Podría sonar como algo de ciencia ficción pero es real. El llamado biohacking ha pasado de ser el experimento de unos cuantos, a una actividad que hoy día se estima que es practicada por cientos de miles de personas en todo el mundo. A grandes rasgos, el biohacking consiste en implantarse chips en el cuerpo con el objetivo de ayudarse en tareas diarias.
Ahora, un llamado biohacker busca sentar un precedente al demandar a las autoridades de transporte de Nueva Gales del Sur, Australia, por haberle desactivado el chip con el que hacía uso del transporte público. El detalle es que dicho chip está implantado en una de sus manos.
No hay leyes que contemplen el biohacking
El biohacker Meow-Ludo Disco Gamma Meow-Meow (sí, ese es su nombre legal) está emprendiendo acciones legales en contra de las autoridades australianas para que le activen nuevamente el chip que pertenecía originalmente a una tarjeta para usar el transporte público en Nueva Gales del Sur.
Meow-Meow también es cofundador del grupo de biohacking ‘BioFoundry‘, ubicado en Sydney, el cual se encarga de hacer implantes y buscar situaciones para usar la tecnología por medio del cuerpo humano. Pues en abril de 2017, este biohacker decidió extraer el chip de su tarjeta de transporte, lo envolvió en plástico y se lo implantó en la mano izquierda.
Las autoridades de transporte de Nueva Gales de Sur se enteraron del hecho por medio de las noticias y amenazaron con cancelar el chip, argumentando que las tarjetas no podían ser manipuladas. La dependencia esperó más de 10 meses para cumplir su amenaza, ya que tenían que estar convencidos y amparados en la ley, y en este caso encontraron que la tarjeta de transporte de Meow-Meow no estaba registrada a su nombre.
A pesar de que las autoridades han dejado claro que no están en contra del implante, Meow-Meow asegura que la cancelación del chip es derivada de esa acción, por lo que ahora no sólo busca la reactivación, sino también crear un marco legal en torno al biohacking, en una especie de regulación y derechos para cyborgs.
Ahora mismo los abogados del caso están confundidos y no saben cómo actuar, ya que se trata de un escenario inusual que nunca antes se había enfrentado, por lo que pronostican varios años de peleas legales. Por otro lado, Meow-Meow tiene otros dos implantes, uno de ellos está cargado con documentos importantes, ya que asegura, y está convencido, que esto es el futuro.
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La noticia
Un biohacker demandará al gobierno por haberle desactivado el chip corporal que usa para el transporte público
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Xataka
por
Raúl Álvarez
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