo que hay que realizar para alimentarla y mantenerla. Ya no vale con ser simplemente muy bueno en lo que se hace, sino que además es cada vez más importante ser capaz de transmitirlo. Los profesionales tienen que estar en diferentes redes sociales, tienen que alimentar diferentes cartas de presentación o tienen que lograr mostrarse como mucho más polivalentes. Tienen que ser, al final, 360.